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Mariquita Pérez, Nancys y Guendalinas: las muñecas que hicieron sombra a Barbie

La rubísima de Mattel está arrasando en taquilla, pero en los corazones de muchos españoles aún rivaliza con las Barriguitas o la gigantesca Rosaura. 

Mariquita Pérez, una Nancy, un modelo de Sindy y una Bratz.
Mariquita Pérez, una Nancy, un modelo de Sindy y una Bratz.
Heraldo

Barbie viene de arrasar en taquilla. Ha sido uno de los mejores estrenos del año (6,8 millones de recaudación en su primer fin de semana en España) y, sobre todo, de los más virales, pues las redes sociales están llenas del audaz márquetin de la película con los espectadores metidos en cajas rosas posando como la muñeca de Mattel. Es una obviedad decir que Barbie, más de 60 años después de su debut en las tiendas de juguetes, sigue siendo una reina. Sin embargo, antes de que llegara y arrasara con todo hubo otras muchas muñecas que despiertan nostalgia y que consiguen escapar de la alargada sombra de Barbie para reivindicar un hueco propio.

En España siempre se dijo que la muñeca por antonomasia era la Mariquita Pérez, todo un icono de las niñas ricas de posguerra. El propietario del Museo del Juguete de Albarracín, Eustaquio Castellano, recuerda que las muñecas de porcelana y las peponas de cartón dieron paso en 1938 a la célebre Mariquita Pérez, que "costaba nada menos que 99 pesetas, el sueldo al mes de un obrero de la época".

Cuentan que fue bautizada por intelectuales de la época, entre ellos Luis Escobar, y que tuvo canción propia compuesta por el maestro Guerrero. Aparecía en escaparates, vallas publicitarias, cuñas de radio y tal fue su popularidad que también protagonizó unos cuentos escritos por Torcuato Luca de Tena. Es más, en 1940 se vendía junto a su libro de familia que explicitaba que la muñeca era hija de un militar andaluz y una madre vasca. Casi nada.

Mariquita Pérez
Una exposición con algunos modelos de Mariquita Pérez.
Heraldo

La Mariquita fue una de las protagonistas de una reciente exposición ‘Jugar y soñar’ que pudo verse hasta hace unas semanas en el patio de la Infanta de Ibercaja. Allí se exhibían un sinfín de ingenios jugueteros de aquellos que los Reyes Magos regalaban hace casi cien años y junto a las Mariquitas aparecían también las Peponas, que eran mucho más asequibles (apenas un duro) en la década de 1940. A finales de la década de 1990 la empresa creadora de la mítica Mariquita Pérez lanzó una nueva línea para tratar de conectar con las generaciones más jóvenes ya sin pelo natural ni ojos de cristal ni trajecitos cosidos a mano. Al comienzo fue un ‘boom’ de ventas, pero con el paso de los años se confirma que el fuerte de Mariquita Pérez sigue siendo el coleccionismo: se siguen haciendo series de unas 500 al año en cartón piedra.

En el mundo de las muñecas hubo un antes y un después de los años 60 cuando el plástico comenzó a arrinconar otros materiales como la porcelana o la hojalata. Fue entonces cuando surgió Cayetana, aún en cartón piedra y con un nombre en honor a la duquesa de Alba, y cuando -como muchos lectores recordarán- las de Famosa iniciaron su lento peregrinar hacia el portal (de Belén). Famosa, por cierto, es un acrónimo de Fábricas Agrupadas de Muñecas de Onil (Alicante) Sociedad Anónima. En 1968 salió a la venta la muñeca Nancy de Famosa, que vino a sustituir a una enorme Guendalina, que superaba los 74 centímetros de estatura.

Exposición en el Museo Pedagógico

Aquella fue también la época del club de la señorita Pepis, que si bien no era una muñeca sino un personaje ficticio que ayudaba a interpretar algunos juegos, en torno a ella se creó un club en los años 60 que llegó a reunir a más de 130.000 niñas. Algunos juguetes de esta época se pueden ver actualmente en el Museo Pedagógico de Aragón, que hasta el 13 de septiembre exhibe en su sede de la plaza López Allué de Huesca una muestra que repasa "la educación de las niñas del siglo XIX a la Transición". "Los chicos y las chicas no solo estudiaban en espacios separados, también estudiaban cosas distintas y de otra manera: las labores para ellas y la agricultura para ellos. Los niños leían Juanito y las niñas Flora", explican los responsables de la exposición, que también dedica un espacio al concepto de 'urbanidad', que distinguía entre lo que era conveniente para la niña bien educada y lo que se esperaba del niño. Al margen de los juguetes diferenciados, "las propias escuelas también eran reflejo de los valores de la sociedad: edificios como el Joaquín Costa, el grupo escolar Gascón y Marín o el de la antigua de Magisterio de Huesca tienen dos puertas, dos escaleras, dos pasillos y un recreo dividido: a un lado los niños y, al otro, las niñas".

Dos de los primeros modelos de Barbie, surgida en Estados Unidos en 1959.
Dos de los primeros modelos de Barbie, surgida en Estados Unidos en 1959.
EFE

Poco a poco se iría atomizando la oferta de muñecas y ya en la década de 1970 las Nancy y Barriguitas aún planteaban batalla a una recién llegada Barbie, que se desembarcó en nuestro país en 1978 (en Estados Unidos existía desde 1959) y se convirtió de inmediato en la preferida de las niñas españolas. Barbie fue desde el primer día objeto de no pocas polémicas debido a su exagerada silueta (inspirada en las ‘pin up’ de los años 50), si bien estos ‘vicios’ los fue abandonando poco a poco. Primero su creadora, Ruth Handle, se volcó "en enseñar a las niñas que podían ser cualquier cosa" y así mandó a Barbie al espacio con una versión astronauta en 1965 y surgieron también modelos de arquitectas, policías, antropólogas, cirujanas... El cambio de aspecto físico tardaría más en llegar, pero este siglo se desprendió de su imagen sexista con opciones más reales en lo que a muslos y traseros se refiere.

Algunos de los modelos más sofisticados de Barbie.
Algunos de los modelos más sofisticados de Barbie.
Heraldo

"A finales de los 80 la hicieron mucha competencia los muñecos de Nenuco, que asemejaban ser un bebé, al que podías darle el biberón y acto seguido se meaba. También le apretabas el brazo y hacía pompas", cuenta la coleccionista María Sangrós, de cuya infancia recuerda otras muñecas como "el baby fever o los Pinypon que ahora son muy cabezones y poco tienen que ver con los originales". Todo ellos fueron coetáneos a Barbie, así como la muñeca gigante Rosaura, que llegaba a medir 105 centímetros y que tenía otra cualidad: su pelo crecía si tirabas de él. "Barbie, no obstante, también impuso su ley en Aragón porque recuerdo que llegó a tener un museo en Lanaja", dice Sangrós. Efectivamente en 2008 una coleccionista particular, Pilar Marín-Yaseli, estrenó en el emblemático edificio de La Diezma una exposición con más de 800 muñecas Barbie, que pudo verse durante tres años.

Por cierto, que el coleccionismo en el universo de los muñecos y los juguetes no es exclusivo de las mujeres porque Kent también tiene su tirón y, sobre todo, porque en internet y en las subastas ‘online’ se pagan barbaridades por modelos clásicos de héroes masculinos como Geyperman, Madelman o Actioman. El caso es que en el cada vez más complicado mundo del entretenimiento infantil (sobre todo desde la incorporación de los juegos electrónicos) la venta de muñecos sigue suponiendo una importante porción (en torno al 20%) de la facturación juguetera.

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