calatayud

El Hospital Ernest Lluch cumple 35 años en medio de la pandemia

El 27 de mayo de 1985, el entonces ministro de Sanidad inauguró un centro necesario y demandado históricamente. Da servicio a más de 55.000 vecinos de Calatayud, el Aranda y Valdejalón.

En homenaje al político socialista asesinado por ETA en 2000. Ernest Lluch, ministro de Sanidad (1982- 1986) –en la foto, con el dedo levantado– inauguró en mayo de 1985 el entonces Hospital Comarcal de Calatayud.
En homenaje al político socialista asesinado por ETA en 2000. Ernest Lluch, ministro de Sanidad (1982- 1986) –en la foto, con el dedo levantado– inauguró en mayo de 1985 el entonces Hospital Comarcal de Calatayud.
Carlos Moncín

"Pasamos de tener hasta ocho pacientes en una habitación a la distribución actual de dos". Así recuerda Carlos Tena una de las transformaciones que supuso la apertura del nuevo Hospital supracomarcal de Calatayud. Él, que lleva casi 36 años como administrativo, vivió el paso de unas instalaciones comprimidas en lo que hoy es el centro de salud a unas modernas al pie de la carretera de Valencia.

"En su apertura había unos 200 trabajadores, 35 de ellos médicos. Hoy estamos unas 600 personas y hay 104 facultativos", explica Ignacio Sagardoy, director del centro, cargo que ya ocupó entre 2002 y 2006. Con estas cifras, el actual responsable remarca la ampliación de los servicios que en la actualidad presta el centro: materno infantil, cuidados especiales, hospital de día oncológico, radiodiagnóstico, laboratorios, urgencias, quirúrgico, cribado de cáncer, la unidad infantojuvenil de salud mental. "Atendemos a más de 55.000 personas, de Calatayud, Daroca, el Aranda y parte de Valdejalón. Eso se traduce en unas 96.000 consultas, más de 23.000 urgencias, 4.000 ingresos y 3.000 intervenciones quirúrgicas", detalla Sagardoy.

Este aniversario ha llegado tras pasar el primer pico de la pandemia del coronavirus covid-19 y el centro bilbilitano ha vivido situaciones similares al resto de equipamientos sanitarios de todo el mundo: falta de equipos de protección, miedo, incremento de la presión asistencial

"Nos hemos enfrentado a lo desconocido: no sabíamos su letalidad, cómo se transmitía. Y eso se convierte en tensión y en miedo", asume Sagardoy. "Ha sido algo que ha arrollado al mundo y para lo que nadie estaba preparado", argumenta.

Una de las principales consecuencias de la crisis sanitaria ha sido el incremento de las atenciones a distancia. "Estábamos informatizando la historia clínica y ha sido algo muy útil porque hemos tenido que recurrir a ella en muchas ocasiones", explica. La incorporación de las tecnologías ha sido en los últimos años una constante: desde la puesta en marcha de la teledermatología a ser el centro pionero de la interconsulta virtual. "Recuerdo como hace más de 20 años se empezaban a formar cirujanos para intervenir por laparoscopia, ahora quitamos riñones por laparoscopia", sintetiza.

Con más de tres décadas de servicio a sus espaldas, Sagardoy reconoce que los fondos para mantenimiento van ganando peso. "Se renovaron las 122 camas, los laboratorios, el bloque quirúrgico, equipamientos… Hablamos de, por lo bajo, más de un millón de euros en los últimos años", puntualiza. Sin embargo, hay un espacio que no ha llegado a entrar en funcionamiento: la unidad de cuidados intensivos, a la que el director abre los brazos. "Hemos aumentado los servicios, satisfaciendo las necesidades detectadas y cada vez de mayor complejidad. Queremos mejorar día a día y todo lo que pueda mejorar o ser un avance será bienvenido", apunta. Treinta y cinco años después, el centro, además de su labor asistencial, es un punto importante de trabajo para la ciudad. "A mí me ha permitido poder seguir viviendo aquí", subraya Tena.

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