MEDIO AMBIENTE

Historia e historietas de la rosaleda del parque Grande

El Ayuntamiento ha comenzado trabajos para la recuperación de un espacio que se creó en 1940 y que ha servido de localización para varias películas.

El proyecto, el rodaje de 'Nuestros amantes', la rosaleda antigua y la pérgola actual.
El proyecto, el rodaje de 'Nuestros amantes', la rosaleda antigua y la pérgola actual.
Heraldo.es

No siempre el parque Grande fue el más visitado por los zaragozanos. De hecho, cuando se inauguró allá por 1925 -está a punto de cumplir un siglo-, muchos vecinos pensaban que estaba lejísimos e, incluso, le cantaban coplillas burlonas al concejal Vicente Galve, uno de sus promotores: “Cuarenta veces al día / va al Cabezo un concejal / y luego dice la gente / que anda del cabezo mal”.

Con el propósito de “hermosear el cabezo de Buenavista”, se creó una gran zona verde que en los años sucesivos fue ganando rincones con personalidad propia: el monumento y la escalinata del Batallador -el parque conmemora el octavo centenario de la reconquista de Zaragoza- o el propio Rincón de Goya, obra de 1927 del arquitecto zaragozano Fernando García Mercadal, documentada como la primera racionalista de España, que fue víctima de la piqueta en 2006.

La rosaleda del parque también es uno de sus elementos más singulares, aunque en las últimas décadas no ha corrido excesiva suerte e, incluso, su estructura original acabó derribándose en 2011 porque prácticamente amenazaba ruina. Construida en 1940, la rosaleda está formada por “parterres rectangulares plagados de borduras y comunicados por pérgolas de piedra y hormigón, entre las que se mezclan rosas de distintas variedades”, describía María Pilar Fernández Portolés, en un trabajo municipal a finales del siglo pasado. Aquella estructura arquitrabada se perdió hace diez años y se sustituyó por una pérgola metálica sin el encanto (ni las sombras) que proporcionaba la rosaleda original.

Ahora, el Ayuntamiento está llevando a cabo trabajos para recuperar este espacio, en la filosofía -como ha repetido en diversas ocasiones la concejal de Servicios Públicos y Movilidad, Natalia Chueca- de “restaurar y modernizar los espacios emblemáticos del parque Grande, que merecía ya desde hace tiempo una puesta al día respetando su valor histórico".

Lamata y Noriega, durante el rodaje de 'Nuestros amantes'.
Lamata y Noriega, durante el rodaje de 'Nuestros amantes', en la rosaleda.
Heraldo

Valor histórico tiene la rosaleda a raudales, si bien es cierto que no está patrimonialmente catalogada. Prueba de la relevancia que tiene este espacio en el parque es que en la web del Ayuntamiento aparece como reclamo turístico del pulmón verde y, también, aunque más anecdótico, que han sido varios los creadores que han fijado su mirada -y sus cámaras- en la rosaleda. Aparece entre otras escenas del parque en ‘La niñas’, de Pilar Palomero, y también caminan con las manos entrelazadas bajo las rosas la pareja formada por Michelle Jenner y Eduardo Noriega, en ‘Nuestros amantes’, que Miguel Ángel Lamata rodó en 2015. Asimismo, la rosaleda del parque Grande ambientó la novela ‘Jardines infinitos’, del escritor zaragozano Javier Delgado, que fue el primero en denunciar el derribo de la pérgola durante el mandato de Belloch con Jerónimo Blasco como representante del Medio Ambiente.

Las columnas de hormigón y piedra originales se han transformado en una fina pérgola metálica

Cuentan quienes mejor conocen el parque que cuando se construyó la rosaleda, hace ahora 80 años, no era más de un centenar los visitantes diarios del Cabezo. “La ciudad era apacible, con plazas arboladas, con escaso tráfico y el ciudadano medio no disponía de vehículo propio para trasladarse a lo que entonces se consideraba el extrarradio”. Poco después, para 1950, la población alcanzó los 265.000 habitantes y la “invasión urbanizadora” hizo del parque un pequeño edén, según el relato de Fernández Portolés.

Fueron los años en los que se trasladó al parque la fuente de Neptuno (la primera que hubo en la ciudad, construida en 1845) y en los que se levantó el polideportivo Salduba o los dos museos a la ribera del Huerva que ejercen de museo cerámico y etnológico. Entonces, también, las rosas volvieron a resurgir como elemento singularizador, al que el Ayuntamiento también ha querido hacer un guiño en los últimos años con la creación de una alfombra de 3.900 rosales, que da la bienvenida al visitante del parque con un manto de flores del paseo San Sebastián al puente de los Cantautores.

La rosaleda, a la que se procura ahora nuevo brillo, es uno de los rincones más emblemáticos y transitados del parque, aunque tradicionalmente también de los más olvidados. De hecho, hasta que los vándalos no comprometieron su estructura original (había viguetas fuera de apoyo y desmantelaron los travesaños superiores) apenas se había invertido en este recodo del parque, en el que desde se refuerza la vigilancia antibotellones y, por ejemplo, tiene restringido el paso de bicicletas por su entorno. Esta protección ha hecho que la rosaleda sea menos “practicable” y el Ayuntamiento quiere ahora que la ciudadanía redescubra las pérgolas de rosas trepadoras, de las que había más de una veintena de tipos diferentes.

Según los sondeos periódicos de satisfacción municipal que hace el Consistorio, los zaragozanos otorgan una nota de 8,1 al parque José Antonio Labordeta y el 43% de ellos dice acudir a esta zona verde, al menos, seis veces al año. En la nueva edición de Zaragoza Florece, prevista para finales de mayo, es probable que la rosaleda congregue actividades y que este espacio forme parte también del plan integral de renovación que se ha propuesto el equipo de Gobierno y para el que se han fijado en en espacios verdes emblemáticos como el Central Park de Nueva York o el Retiro madrileño.

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