La vida en tiempos de pandemia: Sin salir de la cabina

En la cuarta entrega de este serial, Gervasio Sánchez sale de la capital para conocer el día a día de los camioneros que recorren miles de kilómetros a través de varios países para impedir que haya desabastecimiento entre la población.

El camionero portugués Víctor Silva muestra su cocina de gas mientras toma un café
El camionero portugués Víctor Silva muestra su cocina de gas mientras toma un café
Gervasio Sánchez

Sé que los edificios abandonados que se divisan a la entrada de La Muela están relacionados con corruptelas urbanísticas de los años locos de la construcción. Que la localidad fue afectada por graves delitos de cohecho, blanqueo de capitales, tráfico de influencias y pasó de ser una de las más ricas de España a hundirse en un agujero de deuda impagable. Pero a mí, quizá por culpa de la deformación profesional, me recuerda lugares visitados durante las guerras balcánicas.

Llevo conduciendo 20 kilómetros desde Zaragoza sin apenas tráfico en la autovía. Me he encontrado carriles cortados por conos de seguridad que me han recordado las barricadas que sorteaba en las carreteras balcánicas. Y de repente, me cruzo con bloques de hormigón como si hubieran sido bombardeados, atravieso calles desérticas, sí claro, por orden gubernamental, y llego a la gasolinera, por suerte abierta. Igual que en Croacia, Bosnia, Kosovo. Cuando he detenido el coche me he tenido que pellizcar para convencerme de que no estaba en medio de fuego cruzado sino muy cerca de mi casa en Zaragoza. La lucha contra un virus desconocido también tiene mucho de guerra interminable.

Las ventas de la estación de servicio La Muela han caído en picado desde que se cerró el restaurante. "En una mañana podíamos vender 2.000 litros de gasoil y otro millar de gasolina. Pero ahora apenas vendemos una sexta parte. Vamos a cerrar el fin de semana porque no vale la pena abrir si no hay clientes", cuenta el empleado Javier Gómez. Sin restaurante, muy conocido en la zona, no hay camioneros y, sin ellos, el negocio se paraliza.

"En una mañana podíamos vender 2.000 litros de gasoil y otro millar de gasolina. Pero ahora apenas vendemos una sexta parte"

La mayoría de países europeos no han decretado restricciones de mercancías. Los camioneros atraviesan miles de kilómetros sin que nadie se lo impida aunque el cierre de restaurantes, servicios y duchas hace que los recorridos sean más complicados. La queja es generalizada: "Es duro tener que cenar solo en la cabina e irte a dormir sin charlar con nadie".

Víctor Silva, de 60 años, es un camionero portugués que lleva una carga desde Eslovenia a la ciudad de Braga en su país natal. El miércoles atravesó todo el norte de Italia por la zona más afectada por la pandemia con centenares de muertos diarios. "Todo estaba cerrado y desértico. Me impresionó mucho, daba miedo y no me atreví a salir del camión", explica. Francia también estaba cerrada a cal y canto después de la irresponsable jornada electoral del domingo pasado. Ni siquiera los baños estaban abiertos y sólo funcionaban los surtidores automáticos.

Lleva una nevera y un congelador con comida para diez días que él mismo se cocina en un hornillo de gas. Se intenta duchar al menos cada dos días y sus recorridos habituales son de unos 5.000 kilómetros antes de regresar a casa para un descanso de tres días. Y de nuevo a la carretera.

El restaurante El Navarro, situado en la salida del kilómetro 284 en dirección a Madrid, está cerrado pero su dueño mantiene el parking, las duchas y los baños abiertos y gratuitos para los camioneros. Unos 200 clientes comen y cenan cada día pero hoy solo hay un camión en el inmenso parking conducido por el toledano Santi.

Está hablando con el madrileño Raúl y permite que se escuche la conversación. "Llevo dos semanas sin darle un beso a mi mujer porque trabajo en la carretera para que no se produzca un desabastecimiento y no me dejan orinar en muchos lugares", se queja Raúl amargamente.

"Llevo dos semanas sin darle un beso a mi mujer porque trabajo en la carretera para que no se produzca un desabastecimiento"

"En la autovía entre Sevilla y Madrid solo hay servicio de comida en la Boutique del Camionero a 10 euros y duchas gratis pero muy sucias", grita desatado, convirtiendo la conversación en un monólogo. Se queja de que la empresa no les ha suministrado ni mascarillas ni guantes y se siente "abandonado como un perro".

"Estuvieron a punto de no dejarme descargar en un punto de Aragón porque venía de Madrid", cuenta. «Hay una gran psicosis. Es como si nosotros fuéramos el virus», explica muy cabreado. Aunque también reconoce que en algunos pueblos los vecinos han permitido ducharse a compañeros que llevaban muchos días viajando.

Antonio Gómez, camionero y dueño de la Empresa Gómez de Almazán.
Antonio Gómez, camionero y dueño de la Empresa Gómez de Almazán.
Gervasio Sánchez

El búlgaro Gjunan Shabab vive en Nápoles desde hace 15 años. Hace cuatro días salió de allí con una carga y atravesó una gran parte de Italia para llegar a Suiza y descargar. Ahora lleva otra carga médica desde el país centroeuropeo a Madrid. Como casi todos los camioneros admite que "solo sale de la cabina del camión para lo imprescindible". Ha tenido que conducir tres días por Italia, Suiza y Francia sin ducharse aunque por fin pudo hacerlo la noche anterior cerca de Lérida.

El Área 280 de Repsol tiene las duchas y los servicios abiertos y gratuitos para los camioneros. "También calentamos su comida en el microondas si nos lo pide", explica Rosa, la expendedora. Ofrecen una oferta de menús completos y calientes para llevar entre 7,99 euros con dos platos, postre, bebida y pan y 3,99, el más económico.

La despoblación de la vecina Ricla se ha combatido con los campos de cerezos que ya están en flor. "¿Quién va a recoger la cereza dentro de un mes y medio si todo esto sigue igual?", comenta Rosa apesadumbrada.

Antonio Gómez está descansando media hora en el parking. Salió por la mañana temprano desde Almazán (Soria), ha cargado nitrato para el campo en Zuera y regresa de nuevo a su ciudad natal. "Hay desabastecimiento y los agricultores están muy alterados. Por suerte nos han liberado de cumplir los límites de conducción seguida y podemos hacer las distancias en menos tiempo aunque yo prefiero hacer los descansos obligatorios», comenta.

"Hay desabastecimiento y los agricultores están muy alterados"

Este agricultor creó la empresa Gómez y es dueño de 23 camiones aunque cuatro de ellos los tiene parados por falta de conductores. "Todos mis conductores están trabajando porque vivimos un apretón de trabajo por miedo al desabastecimiento y los animales no esperan ni entienden de virus", explica.

El acompañante de otro conductor le pregunta si puede ofrecerle trabajo en los alrededores de Madrid. "Necesito conductores para trabajar en toda España. Hazle una fotografía al teléfono que llevo escrito en la cabina y ya me llamas cuando quieras", le recomienda.

Reconoce que él duerme casi todas las noches en su casa, pero la mayoría de sus camioneros salen los domingos por la tarde y regresan los viernes al mediodía para descansar las 45 horas seguidas obligatorias. "Por suerte mis camiones llevan microondas y neveras y eso hace más fácil la vida en la carretera", concluye antes de poner en marcha el camión.

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