La chimenea de la central térmica de Andorra ya es historia

La detonación de 256 kilos de explosivos en su base la ha convertido en escombros en pocos segundos.

Momento en el que cae la torre en Andorra
Momento en el que cae la torre en Andorra
Antonio García/Bykofoto

La chimenea de la central de Endesa en Andorra, la construcción más alta de Aragón con sus 343 metros, es ya un montón de escombros tras la detonación de 265 kilos de explosivos en su base. Cuando el encargado de la demolición, Luigi Erbi, terminó la cuenta atrás, bastaron 25 segundos para poner fin al elemento más representativo de una historia de 40 años de producción termoeléctrica a partir del carbón, la base sobre la que se asentó la economía de la comarca hasta que en junio de 2020 la planta eléctrica se clausuró al no poder cumplir los requisitos ambientales de la UE.

La caída de la torre y su reducción a cascotes en medio de una gran polvareda fue respondida con tímidos aplausos por parte de personal de Endesa ante el éxito de la operación y con algunos pitidos y abucheos de vecinos de Andorra desplazados a los alrededores para presenciar el histórico momento. La demolición, que despertó una gran expectación vecinal y también entre los medios de comunicación -había cincuenta periodistas acreditados-, se llevó a cabo en medio de un amplio despliegue de seguridad que estableció un perímetro de exclusión de 600 metros de radio. La chimenea, con 23,5 metros de diámetro en su base y 9,5 en su coronación, entró en servicio en 1981.

La demolición convirtió la chimenea -la tercera estructura más alta del país tras la torre de telecomunicaciones de Guardamar (Alicante) y la chimenea de otra central térmica, la de As Pontes (La Coruña), con 370 y 356 metros, respectivamente- en 25.000 toneladas de escombros. El derrumbamiento, con un efecto similar a la tala de un árbol, se produjo por la voladura de los explosivos en un lado de la base, lo que inclinó toda la torre en dirección sur hasta estrellarse contra el suelo.

Derribo de la torre de la Central Térmica de Andorra
Derribo de la torre de la Central Térmica de Andorra
HA

El director de Endesa en Aragón, Ignacio Montaner, se mostró "impresionado" ante la imponente caída de la salida de humos de la central pero recalcó los planes de reindustrialización que la eléctrica desarrollará en la localidad con el Nudo Mudéjar, que supondrá una inversión de 1.500 millones de euros hasta 2028 en plantas de energías renovables y en industrias auxiliares con la generación de "más empleo" del derivado de la central eléctrica, según afirmó.

El directivo de la eléctrica explicó que la conservación de la chimenea como elemento singular del patrimonio industrial de Aragón, reivindicada por distintos colectivos y también por el Ayuntamiento andorrano, no era viable por su coste. Además, recordó que su periodo de vida útil, de 40 años, acaba de expirar.

Indicó que, según un estudio de ingeniería encargado por Endesa, adecuar la torre a las normas de seguridad costaría cuatro millones de euros, a los que habría que sumar otros 325.000 euros anuales para el mantenimiento y una inversión añadida en conservación de otros 1,2 millones de euros cada 10 años. Ignacio Montaner recordó que ninguna Administración se mostró dispuesta a asumir este coste ni se concretó ningún proyecto para su aprovechamiento.

Montaner se centró en recalcar las voluntad de Endesa de llevar adelante "una apuesta de futuro que genere riqueza en la zona". Señaló que ya está en marcha la construcción en terrenos de la central del parque fotovoltaico Sedeis, de 50 megavatios, y el próximo verano está previsto empezar a construir en parcelas contiguas otra planta de 70 megavatios.

Añadió que también arrancarán antes del verano proyectos asociados al Nudo Mudéjar -la autorización para generar mediante energías renovables los 1.200 megavatios de electricidad que dejó de producir la central térmica-. Entre las actuaciones previstas, figuran una planta de producción de hidrógeno verde, una fábrica de seguidores solares y una industria de pellets. A juicio de Ignacio Montaner, Andorra encara "un cambio de paradigma".

Rodeada de polémica

La demolición de la chimenea ha estado rodeada de polémica, dado que desde varias asociaciones culturales, sociales y políticas de la provincia se reclamaba su mantenimiento como símbolo de una identidad territorial ligada a la minería del carbón desde hace décadas.

Fue construida con objeto de llevar a cabo un uso extensivo de los lignitos negros procedentes de explotaciones situadas en la cuenca minera turolense, mezclados con carbones de importación, recuerda Endesa. La térmica de Andorra constaba de tres grupos, con una potencia total de 1.100 MW. Cada grupo disponía de caldera, turboalternador y torre de refrigeración.

En mayo se demolieron las tres torres de refrigeración de la central, que dejó de funcionar en junio de 2020. Ahora, con la caída de la chimenea, el horizonte de Andorra queda definitivamente desnudo de este símbolo.

Durante sus cuatro décadas de actividad produjo 224.000 GWh, equivalentes al consumo de electricidad peninsular durante un año. Para ello necesitó 142 millones de toneladas de carbón (110,9 millones de carbón nacional y 31,7 millones de carbón importado).

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