La nieve y los barrancos disparan los rescates en el Pirineo con 125 llamadas al 112 en lo que va de año

Preocupa el alto número de barranquistas muertos, cuatro en todo el 2023 y tres de abril a mayo de 2024. Además, varios esquiadores se han visto afectados por aludes.

Salto en el barranco de Yesero donde murió una persona el pasado 9 de mayo.
Salto en el barranco de Yesero donde murió una persona el pasado 9 de mayo.
Guardia Civil

La nieve, todavía abundante en cotas altas del Pirineo, y los barrancos, que este año llevan mucho caudal por las intensas lluvias y el deshielo, han disparado los accidentes de montaña en este inicio de la temporada estival de rescates. El Centro de Emergencias del 112 SOS Aragón ha atendido ya 125 llamadas relacionadas con incidentes en el medio natural (entre el 1 de enero y el 15 de mayo) y a ellas habría que añadir los avisos comunicados directamente a la Guardia Civil. La cifra representa algo menos de las registradas el año pasado (202), cuando se alcanzó un nuevo récord de salvamentos, pero se sitúa por encima de la de 2022 (100).

La primavera está siendo complicada para los Grupos de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil, sobre todo los fines de semana. Entre el 20 y el 21 de abril se produjeron 10 rescates en el Pirineo, tres de ellos en el Aneto, que en esta época del año recibe a numerosos esquiadores de montaña. Y del 10 al 12 de mayo hubo 11 auxilios, entre los que destacan dos avalanchas que por fortuna se saldaron sin consecuencias fatales, ambas en Benasque.

Pero sobre todo este inicio de año está resultando trágico para el barranquismo, ya que en menos de un mes murieron tres personas practicando esta actividad, del total de seis fallecidos en lo que va de año en la montaña. Las víctimas fueron una mujer francesa de 53 años en Tella-Sin el 14 de abril; un bombero madrileño de 35 en la cascada de Sorrosal, en Broto, dos semanas después; y un vecino de San Sebastián de 47 años que había estado destinado como policía nacional en Jaca, el 9 de mayo en un cañón del municipio de Yésero. Una cifra elevada teniendo en cuenta que en todo 2023 murieron cuatro barranquistas, y que en 2022 no se produjo ningún fallecido.

Todos presentan un denominador común, las crecidas del caudal y las fuertes corrientes por las tormentas, más allá de que la causa del accidente se deba a un problema con las cuerdas. Los dos últimos, en la cascada de Sorrosal y en Yésero, ocurrieron mientras las víctimas hacían un rápel.

Marta Ferrer, coordinadora de la campaña de prevención Montaña Segura, recuerda que es época de mayencos y los barrancos van más vivos "y pueden estar muy peligrosos". En días de calor, independientemente de que haya o no tormentas, el caudal se incrementa. Ella aconseja "preguntar en la zona, en la red de informadores voluntarios y las empresas de turismo activo", porque "es muy importante que la corriente sea adecuada a la capacidad física y técnica de todo el grupo".

Otro factor de riesgo es la nieve. Todavía queda un manto continuo considerable en las cumbres y los neveros son frecuentes en cuando se asciende por la alta montaña. En la zona de las Maladetas y el Aneto, muy frecuentadas en esta época del año por esquiadores, el refugio de Cap de Llauset acumula a mediados de mes 35 centímetros de nieve tras la última nevada. La Agencia Estatal de Meteorología y el centro Alurte de Canfranc dejaron de emitir a principios de mayo boletines de peligro de aludes, pero el riesgo persiste mientras exista nieve en la montaña, "y más a medida que avanza el día en las jornadas muy calurosas", advierte la experta.

El estado de la nieve, que ha causado varios accidentes los últimos fines de semana, puede suponer un problema añadido. "Hay días de mucho calor, con nieve muy húmeda y pesada que puede facilitar las caídas; y, también días de frío y nieve dura, con problemas de deslizamiento", afirma Marta Ferrer. 

La coordinadora de Montaña Segura aconseja además evitar los cruces de neveros sobre barrancos, donde ha habido accidentes fatales al hundirse los puentes de nieve al paso de una persona, y aquellos horadados por debajo, en los que existe la tentación de entrar a hacerse una foto pero que se pueden derrumbar, también con trágicas consecuencias.

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