patrimonio

Nueva luz para antiguos iconos del comercio (y el diseño) de Zaragoza

La reforma de un edificio en la plaza de Sas recupera el cartel original de La Española, que se conservará al tratarse de un local catalogado.

El local comercial de La Española está catalogado y su rótulo se conservará.
El local comercial de La Española está catalogado y su rótulo se conservará.
José Miguel Marco

Echó la persiana en diciembre de 2014 tras más de 80 años de actividad comercial. Su escaparate era de los más lamineros de Zaragoza y siempre lucía repleto de frutas de Aragón, cerezas al marrasquino y otros dulces típicos de la tierra. La Española era uno de los ultramarinos más fotografiados por los turistas -las figura del baturrico de Jaysso ayudaba- y desde hace unas semanas vuelve a lucir el cartel original de la tienda, probablemente de 1934, tras décadas con un rótulo luminoso encima.

Las obras que se están llevando a cabo en el edificio que hace esquina entre la plaza de Sas nº8 y la calle de Alfonso I nº14 ha sacado a la luz este cartel que despierta no pocas nostalgias. El Ayuntamiento asegura que no solo el inmueble cuenta con catalogación (Interés Arquitectónico A) sino que también el local comercial la tiene y, en consecuencia, el cartel se conservará. Será una isla artesanal entre muchos otros rótulos de la zona de franquicias internacionales y dudoso gusto.

“Tanto este cartel como el de la joyería de al lado, en teoría, están protegidos. Las fachadas deben respetarse tal cual están y por eso en las obras de reforma se han cubierto los rótulos”, explica Jairo Abella, creador junto a Marta Blasco de la plataforma ZGZ Letters, que lleva años velando por los carteles y rótulos más singulares de la ciudad. En su opinión, es imprescindible preservar la memoria de aquel patrimonio gráfico, que bien podría dar lugar a recorridos turísticos por el Casco Histórico zaragozano.

El caso del letrero de La Española es curioso porque no se sabe muy bien si lo que se ve a simple vista desde la calle es un cartel en madera o los huecos que dejaron las letras del luminoso anterior, tras una y otra mano de pintura a lo largo de los últimos ochenta años. Se trataría, en tal caso, de lo que los expertos llaman un ‘ghost sign’, esto es, una especie de rótulo en negativo, según explican los miembros pertenecientes también a la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico (www.patrimoniografico.org).

El interior de la tienda de alimentación en el año 2009.
El interior de la tienda de alimentación en el año 2009.
A. Carreño

“Por supuesto que me acuerdo de la tienda y de todos sus estantes y repisas. Era un colmado de toda la vida”, decía este martes María Ángeles Castillo, en una de las terrazas de la plaza de Sas. La mujer se preguntaba por si se conservarían también las vidrieras de cristal de la fachada -ahora, tapadas- y recordaba cómo iba con su padre a comprar algunas conservas. La Española fue fundado en 1934 por Antonio Hueso Irache y el negocio, que se especializó en frutas de Aragón, fue heredado en 1962 por su hijo. Vivió entonces un momento de auge, que le llevó incluso a abrir otros dos locales en el Tubo, pero fue el de la plaza de Sas el más longevo. “En las fiestas del Pilar no cabía un alfiler en la tienda, que también despachaba longaniza de Graus y vinos de Aragón”, recuerda Castillo.

El informe histórico-artístico del establecimiento señala que casi en su totalidad el local está ejecutado en madera, lo que integra escaparates, puerta de entrada, vitrinas laterales y rotulación original. “Seguramente, como en otro casos, el zócalo de mármol se colocaría para evitar el deterioro lógico de la madera en la parte inferior a ras de suelo”, explican los expertos de Patrimonio.

Se refiere a su decoración como “de formas simplificadas y utilitarias del racionalismo”, lo que no evita que despierta la misma nostalgia que otros icónicos locales de la zona como el recientemente reformado Café 1885 o la Casa Gavín, que lleva años buscando nuevo inquilino.

La que fuera la librería y sala de exposiciones Libros, en la actualidad.
La que fuera la librería y sala de exposiciones Libros, en la actualidad.
Heraldo

Respecto al cartel que hoy vuelve a enamorar a los viandantes, la grafía y composición es propia de las vanguardias que a España llegarían a comienzos de 1930. En la plaza de Sas y en la zona del palacio de Fuenclara se encuentran algunos de los carteles comerciales más antiguos y más bellos de la ciudad, si bien algunos presentan mejor estado de conservación que otros. Gracias al tirón del cartel de la película ‘Las Niñas’, no pocos ‘instagramers’ han emulado la imagen de la película y se han fotografiado junto al cartel de ‘José Alfonso’ en el callejón de Fuenclara. En uno de los arcos del propio palacio también se lee ‘Sellos de caucho, fabricación propia’, de la que fuera mítica imprenta zaragozana Gráficas Minerva. Según recuerda el exégeta José Luis Melero, en aquel local Tomás Seral y Casas editó uno de los libros más emblemáticos del surrealismo aragonés, 'Mascando goma de estrellas. Poemas bobos', en 1931. A pocos metros, ahora con un escaparate totalmente pintarrajeado, está la sala Libros, que fue un soplo de aire fresco para la intelectualidad en la posguerra y que acogió exposiciones de Pablo Serrano, el grupo El Paso y Juan José Vera, entre muchos otros. El local, proyectado por José de Yarza, y el propio rótulo en letra gótica y bicromía están protegidos y resultan una extraña perla neorrenacentista (atención a sus columnas torneadas del mirador) en el corazón de la ciudad.

El Ayuntamiento de Zaragoza tiene intención de recuperar la memoria de muchos de estos establecimientos que consideran -añoranzas al margen- un legado común de los ciudadanos. Hace un par de años se aprobó una ordenanza para proteger hasta 41 locales, entre los que aparecía La Española, así como la cafetería El Real, Hogar Moderno, la joyería Luis Martín Blasco y la antigua papelería Aperte (ahora Frutos Secos El Rincón). La intención de este catálogo es “evitar reformas, mutaciones o cambios en general que atenten contra la esencia de este tipo de locales, que son parte de la historia de la ciudad”.

Desde el Torreón de la Zuda y hasta el Teatro Principal, los turistas pueden completar un itinerario que les lleve a conocer algunas joyas del comercio local, muchas de las cuales llegaron de la mano de la exposición Hispano Francesa de 1908. De comienzos del siglo pasado hay algunos vestigios comerciales que merecen reconocimiento como el artesonado de la citada Casa Gavín, el mostrador de la que fuera La Reina de las Tintas, la antigua joyería Aladrén, la pastelería Fantoba, el local de Paños Fortea o la tienda ‘gourmet’ Montal, donde se conserva el reloj original de la demolida Torre Nueva.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión