zaragoza

Una segunda oportunidad para el bar Gilda

Sara Ruiz y Pablo Chueca retoman su "proyecto de vida" en un local más grande y con terraza en La Almozara. En enero se vieron obligados a bajar la persiana del de la calle de San Pablo, víctimas de la pandemia.

Sara Ruiz y Pablo Chueca reabren su bar Gilda en la avenida de la Almozara, número 8, en Zaragoza después de cerrar el local de la calle de San Pablo en enero.
Sara Ruiz y Pablo Chueca en el nuevo Gilda en la avenida de la Almozara, número 8, en Zaragoza después de cerrar el local de la calle de San Pablo en enero.
Estefanía Abad

El día que Sara Ruiz y Pablo Chueca cerraron su bar Gilda -en la calle de San Pablo de Zaragoza- fue tan "doloroso" para ambos que ella no se atrevió a acudir al local ni pudo presenciar la espontánea despedida que les tenía preparada su familia (así es como llaman a su clientela), dentro de las medidas de seguridad por la covid. Su establecimiento, el templo de los vinagrillos en el Gancho, era un referente en el barrio: unía gastronomía, música y arte. Pero las restricciones de aforo por la pandemía (solo podían estar cuatro personas en el interior) y la imposibilidad de renegociar el alquiler hicieron inviable su "proyecto de vida". "El local no nos permitía trabajar en esas condiciones. Ganabas más cerrando", reconocen.

Eso fue a inicios del pasado mes de enero. Ahora, la joven pareja no puede estar más contenta. ¡¡Volvemos!!, han anunciado en las redes sociales. Y lo hacen en el barrio de La Almozara, donde han cogido un local tres veces más grande, con más luz y terraza (en la avenida de la Almozara, número 8), que tienen previsto inaugurar la próxima semana. "Y pagamos lo mismo que en el otro, que era sin luz y tenía humedades. Reabrimos con muchas ganas", dice Pablo con una sonrisa que denota su alegría.

Entre sus planes figuraban retomar la hostelería si les salía una oportunidad o vivir una temporada en un pueblo del Pirineo o de Calatayud. Lo que no imaginaban es que esa segunda vida del Gilda estaba a la vuelta de la esquina. "Todo ha pasado en mes y medio; muy rápido. Un día paseando con mi perra Yuri por el barrio (viven en La Almozara) vi que el local -donde había un bar- no estaba abierto y un amigo me dijo que lo estaban desmontando. Me puse en contacto con el inquilino y hablamos", explica Pablo.

A partir de ahí, semanas intensas de trabajo para acondicionar y dejar bonito el nuevo Gilda, que va a seguir la misma línea de trabajo que empezaron en 2016 en el Gancho, pero con más productos. "Mantenemos la misma filosofía. Ofreceremos nuestros vinagrillos caseros. Las banderillas las hacemos una a una; no compramos nada hecho. También el mundo de las tostadas, con todos los patés caseros, y litros de limonada (con la receta 'secreta' que su abuela Pilar hacía en las fiestas de su pueblo, Huete, en Cuenca). Montamos el bar al cual iríamos", destaca Sara.

Para ella, reabrir Gilda ha supuesto volver a investigar tapas nuevas, hacer otros trabajos de campo y pensar en la decoración. "Es la ilusión de volver a empezar. Este local ofrece muchas posibilidades y su luz me tiene fascinada", confiesa.

También van a continuar montando exposiciones (hicieron más de 50) y piensan retomar -cuando volvamos a 'la normalidad'- los conciertos y "pinchadas". "Nuestra idea es vender vinilos de grupos de Zaragoza y del extrajero. Hemos hablado con Pedro Vizcaíno para poder vender aquí los discos que produce", detalla Pablo.

Más de 300 fotos polaroid

En cuanto a la decoración, el establecimiento guarda la misma estética que el de la calle de San Pablo (con la salvedad de que es más grande y con otra distribución). "Tenemos guardadas más de 300 fotos polaroid de gente que ha ido pasando por nuestro local y las vamos a poner por las paredes. Las puertas también estarán pintadas, hay un cartel de neón de Gilda, hemos reciclado parte del mobiliario... La decoración va a volver, pero va a tener más", comentan.

Un estudio de arquitectura ha sido el encargado del grueso de la obra, pero también han contado con ayuda de amigos para la reforma. "La respuesta de la gente me abruma y me da hasta un poco de vértigo. Estos días ha habido clientes que se han acercado a darnos la enhorabuena. También han hecho vídeos contando lo importante que hemos sido para ellos. Estas cosas emocionan mucho", subraya Sara, que critica que se ha demonizado a un sector -la hostelería- que "da de comer a mucha gente".

Tras un año de covid "para olvidar", ellos regresan al circuito gastronómico zaragozano con ganas de celebrar con su "familia". Y, aunque les ha dado pena alejarse un poco del Gancho, confían en que la parroquia les siga respondiendo en el barrio de La Almozara. "Gilda es como abrir las puertas de tu casa", dice Sara. A lo que Pablo lanza este mensaje: "¡Volvemos, bonicos! ¡Deseando volver a gritar: ¿Copa o caña?!"

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