fotografía. ocio y cultura

La historiadora del arte Pilar Irala traza una nueva visión de la fotografía de Jalón Ángel

Elogia su versatilidad y su variedad, su afición a los viajes, y su pasión por la enseñanza en un libro lleno de detalles, fotos y cartas 

Autorretrato de Jalón Ángel.
Autorretrato de Jalón Ángel.
Jalón Ángel.

ZARAGOZA. La novela ‘Volar alto’ (Xordica, 2020) de Jorge Sanz Barajas tiene muchos valores: uno de ellos, sin duda, es el retrato del panorama artístico que traza de la posguerra; otro es el apunte sobre un fotógrafo y pintor, precursor del color en cierto modo y maestro del retoque, como Jalón Ángel, que había nacido en Viana (Navarra) en 1898, se formaría en París y desembarcaría en Zaragoza en 1926, al adquirir el estudio de Dücker, que se trasladaba a Sevilla.

Si para algunos, el vínculo de Jalón Ángel con Franco –fue a retratarlo varias veces a El Pardo– provocaba alguna reticencias, Sanz Barajas realizó un retrato afectuoso del artista, protector del pintor Ciriaco Párraga y su compañera La Tellito. La profesora y fotógrafa Pilar Irala matiza aún más esa visión en ‘Jalón Ángel (1898-1976). Más allá del fotógrafo’ (Tirant Humanidades) y demuestra que sus fotos políticas apenas superan el 5 % del total.

«Fue amigo de profesores universitarios e intelectuales», escribe Pilar Irala, acogió y protegió a Párraga, salió de España para fotografiar a don Juan de Borbón y María de las Mercedes en Roma en 1939, y «fue uno de los mayores impulsores de la formación fotográfica en España y pieza clave en traer las técnicas de fotografía a colores a los estudios en los años 50». Otro aragonés, médico, artista y científico como Santiago Ramón y Cajal publicó en 1912 ‘La fotografía en colores’.

Jalón Ángel era un maestro del retrato: he aquí un ejemplo, el actor Pepe Isbert.
Jalón Ángel era un maestro del retrato: he aquí un ejemplo, el actor Pepe Isbert.
Jalón Ángel.

Jalón Ángel era el nombre artístico de Ángel Hilario García de Jalón Hueto, hijo de agricultores. Fue magnífico dibujante de niño, se formó en el estudio de Alberto Muro, y se trasladaría a París con su hijo Abelardo. Pilar Irala recuerda que primero se instaló en Lyon y más tarde en París. Era un joven con determinación, capaz de mantenerse por sí mismo. Allí, con algunas tretas para conseguir clientes, se hizo con un modesto nombre con sus dibujos y fotos, y «aprendió la técnica fotográfica con las ‘cámaras de galería’».

Ya en Zaragoza empezó a ser reconocido cuando retrató a una joven de la alta sociedad, Conchita Mantecón, algo que no descuidaría jamás. Dicen que llegó a realizar 480.000 fotos, que componían su archivo: muchas de ellas se perdieron o se destruyeron. Cuando se le hizo una exposición retrospectiva en los años 80 en el palacio de Sástago se vio una amplia muestra de su veta artística y profesional: captó a la clase política (entre ellos Franco y su esposa Carmen), a gentes del cine y del teatro, de la cultura, pero también a muchas familias.

De formación pictorialista, poseía una gran capacidad de trabajo y versatilidad. Esencialmente fue un fotógrafo de estudio, pero también de viajes, de arquitectura y de la sociedad de su época

Hizo muchos retratos, muy cuidados, con un punto de glamur. Había aprendido mucho en Francia de la práctica directa pero también asimilaría las vanguardias y a maestros como Irving Penn, Cartier-Bresson o Cecil Beaton. Consolidado ya en la ciudad, perteneció a la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza y redactó sus críticas de fotografía en la revista ‘Aragón’ del SIPA y se carteaba con los fotógrafos más conocidos del momento, entre ellos André Kertész.

De formación pictorialista, poseía una gran capacidad de trabajo y versatilidad. Esencialmente fue un fotógrafo de estudio, pero también de viajes, de arquitectura y de la sociedad de su época.

Si fue uno de los primeros retratistas de la Academia General Militar, también lo fue de las primeras imágenes de la Virgen del Pilar. «Siempre he preferido el retrato de cuerpo entero (…) Desde luego, nunca he partido de normas preconcebidas y para mí la presencia de un modelo me sugiere siempre un tratamiento diferente», diría más tarde. Componía de maravilla y poseía oficio y gusto. Murió en 1976.

EL LIBRO

Jalón Ángel, uno de los grandes fotógrafos aragoneses del siglo XX, tuvo estudio en la calle Alfonso y luego en la calle Espoz y Mina. En 2011, su legado –negativos, positivos, placas, cámaras– se incorporó a la Universidad San Jorge, que ha creado un premio fotográfico que lleva su nombre.

De todo ello, y de mucho más (el intento de detención y sus problemas con Serrano Suñer, por ejemplo, tras visitar a don Juan de Borbón), habla Pilar Irala en ‘Jalón Ángel (1898-1976). Más allá de la fotografía’ (Tirant Humanidades, Grupo San Valero y Observatorio Aragonés de Arte en la Esfera Pública, 2022. 234 páginas.)

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