Turismo térmico: cómo disfrutar de unas vacaciones lejos del calor en Aragón

Crece la demanda de destinos de verano en los que hay que echarse una ‘rebequita’ sobre los hombros o, incluso, dormir con pijama largo.

El camping de Las Corralizas en Bronchales (Teruel), el más alto de España
El camping de Las Corralizas en Bronchales (Teruel), el más alto de España

Esta semana ha llegado una DANA que ha hecho que las temperaturas en Aragón estén un poco revolucionadas: tan pronto suben como descienden de forma abrupta. No obstante, pocos rincones se van a librar de los rigores del calor de julio (dan 38 grados en la ribera del Ebro), en otro de esos episodios de altas temperaturas cada vez más frecuentes. Los expertos advierten de que, aunque la playa es un destino invencible en los meses de estío, cada vez se demandan más "lugares donde estar fresco", en lo que ya ha dado en conocerse como ‘turismo térmico’.

El norte de España cotiza al alza. Hay quien incluso denomina a Llanes, en Asturias, "el Benidorm del norte" porque todos los meses de agosto cuelga el cartel de ‘completo’, pero también hay ciudades como Santander o Bilbao, que incrementan el número de visitantes que buscan temperaturas suaves y un calor más llevadero. "El turismo térmico se afianza con cada ola de calor. Se busca escapar de las asfixiantes temperaturas y tener una refrescante brisa por la noche", explican los 'tour-operadores' y las agencias de viajes.

El fenómeno del 'turismo térmico' reúne a quienes quieren escapar de las altas temperaturas.

Aragón tiene también un buen puñado de espacios muy seductores para este turismo que huye de los sofocos y que gusta de dormir con pijama largo (e, incluso, manta) aunque sea en el mes de agosto. ¿Acaso el llamado 'Triángulo de hielo' de Teruel afloja su gelidez en verano? En el camping de Bronchales, el más alto de toda España a 1.727 metros, están estos días a tope. Sus bungalós son los más deseados, pero en la zona de acampada también queda poco espacio para poner una tienda más.

Jorge Alonso, gestor del camping Las Corralizas, explica que su popularidad no ha dejado de crecer y que cada año pasan por sus instalaciones entre 12.000 y 13.000 personas. "La mayoría proceden de la Comunidad Valenciana, que queda muy cerca, pero también hay un incremento de visitantes procedentes de Zaragoza, porque estamos a una hora y media de la capital, queda más cerca que ir al valle de Benasque", explica. 

La terraza del parador de Sos aún mostraba animación hace quince días.
La animada terraza del parador de Sos del Rey Católico.
N. Barceló

Las Corralizas cuenta con ocho empleados durante todo el año, pero refuerza su plantilla para los meses de verano con entre 20 y 24 trabajadores. En Bronchales es habitual ver a los clientes con chaquetas y sudaderas, y Alonso destaca entre los puntos fuertes de su negocio el contacto con la naturaleza pero, también, el ‘confort térmico’ de las noches de verano. Cuenta el gerente que en los bungalós, "que nada tienen que envidiar a las habitaciones de hotel", hay conexión con Google Nest, que es un sistema domótico que dispone termostato inteligente. Viendo la previsión meteorológica de Aemet, en Bronchales dan para los próximos días unas máximas de 28 grados y unas mínimas de 13, lejos, muy lejos, de lo que serán las noches tropicales que es posible que regresen a orillas del Ebro.

Griegos en la sierra de Albarracín, Tramacastilla de Tena en el Pirineo de Huesca o Luesia, en las Cinco Villas, son otros de los pueblos, donde sus habitantes duermen estos días con la sábana hasta la nariz. El motivo es que su ubicación en las sierras y altiplanos permite disfrutar de temperaturas frescas y no pasar tantos apuros en la canícula. En el caso del municipio turolense, su título de ser el 'pueblo más frío de España’ podría decirse que lo revalida en verano', dado que las máximas en los meses estivales rara vez superan los 28 grados y las mínimas son de 9, toda una invitación a echarse un abrigo en la maleta.

Gente bañándose en el pozo Pigalo
Gente bañándose en el pozo Pígalo
Laura Uranga

Donde también se olvidan -al menos de noche- del sol abrasador y los abanicos o el aire acondicionado es en Sos del Rey Católico, cuyo parador registra una ocupación superior al 80% durante el verano. Como destino turístico térmico es una opción extraordinaria, dado que permite disfrutar del patrimonio con una agradable temperatura. Además, a pocos kilómetros, está el pozo de Pígalo, otro atractivo de primer orden que pone en el mapa a la localidad de Luesia. Este punto de las Cinco Villas duplica sus poco más de 300 habitantes en verano gracias a las rutas senderistas, el curso del río Arba y a que su temperatura máxima promedio en el mes de julio no supera los 24 grados.

Ni qué decir tiene que los puntos más elevados y recogidos del Pirineo también son un polo de atracción para este tipo de turismo, como habrán constatado quienes disfruten de los conciertos de Pirineos Sur, donde entrada la madrugada más vale tener un jersey (y una copa) a mano. Al igual que en Lanuza, lo mismo sucede en Benasque, SeiraBonansa, Tramacastilla... En muchas de estas localidades los comerciantes no tienen problemas para seguir las indicaciones del plan de ahorro energético como el veto a bajar el aire acondicionado de los 27 grados, porque les basta con abrir la puerta de la calle para ventilar con una agradable brisa.

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