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Bar Fenicia: volver a empezar de cero 25 años después

Tras dos meses muy complicados para esta familia de origen libanés, este viernes, 26 de marzo, estrenan nuevo local en el número 5 de la calle San Lorenzo.

Moustapha Nasser Issa y su hija, Mirna.
Moustapha Nasser Issa y su hija, Mirna, delante del nuevo Musti.
C.I.

Ha sido una de las peores etapas de mi vida. Tras más de 25 años de duro esfuerzo hemos tenido que acudir a los servicios sociales para poder comer estos meses”, admite Moustapha Nasser Issa, su propietario. Tras dos meses muy complicados para esta familia de origen libanés, este viernes, 26 de marzo, estrenan nuevo local en el número 5 de la calle San Lorenzo.

El pasado mes de enero se publicaba en HERALDO la noticia del cierre del bar Fenicia, uno de los establecimientos míticos de la escena gastronómica zaragozana. Después de casi dos décadas en el Tubo, y tras no poder hacer frente a los gastos a causa de la pandemia, Nasser decidía echar la persiana en busca de otro local más pequeño desde donde dar un giro a su negocio de toda la vida lanzándose al envío de comida a domicilio.

Un nuevo reto empresarial en el que ha invertido todos sus ahorros. “Aquí hemos metido lo que sacamos del traslado, no teníamos otra oportunidad ni opción”, lamenta. Los últimos meses han estado protagonizados por los nervios y la desesperación. “No dábamos con el local adecuado, y la mayoría eran demasiado caros”, explica.

Afortunadamente, un amigo le informaba del cierre de otro local en la calle San Lorenzo, muy cerca de su anterior ubicación en el número 2 de la calle Ossau. “Hemos hecho muchas cuentas para ver si era viable y si íbamos a poder con ello. Al final nos hemos lanzado a la piscina”, explica.

La comida libanesa del nuevo Musti se puede consumir en el local, a domicilio o para llevar.
La comida libanesa del nuevo Musti se puede consumir en el local, a domicilio o para llevar.
C.I.

Durante dos meses, y gracias al trabajo desinteresado de dos amigos, Marta y Rubén, que les han ayudado a preparar el local y a pintarlo, ‘El Musti’ vuelve a ser una realidad. “Nos han regalado las bombillas, las pizarras, el letrero de la fachada… no tengo palabras”, afirma emocionado.

Han sido semanas muy complicadas y Nasser no puede evitar emocionarse cada vez que lo recuerda. Tampoco cuando entran sus primeros clientes de esta jornada de estreno: “Sois los primeros clientes que entran hoy. Esta empanada lleva el nombre de mi hija, Mirna”.

Y es que Mirna, que aparece en todos sus vídeos de redes sociales, es uno de sus grandes apoyos en el local. A sus 12 años conoce a la perfección la carta y cada receta, y sigue atenta los comentarios de los fans que tienen en las redes sociales: “Nos han escrito más de 300 comentarios con mensajes de ánimo”. Durante el tiempo que estamos en el bar, no suelta a su padre del brazo. “Hemos pasado muchos nervios, pero ahora estamos contentos de estar aquí”, explica la joven.

Desde este viernes, 26 de marzo, el bar abrirá sus puertas de 12.30 a 16.00 y de 19.00 a 22.00 horas. En el interior pueden dar servicio hasta a 12 personas (con la limitación actual del 30%) y este año no podrán trabajar en la terraza, pues se ha pasado el plazo de solicitud: “Nos va a tocar esperar”.

La carta de siempre

La carta va a ser la de siempre, la que les posicionó en el mapa de la escena gastronómica zaragozana, con sus famosas empanadas libanesas caseras -de pollo, de queso, de atún, veganas y vegetarianas o picantes-, hechas por el propio Musti junto a Luminita Groza, quien da forma a cada pieza. Seguirán los bocadillos, las raciones y las hamburguesas, aunque ahora, también en formato ‘Take away’ y ‘Delivery’. “Empezaremos la semana que viene, aunque estamos un poco nerviosos con ganas de ver la respuesta de la gente”, admite.

"He pasado de dar trabajo a más de seis personas en mi local a tener que pedir ayuda para comer, me dan ganas de llorar"

Y es que, tras más de dos décadas dedicado al mundo de la hostelería, asegura que jamás se había planteado hacerlo. “La pandemia lo ha puesto de moda y no podemos permitirnos cerrarnos más puertas. Esperemos que funcione y que la gente se acuerde de nosotros, como ha hecho siempre”, añade Nasser.

“A veces me pongo a pensar y no me lo puedo creer, he pasado de dar trabajo a más de seis personas en mi local a tener que pedir ayuda para comer, me entraban ganas de llorar”, reconoce el hostelero de 60 años. “Aquí he metido todo lo que tengo. Me toca volver a empezar de cero, 25 años después”, concluye.

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