El próximo 16 de febrero, la chimenea de la antigua central térmica de Andorra, 343 metros de altura que dominan el paisaje entre Sierra de Arcos y el Bajo Aragón, se convertirá en 25.000 toneladas de escombro una vez concluya el proceso de derribo con explosivos de este icono de la industria aragonesa del siglo XX. Alrededor de un centenar de oquedades se han repartido por uno de los costados de la base de la chimenea. Allí se colocarán 265 kilogramos de explosivo con el objetivo de que la voladura se asemeje, tal y como señalan los propios trabajadores del desmontaje del recinto, a la tala de un árbol; caerá en dirección al sur, hacia la carretera de Calanda.

Empezarán entonces alrededor de un mes largo de trabajos directamente relacionados con el desescombro de esta instalación, a la que no han salvado ni las reivindicaciones vecinales, ni las de diversos colectivos, fuerzas políticas e instituciones solicitando su protección como patrimonio industrial. Quedará como registro de la operación la actividad de un equipo de drones que llevan ya varios días sobrevolando la zona, tomando imágenes y preparando detalles de una intervención de ingeniería para la que se realizan también diversas pruebas y simulacros. De momento, las diversas reuniones de seguridad determinan un perímetro de seguridad de 600 metros alrededor de la voladura, lo que implica el corte de nueve puntos de acceso a carreteras y caminos del entorno.

Cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, Protección Civil, bomberos y refuerzos de seguridad privada a cargo de Endesa conformarán el grueso humano de un plan de seguridad en el que, como primera medida, se sabe que los trabajadores del desmontaje no acudirán a sus puestos en ese día. Sólo estarán técnicos de Endesa y de la UTE principal contratista de la obra. Los vecinos y propietarios de las parcelas anexas a las instalaciones de la central están en vías de recibir comunicación respecto al derribo de la chimenea; la hora del mismo, las 11.30 horas de la mañana del jueves 16 de febrero, según marca ese plan de seguridad.

Para entonces, se habrá cumplido otra de las fases de las que consta el desmantelamiento completo de lo que fuera uno de los principales generadores de empleo, también de emisiones contaminantes, de toda la provincia de Teruel. De hecho, el derribo de la chimenea de la central marca el punto intermedio de todo este proceso de desmontaje. Iniciado a primeros de 2021, a lo largo del año pasado ya se han ido llevando a cabo las labores de retirada de las cintas de carbón así como la voladura de las tres torres de refrigeración. Restan aproximadamente otros dos años de trabajos de desmantelamiento, en los que se mantienen de manera simultánea entre 150 y 200 puestos de trabajo.

Tomás Santos