guerra rusia-ucrania

"La situación en Ucrania es muy dura, la tienes que vivir para entender de verdad"

Andry Kants, de 38 años y desde los 17 en España, estuvo hace dos semanas en la frontera polaca para recoger a sus padres y trabajar como voluntario.

Andry Kants, de origen ucraniano pero asentado en España desde los 17, busca facilitar la llegada de compatriotas.
Andry Kants, de origen ucraniano pero asentado en España desde los 17, busca facilitar la llegada de compatriotas.
J. Macipe

El ucraniano Andry Kants, Andrés para muchos, no se separa del móvil ni un segundo para revisar los últimos mensajes. Con 38 años, lleva desde los 17 en España y los tres últimos asentado en Cariñena desde donde trabaja en los centros del grupo Granja Virgen del Rosario, entre Villarreal de Huerva y Mainar. En el bar del albergue de este último pueblo, se pide un refresco y se muestra rotundo: "Es muy duro. Tienes que vivirlo para entender lo que pasa de verdad. Es la hostia". Lo dice con pesar, la mirada perdida y esbozando una sonrisa de tristeza. En su caso, hace dos semanas, junto a su hermana, cogió el coche y fue hasta Medika, cerca de uno de los pasos fronterizos entre Ucrania y Polonia.

"Salimos el 25 y fuimos a por nuestros padres, que estaban en Leópolis. Mi madre no se quería ir, quería quedarse en su casa porque allí está su vida, pero mi padre tiene alzhéimer y no podía estar en un hotel", explica Kants, que esta semana empadronará a su padre en Cariñena para que pueda ser atendido en la residencia local. Además de a sus progenitores, Kants ayudó a venir a otra mujer y ha facilitado la instalación en Mainar de una familia con un niño de 9 años y otro de cinco meses. "Están muy afectados, pero la gente ha facilitado casas y las alcaldesas María Lina y Charo Lázaro –de Mainar y Villarreal, respectivamente- nos han ofrecido toda la ayuda que necesitemos para los niños, para la escuela y para todo", subraya.

El ucraniano Andry Kants, en un momento de la entrevista.
El ucraniano Andry Kants, en un momento de la entrevista.
J. Macipe

Echando la vista atrás, asume que "hasta que no estalló la guerra, pensábamos que no iba a pasar: quién iba a pensar que en una mañana destruyeran medio país". Además de recoger a su familia directa, Kants estuvo trabajando varios días como voluntario en la zona fronteriza: "Un amigo ha preparado unas naves para acoger a unas 15 personas. Una noche, sobre las tres o cuatro de la mañana entró una mujer con un niño en brazos de dos meses y otro de dos años. Antes de ir… Es que hay que verlo", insiste antes de guardar silencio durante varios segundos y acordarse de su propia hija de cinco años. "Fuimos a comprar camas, porque allí la gente solo para como mucho dos días", explica.

En este sentido, incide en que "si no fuera por los voluntarios y las ONG, no podrían atender a tanta gente. Si fuera por los gobiernos, lo fácil sería hacer un campamento allí". Así detalla que "los polacos han ofrecido sus casas, se han portado muy bien, y van a la frontera con autobuses para sacar a la gente de allí". En este punto, Kants también lanza una crítica amarga: "He intentado llamar para que faciliten la regularización de otras personas y es imposible. Nadie me dice nada seguro y otras veces llamo mil veces y no me atienden. Eso a mí, que vivo aquí y manejo el idioma, ¿pero las personas que vienen sin nada?

Ante la posible llegada de más personas, la alcaldesa de Mainar, Lina Hernando, explica que "pueden llegar dos familias más y ya hay vecinos que han puesto sus pisos a disposición para ayudar a los ciudadanos que vengan de Ucrania". "Queremos que se sientan como en casa, porque me pongo en su situación y es que no me puedo imaginar cómo se tienen que sentir al irse con lo puesto", reconoce. Desde el Consistorio asegura que "pondremos todas las facilidades para escolarizar a los niños, les daremos material y bonificaremos los tributos de las viviendas ofrecidas para acogida", apunta.

Uno de los casos de ofrecimiento es el de Francisco Lázaro y Mariola Sebastián. "Estoy repintando una vivienda y comprando ropa de cama y utensilios nuevos, preparando todo lo necesario por si hace falta y alguien acaba viniendo", explica. Sin embargo, Sebastián pone el acento en otra situación: "No tenemos ningún problema en ofrecer las viviendas gratis, pero las administraciones tendrían que pensar en que no podemos afrontar nuestros gastos y el gasto que se genera en las casas que dejamos respecto a calefacción, electricidad…".

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