tribunales en zaragoza

El ingeniero que tiroteó a su exjefe en Zaragoza por despedirlo trata de exculparse

Alberto P. G. negó este jueves ante la juez que disparara a la víctima a la salida de su casa en el barrio Jesús, pero admitió muchas de las pruebas de cargo que existen contra él.

El ataque ha tenido lugar en la calle de Mainar y la Policía busca a su autor.
El ataque se produjo a la salida de este garaje de la calle de Mainar, en el barrio Jesús.
Guillermo Mestre

El ingeniero zaragozano Alberto P. G. (35 años), detenido el pasado 16 de abril por tirotear diez días antes a su exjefe cuando salía del garaje de su domicilio en el barrio Jesús, declaró este jueves por primera vez ante la magistrada que instruye la causa por tentativa de asesinato. Tuvo la oportunidad de hacerlo tras su arresto, cuando pasó por el juzgado de guardia. Sin embargo, el pistolero alegó entonces que estaba cansado y aconsejado por su abogada, Carmen Sánchez, prefirió no contestar a ninguna pregunta. Concluida la investigación, la titular del Juzgado de Instrucción número 10 lo llamó ayer para practicar la declaración indagatoria, trámite final antes de emplazar a las partes para que califiquen y se dicte auto de apertura de juicio oral. Y esta vez el encausado no optó por el silencio, sino que dedicó casi una hora a responder a cuantas cuestiones se le formularon.

Según ha podido saber HERALDO, Alberto P. G. negó ser el autor del ataque perpetrado sobre las 7.15 del 6 de abril contra J.V. S., de 45 años y responsable de mantenimiento del Sector I del Servicio Aragonés de Salud (Salud). Sin embargo, admitió muchas de las pruebas de cargo que el Grupo de Homicidios ha reunido contra él y que lo sitúan en el lugar de los hechos. El ingeniero reconoció ser la persona a la que grabaron varias cámaras en el entorno de la vivienda de la víctima e identificó como suyas varias prendas de vestir que lo incriminan.

Cuando detuvo al sospechoso, la Policía comprobó que en la memoria del GPS de su coche figuraba la dirección del tiroteado. Al preguntarle ayer por esta circunstancia, el encausado dijo que en esa zona había un bar ‘heavy’ al que solía acudir con un amigo. Sin embargo, luego reconoció que tenía la dirección de su exjefe porque quería escribirle un burofax. La Fiscalía y la acusación particular, que ejerce la abogada Carmen Cifuentes, le preguntaron entonces cuál era el propósito de dicho burofax. Y Alberto P.G. admitió que no estaba conforme con su despido del servicio de mantenimiento del Hospital Royo Villanova, del que al parecer responsabiliza al tiroteado.

El arma con la que presuntamente abrió fuego contra J. V. S. nunca apareció. Los investigadores la buscaron en las colmenas de abejas que tiene en Arándiga, pero no dieron con ella. Alberto P.G. aseguró este jueves que nunca ha comprado ningún revólver, pero lo cierto es que la Policía localizó en su domicilio un maletín de los que se usan para guardar estas armas. En el momento de su detención, el encausado circulaba en una furgoneta en la que transportaba material utilizado para la fabricación de artefactos explosivos. «Pero hay que saber fabricarlos», contestó cuando le preguntaron sobre esta cuestión, sin llegar a aclarar si sus intenciones eran preparar algún tipo de bomba.

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