Las postales de Zaragoza que ya solo existen en los archivos

Muchas de las imágenes icónicas de los años 60 y 70 a orillas del Ebro se han perdido. La tala de palmeras del parque Grande ha acabado con otra estampa clásica de la ciudad.

Algunas de las estampas de Zaragoza, varias de ellas coloreadas, del archivo municipal.
Algunas de las estampas de Zaragoza, varias de ellas coloreadas, del archivo municipal.
AMZ

Hace unos días se talaron las palmeras de la fuente de Neptuno del parque Grande de Zaragoza. Se perdió así una de las postales de la capital aragonesa, pues la estampa ilustró no pocas tarjetas de viaje allá por las décadas de 1960 y 1970 que fue, efectivamente, la edad de oro de las postales. Al igual que la antigua rosaleda de la misma zona verde, estas imágenes pueden tildarse de icónicas porque trasladaban una amable imagen de la ciudad y los turistas las enviaban a sus allegados para que se hicieran una idea de cómo era la capital del Ebro.

Aún se pueden encontrar algunas de estas postales en las ferias de libro antiguo, en el mercadillo de los domingos de la plaza de San Francisco o en webs como TodoColección, donde se oferta un manojo de media docena de imágenes (que ya amarillean) al módico precio de dos euros. Hay varias de estas fotos que se detienen en un parque Grande que ha ido variando su fisonomía y, por ejemplo, en algunas se ve el Rincón de Goya, que fue víctima de la piquete allá por 2006.

La clásica foto de los bañistas en la arboleda de Macanaz a finales de la década de 1920.
La clásica foto de los bañistas en la arboleda de Macanaz a finales de la década de 1920.
Heraldo

Sin embargo, la postal más clásica de Zaragoza por los siglos de los siglos es la del río Ebro, el puente de Piedra y la silueta del Pilar al fondo, bien sea con dos, tres o ya las cuatro torres, que se acabaron de levantar en 1961. Antaño se incorporaban también una ronda de joteros en Macanaz o en el Balcón de San Lázaro, pero hoy los ‘coros y danzas’ han desaparecido. También lo han hecho los bañistas que hace décadas se arremolinaban en torno a lo que hoy sería Helios y que también fueron objeto deseo para los fotógrafos del siglo pasado. De hecho, la estampa de lo que eran las casetas de los antiguos baños era tan popular como la de la barca del Tío Toni o las pasarelas colgantes y bamboleantes sobre el río que desaparecerían en 1967 con la construcción del puente de Santiago como nuevo paso.

La plaza del Pilar, en una configuración propia de finales de los 80.
La plaza del Pilar, en una configuración propia de finales de los 80.
Heraldo

La plaza del Pilar fotografiada no desde el Ebro sino desde los aledaños de la calle Alfonso es otra estampa clasiquísima que ha variado mucho con el paso del tiempo. Las postales de los años 60 la muestra con vegetación, árboles de buen porte y, también, un aparcamiento delante de la Lonja que afea el cuadro. Es curioso que, pese a la magnificencia del Pilar, algunas tomas se centran en otros espacios de la plaza: allí donde hoy está la fuente de la Hispanidad, antes de 1991 había un ‘altar a la patria’, que es el que fue trasladado a la entrada del cementerio de Torrero. También hay fotografías que buscan un toque de modernidad y se centran en el templete que se ubicaba junto a la manzana de oro y que en su día albergó la oficina de Turismo. Hasta hace treinta años tampoco existía en cubo de alabastro sobre el Foro Romano y, sin embargo, sí podía verse el arco del Arzobispo, que era una suerte de gemelo del arco del Deán, pero que se desmanteló allá por 1969.

Son innumerables las fotos antiguas que vienen a la mente que están relacionadas con el urbanismo, las máquinas de demolición y las necesidades de crecimiento de la ciudad. Algunos añoran la majestuosa fachada de la antigua Universidad que daba a la plaza de la Magdalena, en muchas fotos junto a la torre mudéjar de la iglesia, y otros recuerdan todas y cada una de las puertas que tuvo Zaragoza, la mayoría de las cuales hoy se recuerdan con trampantojos. Popular es también la foto de la puerta del Carmen, con casas 'pegadicas' a sus vanos y el Café Levante en sus bajos.

La 'Universidad Literaria' de la Magdalena
La antigua sede de la 'Universidad Literaria' de la plaza de la Magdalena
AHMZ

No obstante, entres los tesoros de los coleccionistas y en el propio archivo municipal que se puede consultar ‘online’ hay otra serie de estampas más costumbristas y populares como las de las fiestas del llamado Iris Park, que se inauguró en 1931 con su cine, su teatro, su pista de patinaje… Aquel complejo fue demolido en 1953 para dar paso a lo que sería el Teatro Fleta, hoy también completamente olvidado y acumulando deterioro.

El Servet recién concluido y la Romareda sin edificar, en la década de 1950.
El Servet recién concluido y la Romareda sin edificar, en la década de 1950.
Mompel/Heraldo

Entre los años 60 y 70 llama la atención el interés que había por el crecimiento de la ciudad hacia el sur y cómo la torre de la Cámara de Comercio o el propio parque Grande comenzaban a verse más arropados por las construcciones que se levantaban en el entorno. Es curioso cómo en la colección de postales del archivo Jalón Ángel, que fue recientemente reeditada por el Grupo San Valero, se encuentran documentos del ‘Nuevo parque Primo de Rivera’ o una ‘Vista del Cabezo Buena Vista’, sin asomo ni sospecha del ‘boom’ urbanístico que llegaría después: las obras de la Romareda y de la Casa Grande (véase Hospital Miguel Servet) protagonizan cientos de imágenes de la época del desarrollismo en la que se aspiraba a dar una imagen más moderna y actual. Entre las imágenes más modernas ya desaparecidas pueden hallarse en un rastro por los archivos el paso a nivel de Las Delicias o los arcos de Martín Trenor que se tiraron abajo en la reforma del Mercado Central.

Desde entonces y hasta la actualidad, ha habido otro hito que ha cambiado las postales de Zaragoza: la Expo de 2008 y la transformación de Ranillas con edificios que se han convertido en símbolos de la ciudad como el pabellón Puente o la Torre del Agua. Sin embargo, lo que más ha desbaratado el objeto de este reportaje es que comprar, escribir y enviar ya no se estila. Las imágenes clásicas de la ciudad seguirán alterándose en un futuro, pero ya sólo se percibirá comparando las fotos nuevas con las antiguas del Whatsapp.

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