El virus no da tregua a la zona oriental, resignada a seguir en fase 2

Fraga acumula un tercio de los 624 contagios notificados en diez días, pero el goteo de casos es continuo en el resto de ciudades y comarcas sometidas a restricciones, que no se plantean la desescalada.

Una enfermera realizando pruebas en la carpa instalada en el Hospital Provincial de Huesca.
Una enfermera realizando pruebas en la carpa instalada en el Hospital Provincial de Huesca.
Rafael Gobantes

Más de un mes después del retroceso de las comarcas orientales de Huesca, que apenas disfrutaron unas horas de la nueva normalidad, la epidemia de coronavirus sigue sin darles tregua. Entre el 21 de julio, primer día que se difundieron los datos de positivos diagnosticados por zonas básicas de salud, hasta el pasado viernes, 30 de julio, las áreas en fase 2, excluida Zaragoza y su entorno, registraron 624 contagios, es decir, más de 60 diarios. Hay parámetros que invitan al optimismo, como la reducción en el porcentaje de PCR positivos (se realizan cientos de pruebas diarias, hasta 500 en el sector Huesca) y el amplio control en los rastreos. Sin embargo, la curva no acaba de caer: a una jornada de notable descenso le sigue otra de repunte.

El área de salud de Fraga, con una población atendida de 20.974 personas, sigue a la cabeza de los contagios. Sumó 207, un tercio de los diagnosticados en ese periodo en las comarcas de Bajo Cinca, la Litera, Cinca Medio, Monegros, Bajo Aragón-Caspe y las ciudades de Barbastro y Huesca, cuyos centros de salud abarcan 127.000 habitantes. En segundo y tercer lugar aparecen dos áreas sanitarias vecinas, Mequinenza y Caspe, con 63 y 48 casos. En medio se cuela Huesca Rural, con la salvedad de que 54 de los 62 corresponden al brote en la residencia de Chimillas.

"Precaución absoluta", resume Carmen Costa, la alcaldesa de Fraga, donde se trabaja "como si estuviéramos en fase cero". Es cierto que en una semana se ha pasado de la extrema preocupación (un 50% de positivos en las PCR y un nuevo perfil de infectados, ya no solo temporeros, también jóvenes autóctonos), a una cierta calma, al descender el porcentaje al 20-30%. Además, los casos están controlados, afirma, y los rastreos son muy efectivos. Sin embargo, continúa, "ni Salud Pública nos ha planteado la desescalada, ni el Ayuntamiento va a pedirla, porque nos jugamos mucho y lo primero es la salud". La fase 2 conlleva restricciones, pero al mismo tiempo permite mantener en alerta a la población, recalca.

En Caspe, otra de las áreas de salud con más contagios, la curva va de bajada, constata su alcaldesa, teniendo en cuenta el aumento de PCR realizados (65 algunos días). No obstante, Pilar Mustieles se suma a la consigna de no bajar la guardia "porque esto es muy incierto". La responsable municipal considera que "las cosas se están haciendo bien". "Estar en fase 2 supone una mala publicidad para nuestros pueblos y ciudades, pero el esfuerzo en pruebas y rastreos es una manera de prevenir y proteger a la población", manifiesta.

"La vida debe continuar"

En el ranquin de contagios se sitúa después Monzón, capital de Cinca Medio, con 40 casos en 10 días, que se ha adaptado a las circunstancias sin renunciar a determinadas actividades. La fase 2 no ha impedido poner en marcha las piscinas o la ludoteca, "porque la vida en la ciudad debe continuar", dice su alcalde, que vive "con preocupación" los efectos económicos de las restricciones en el comercio, la hostelería y el ocio nocturno. Según recuerda Isaac Claver, Monzón no fue el origen, pero se vio arrastrada por la oleada de los brotes en las zonas agrícolas de su entorno.

En Sariñena, con toda la comarca en fase 2 rígida desde el 24 de julio, se optó por lo contrario. El municipio no abrió piscinas, parques ni ludotecas, "y las familias están conformes", asegura la teniente de alcalde, Lorena Canales. Incluso antes de que la DGA recortara el horario de bares habían preparado un decreto. "No hemos tenido que retroceder porque no habíamos tirado para adelante", resume. El porqué está en los graves efectos que tuvo la pandemia en esta población, con 13 vecinos muertos, la mayoría en la residencia. Su área de salud contabiliza 34 casos desde el 21 de julio y, aunque ha habido familias enteras confinadas por un brote en adolescentes, el pasado domingo ya no quedaba nadie aislado en Sariñena, según Canales, sí en algún pueblo del entorno como Castelflorite.

La decisión es de Sanidad

Ninguno de los alcaldes consultados critica las medidas adoptadas por Salud Pública porque consideran que han contribuido a frenar el contagio. "Somos optimistas, se están haciendo muchas pruebas y baja el porcentaje de positivos, pero hay que seguir bajo control porque esta es una situación muy dinámica y se puede revertir en horas", opina Juan Carlos García, teniente de alcalde de Binéfar. "Nos gustaría estar en la normalidad, pero las autoridades sanitarias deciden y aquí el sector primario no para", señala, destacando que la transmisión ha pasado del mundo laboral al social. Binéfar contabilizó en diez días 22 casos, los mismos que Tamarite de Litera.

Barbastro ha sido la última ciudad en sumarse al mapa de zonas con restricciones. En su caso se puede hablar de goteo de contagios (10 en otras tantas jornadas), lo que no hace olvidar que la razón del retroceso fue un repunte de 21 positivos, recuerda el alcalde, Fernando Torres, que lo atribuye al elevado número de PCR. Coincide con sus colegas en apoyar la gestión frente a estos rebrotres y se muestra optimista. "Si la tendencia se mantiene sería factible volver a la normalidad". El sector turístico tiene un peso muy elevado en la ciudad, con las bodegas y la sierra de Guara como referentes, y el comercio y la hostería están "inquietos", destaca, "pero hay que ser cautos para evitar otro retroceso".

Quien estos días respira más aliviado es el alcalde de Zaidín, donde se originó el foco hace un mes, concretamente en la empresa frutícola La Espesa, que ahora trabaja con normalidad. "Ya apenas hay casos en el municipio, y los positivos son más fáciles de rastrear y confinar que cuando se trataba de temporeros, pero la gente mayor sale poco a la calle y Lérida está cerca", advierte Marco Ibarz.

Un mapa salpicado

El sábado se notificaron 18 nuevos casos en la zona de salud de Fraga, 10 en las cuatro de Huesca, 6 en Caspe y 4 en Monzón, Binéfar y Albalate de Cinca. En esta área sanitaria, de apenas 5.000 habitantes, se ha llegado ya a 40 contagiados.

Pero la epidemia no se circunscribe a las comarcas y ciudades en fase 2, el virus salpica el mapa de la provincia de Huesca más allá de esas zonas. Según los datos del Gobierno de Aragón, en los últimos diez días, la zona de salud de Jaca ha sumado 21 positivos (de ellos, 10 se diagnosticaron el 22 de julio y 7 el 26), 8 la de Sabiñánigo, 6 la de Aínsa, 5 las de Ayerbe y Biescas o 3 la de Graus.

En vísperas de San Lorenzo

"Prudencia" es la receta del alcalde de Huesca, Luis Felipe, con las ‘no fiestas’ de San Lorenzo a la vuelta de la esquina. La ciudad retrocedió hace tres semanas. Al principio no todos lo entendieron porque había muy pocos casos. Y es que la gravedad no estaba en los números sino en el contagio comunitario, con positivos deslocalizados y sin conexión. En 10 días, las áreas de salud urbanas (Santo Grial, Perpetuo Socorro y Pirineos) han sumado 57. "Estamos viendo las consecuencias de las relaciones compartidas de semanas pasadas, porque el virus sigue aquí, y debemos hacer un esfuerzo pensando en los sectores más vulnerables", declara.

A una semana de San Lorenzo y aunque no habrá fiestas ("ni oficiales ni extraoficiales", insiste), el alcalde de Huesca se mira en el espejo de Pamplona, donde se han producido rebrotes por encuentros privados en los sanfermines. "La mayoría de los ciudadanos están demostrando una gran responsabilidad, pero no podemos descuidarnos", concluye.

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