zaragoza

La huella sobre la piedra mudéjar del antiguo arco del Arzobispo

Medio siglo después de que se derribara el 'gemelo' del arco del Deán, algunos turistas aún preguntan por este pasadizo al ver el paño mudéjar de la Seo.

La huella en la piedra y una foto de 1930 con el arco aún en pie.
La 'f' en la que se adivina el arco en el lateral de la Seo y una foto de 1930 del mismo.
Heraldo

Muchos turistas que tras cruzar bajo el arco del Deán quedan embelesados por el paño mudéjar de la Seo se preguntan qué son esos restos en piedra con forma de ‘f’ que aún perviven en la fachada lateral de la catedral de San Salvador. Los guías turísticos les explican que son los vestigios del antiguo arco del Arzobispo, que hasta 1969 unió el templo con el palacio arzobispal y que aún está presente en la memoria de muchos zaragozanos. 

Era, como cuentan las crónicas de hace 50 años, "el arco que daba acceso al Boterón" y servía de cierre a uno de los rincones con más encanto de Zaragoza. Unía la plaza de San Bruno con la del Pilar y, se cuenta, que servía para que el arzobispo y el resto del Cabildo no tuvieran que poner el pie en la plaza para ir del palacio a la catedral. Es cierto que su valor arquitectónico era más bien escaso, pero resultaba icónico y su imagen está presente en multitud de fotografías antiguas de procesiones, desfiles y celebraciones a las puertas de la Seo.

Una de las postales de los años 60 donde aún se ve el arco.
Una de las postales de los años 60 donde aún se ve el arco.
AMZ

Cuando están a punto de cumplirse 54 años de su derribo, es curioso ver cómo se justificó entonces (el mismo año, por cierto, que el hombre llegó a la Luna) que el arco fuera objeto de la piqueta. "Es un pegote", decía el delegado de Urbanismo de la época, Amador Olidén, quien se propuso modernizar todo el sector del que se llamaba barrio de la Seo. "Yo estoy de acuerdo con su derribo, pero hay muchas opiniones sobre el particular", añadía. Lo de ‘pegote’ se decía porque algunos historiadores decían que la construcción restaba visibilidad a la fachada mudéjar y porque, en opinión de los munícipes, "lo ideal es que la silueta de la catedral quede aislada, sin aditamentos arquitectónicos que solo sirven para afear un todo armónico". Fue en ese mismo año, 1969, cuando se afrontó la restauración de la fachada del palacio arzobispal y, en consecuencia, "el defecto quedó de manifiesto".

El arco, al fondo, durante unas celebraciones en 1967.
El arco, al fondo, durante unas celebraciones en 1967.
GERARDO SANCHO/AMZ

El paso, según los diversos manuales de arte y como puede leerse también en la web del Alma Mater Museum, era un paso cubierto que contaba con seis ventanas: tres a la plaza de la Seo y otras tantas que daban a San Bruno. "Estaba coronado por una balaustrada. Todavía muchos zaragozanos recuerdan cómo el cierzo corría a través de él", explican en el diocesano. El derribo contó con el visto bueno de la Dirección General de Bellas Artes, que quizá no valoró lo suficiente su vínculo con la memoria de la ciudad del "curioso pasadizo", que formaba ya parte de la postales tan populares en los años 60. 

Dos crónicas de HERALDO de junio y julio de 1969 sobre la demolición.
Dos crónicas de HERALDO de junio y julio de 1969 sobre la demolición.
Heraldo

El día en el que la piqueta llegó a la plaza de la Seo, aquel 2 de julio de 1969, en HERALDO se leía que se iba a acabar con el "añadido" que restaba "belleza a la recién restaurada fachada y gracilidad al conjunto de la Seo". En la crónica, los periodistas preguntan al vicario de la archidiócesis Luis Borraz si recuerda cuándo fue construido el arco, a lo que el religioso responde: "Todo hace pensar que es de la misma época que el palacio, ya que está situado entre dos ventanas sin espacio. En su puesto hubiera debido figurar una ventana más". Los especialistas aseguran que la singular pasarela debió de construirse a finales del siglo XVI, en tiempos en los que Andrés Santos era arzobispo a orillas del Ebro.

Así se veía la plaza del Pilar bajo la pasarela del Cabildo.
Así se veía la plaza del Pilar bajo la pasarela del Cabildo.
AMZ

Lo cierto es que Zaragoza no es una ciudad que se pueda preciar de haber conservado con mimo sus arcos patrimoniales, pues la mayoría de ellos yo solo figuran hoy en los libros de historia o la memoria colectiva. Años antes de lo sucedido con el del Arzobispo, en 1942, ya se había echado abajo ya en nombre del progreso el también icónico arco de San Roque, que estaba en el Coso y que fue bastante llorado por los vecinos. Tampoco ya casi se recuerda el que fuera arco de los Cartujos y que tenía forma ojival en una calle que hoy ya no existe (la de Goicoechea) a la altura de la actual Delegación del Gobierno. 

Por hablar también de supervivientes, al margen del preciosísimo arco del Deán datado en el siglo XIII y ubicado sobre un lugar telúrico -al menos, eso dicen las leyendas urbanas-, en la Zaragoza de hoy en día aún se puede ver pegado a la iglesia de Santiago el arco de San Ildefonso. Cuentan que este perteneció al convento del mismo nombre construido en 1604, pero dos siglos después, con la desamortización de Mendizábal, se abandonó y quedó en ruinas. 

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