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La "casita" y las historias que se esconden tras una enigmática verja

Francisco Albiñana firma el informe arquitectónico de esta casa del parque de Pignatelli de Zaragoza. En origen se llamó Villa Luisa y ahora Villa Luna.

No llama la atención, para los viandantes del parque de Pignatelli de Zaragoza pasa casi desapercibida. Cuando se abre es una ruidosa verja de forja que está entre el centro educativo Casa del Canal y la entrada a los antiguos depósitos. Ruidosa pero musical, tal y como desvelan los dos pentagramas de Beethoven y Wagner que se dibujan sobre los rostros en relieve de estos compositores. Una 'A' y 'P' rematan la puerta, ahora víctima de grafitis. Al otro lado se descubre Villa Luna, una casa de 1926 que acusa el paso del tiempo y que antes se llamó Villa Luisa.

"Proyecto de casita en la calle de Escuelas (Torrero) para D. Andrés Peralta" encabeza los planos que firma Francisco Albiñana –según analizan varias fuentes- y que se conservan en el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza. Ese expediente 1404/1926 de papel amarillento y encuadernado con hilo desvela que la 'A' y la 'P' coinciden con las iniciales del promotor: Andrés Peralta. El por qué de las partituras se podría vincular supuestamente a su profesión, músico. En un rastreo por la hemeroteca de HERALDO se comprueba que un hombre de ese nombre obtuvo buenos resultados en los exámenes de la Escuela de Música de Zaragoza, que llegó a ser profesor - tal y como se menciona en las notas de sociedad de principios de siglo donde se le felicita por sus onomásticas- y que perteneció al Sindicato Vocal del Espectáculo.

Villa Luna, una casa con verja musical en Zaragoza

"Deseando construir una casa de planta baja y piso con arreglo al adjunto plano en terreno de su propiedad sito en la calle de las Escuelas número 2 (Torrero)", dice la solicitud que se custodia en el archivo municipal y se fecha en marzo de 1926. Esa definición encaja con los planos y la estampa actual. Grandes muros de carga, vanos cortados en la pared. Un porche vestido con azulejos es la carta de presentación de la planta baja, a la que se accede a través del arco central. En la superior, un mirador con cristales rotos refleja la elegancia que tuvo el conjunto.

Nada tiene que ver la realidad actual del edificio con lo que se plasma en los planos originales. En la planta baja había cuatro estancias y la cocina, mientras que en la superior eran otras cinco. A lo largo del tiempo se ha sometido a diversas intervenciones: la caja de la escalera original se convirtió en un baño, se abrió un acceso por el exterior hasta el primer piso independizando ambas plantas y la carpintería de las ventanas y puertas son posteriores. Ahora el interior es un espacio casi diáfano, con baldosas más cercanas en el tiempo y sin rastro de la distribución de Albiñana.

Plano de Villa Luisa, de marzo de 1926.
Plano de Villa Luisa, de marzo de 1926.
Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza
"Yo creo que es uno de los grandes arquitectos del primer cuarto del siglo XX, de lejos"

José María Castejón, profesor de Ingeniería de la Construcción de Arquitectura en la Universidad de Zaragoza, considera que es una "obra menor" de Albiñana. "Yo creo que es uno de los grandes arquitectos del primer cuarto del siglo XX, de lejos. Es una figura a recordar y a reivindicar", defiende Castejón. "Su carrera va de 1911 a 1936. Digamos, del modernismo al racionalismo. Esta última es una corriente muy renovadora de la arquitectura que prescinde de ornamentos, acude a volúmenes y líneas puras. Sin embargo, el modernismo estaba lleno de detalles vegetales y todo tipo de ornamentación en superficie. Hay un salto", explica. Y Francisco Albiñana es un puente entre sus propios trabajos, entre la fachada del Casino Mercantil y otros más sencillos como el de la esquina de la calle de Espoz y Mina con Don Jaime, en el paseo de Constitución, Almagro, Mefisto, plaza de los Sitios o varios inmuebles de Conde Aranda.

"Es un arquitecto que no se vuelve loco por las modas, pero entiende su tiempo en todo momento, desde la inteligencia y el uso de la razón", añade el profesor universitario. La aparición del ascensor y la consiguiente eliminación del entresuelo o el principal marca el trabajo de Albiñana. En el catálogo de una exposición que se celebró en Zaragoza en 2005 sobre su figura se detalla que de los 3.350 proyectos en los que intervino, 3.175 fueron viviendas. "Le llamaban el arquitecto de los pobres", revela Castejón.

En cambio, el paseo de Sagasta, la calle de Ruiseñores y el resto de la zona se concibió como una zona de pequeñas casas y "hotelitos", como lo promocionan los anuncios de la época. Allí se establecieron Andrés Peralta Serrano y Luisa Orús Samitier, quien en origen dio nombre a la casa: Villa Luisa. En 1930, él tenía 42 años, ella 49 y residían allí junto a la "muchacha" Felipa, tal y como se desprende del padrón municipal de ese año. "En la iglesia parroquial de San Felipe y Santiago, contrajeron ayer matrimonial enlace nuestro querido amigo el joven maestro de director de orquesta de La Alhambra D. Andrés Peralta, con la distinguida señora Dña. Luisa Orús", se publicó en febrero de 1914. El convite se celebró en el Hotel Continental con un "espléndido menú" y marcharon a Valencia, Madrid, Barcelona y otras capitales. Su luna de miel es uno de los viajes que se mencionan, aunque no el único del que se dejó constancia en las hemerotecas, incluso al "extranjero". "Acompañado de su esposa ha salido para Tierra Santa, con objeto de visitar los santos lugares, y poblaciones importantes del extranjero, el conocido profesor de música don Andrés Peralta Serrano", publicó este diario en 1925. 

Villa Luna -antiguamente Villa Luisa-, una casa de 1926 del entorno del parque de Pignatelli.
Los arcos que dan entrada a la planta baja de la histórica casa.
Toni Galán

La casa fue noticia a principios de la década de los 90, cuando vivió un episodio que conmocionó a la sociedad aragonesa. Por aquel entonces era una residencia de ancianos que se llamaba Villa Luisa también. "La Policía encontró en el edificio el cadáver de una mujer de 85 años, fallecida horas antes, y descubrió un panorama de suciedad y pésimas condiciones higiénicas. Algunos ancianos se encontraban, además, malnutridos", publicó HERALDO el 23 de julio de 1991.

Sergio Sarsa ha investigado la historia de la casa y de su promotor inicial durante años. Él encontró una coincidencia: aquella mujer fallecida había sido vecina del matrimonio Peralta Orús en la calle de Cerdán. En esa desaparecida vía vivían en 1910, información que da el censo de ese año; mientras que en el de 1934 ya se señala que los Peralta Orús residen en el parque de Pignatelli. Además, son varios los foros en internet que apuestan porque otros artistas, músicos y actrices, vivieron también entre los muros de Villa Luna.

Villa Luna -antiguamente Villa Luisa-, una casa de 1926 del entorno del parque de Pignatelli.
Detalle de la verja de entrada, en el parque de Pignatelli.
Toni Galán

El enigma de la verja

Sarsa es un melómano que quedó cautivado por los pentagramas de la verja y no cesó hasta encontrarle un sentido. Después de meses de estudio llegó a una curiosa conclusión. "Despertar de alegres sentimientos con la llegada al campo" es la indicación que da Beethoven al inicio de la sexta sinfonía -la que se reproduce en uno de los pentagramas de la puerta-, una señal que relaciona con la mudanza a este enclave de la ciudad. No obstante, el comienzo de la pieza de Wagner no coincide con ningún arranque de sus obras, sino que "son las primeras notas de un fragmento que cuenta la historia de dos hermanos y amantes, Sigmundo y Siglinda": 'La Marcha Fúnebre de Sigfrido de El Ocaso de los Dioses'. El minucioso análisis de Sergio le ha llevado a descubrir también que esta pieza está representada en la verja con octavas diferentes a las que se muestra en el pentagrama original.

Durante la investigación, Sarsa solo encontró una ocasión en la que se han interpretado juntas en la misma sesión, al menos que se tenga constancia. Josef Stransky fue el conductor de ese concierto de 'The Philharmonic Society of New York' el 20 de febrero de 1921, con los que se puso en contacto y ha conseguido información. Sarsa se pregunta si existirá alguna relación entre ambas composiciones y con aquella velada en Nueva York, que tiene especial protagonismo en la novela que ha escrito sobre esta desconocida casa zaragozana y que todavía no está publicada.

Programación de la velada en la que se interpretaron ambas en Nueva York.
Programación de la velada en la que se interpretaron ambas en Nueva York.
Sergio Sarsa

Sin embargo, desde hace unas semanas Villa Luna, como reza su puerta desde hace unos años, pasa menos desapercibida. El anuncio de una promoción de nuevas viviendas y la curiosidad detiene a los zaragozanos ante su puerta. "¿Qué van a hacer aquí?", preguntan uno tras otro a quien merodea por la verja.

"Está en proceso de catalogación"

El proyecto que se anuncia, Residencial Villa Luna, son cuatro unifamiliares junto a la histórica casa, que se rehabilitará y de la que se conservarán los elementos que señale Patrimonio. "Vinieron técnicos del Ayuntamiento y está en proceso de catalogación. Nos han notificado que ha pasado un primer trámite, pero ahora está a la espera de completar el proceso", expone José María Castejón, quien está detrás del proyecto junto a Enrique Cano y Marta López. La verja también se mantendrá: "Va a ser totalmente restaurada y no se cambiará de ubicación, al igual que los azulejos que la flanquean en los que se aprecian cisnes y que creemos que son originales". El precio de estas viviendas será desde 790.000 euros. 

Villa Luna -antiguamente Villa Luisa-, una casa de 1926 del entorno del parque de Pignatelli.
Villa Luna -antiguamente Villa Luisa-, una casa de 1926 del entorno del parque de Pignatelli.
Toni Galán
"Si lo hubiéramos descuidado, se hubiera perdido"

"Villa Luna se pone en valor con la yuxtaposición del nuevo proyecto, que recuerda al Apolo cuando fue a la Luna", sostiene Castejón. Para llevarlo a cabo tirarán el edificio de al lado, "en ruinas" y con entrada por la calle de Maestro Estremiana. Castejón afronta con "respeto" el proyecto y a su vez celebra que Villa Luisa (o Luna) no se haya tirado abajo como ocurrió con otros de las inmediaciones: "Si lo hubiéramos descuidado, se hubiera perdido".

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