PATRIMONIO

Nitrato de Chile, el perdurable atractivo de un cartel casi centenario

Una iniciativa en las redes pide que se declaren estos azulejos Bien de Interés Cultural. Comenzaron a colocarse como campaña publicitaria en la década de 1920 y muchos aún sobreviven en Aragón.

El mosaico de azulejos en Villanueva de Gállego.
El mosaico de azulejos en Villanueva de Gállego.
Julia Mancho

Salió hace meses en un episodio de ‘Cuéntame’. También se deja ver en más de una escena de ‘La trinchera infinita’ y en ‘Luz de domingo’. No cabe duda de que fue un símbolo del medio rural de una España, que ahora comienza a perderse. O no. Porque hay ayuntamientos que consideran que los carteles de ‘Nitrato de Chile’ son parte de su patrimonio y merecen arreglarse y conservarse, lamentablemente, en muchos otros municipios estos reclamos hechos con azulejos han desaparecido.

Esta semana se ha hecho viral una propuesta en las redes sociales en la que los internautas piden que se les dote de cierta protección como ya se hizo en su día con los toros de Osborne o con la simpática figura de la botella del Tío Pepe. Esta circunstancia ha servido para descubrir que, en mejor o peor estado de conservación, muchos de estos rótulos siguen en pie en las fachadas de media España y Aragón, por descontado, no es una excepción. Estos hilos de Twitter también ha servido para despertar nostalgias (muchos usuarios relatan dónde los veían cuando iban en el coche con sus padres) y para reflexionar que el diseño y el arte rotulario de hace cien años era realmente exquisito.

Los carteles de ‘Nitrato de Chile’ estaban pegados en fachadas, bares, casinos, tiendas de ultramarinos, incluso, en algunos pueblos, en las paredes de los ayuntamientos. La gran mayoría se ubicaban a las entradas de los municipios, cuando aún eran cruzados por las carreteras nacionales. De hecho, son estos algunos de los que aún pueden verse en localidades como Villanueva de Gállego, Quinto, Zuera o Alagón, aunque con el devenir de los tiempos hayan pasado a ser casi parte del casco urbano. Abundan en las Cinco Villas y, sobre todo, en la huella de antigua Nacional II, que cruzaba la Celtiberia aragonesa: en la vecina provincia de Soria se encuentran algunos de los mejor conservados. No obstante, la fiebre por el Nitrato de Chile inundó toda España y pueden verse aún carteles desde Altafulla (Tarragona) hasta La Palma, donde acaban de restaurar uno de esos mosaicos publicitarios con 18.000 euros del erario.

Anuncio con la silueta del jinete, en un HERALDO de 1972.
Anuncio con la silueta del jinete, en un HERALDO de 1972.
Heraldo

Pero, ¿qué era el nitrato de Chile y de dónde surgen estos carteles? Este producto fue un abono para los campos de los más populares antes y después de la Guerra Civil. En la hemeroteca de HERALDO se hallan anuncios de este fertilizante natural desde el año 1899, apenas cuatro después de la fundación del periódico. Cuentan que “en una campaña publicitaria sin precedentes” estos carteles comenzaron a colocarse en 1925 y que la empresa hizo una inversión importantísima en la época para que recorrieran toda España. Los primeros que se instalaron son mosaicos de hasta 270 azulejos de cerámica vidriada, si bien con el paso de los años su composición se fue simplificando. La obra, aunque se ha dejado perder en muchos pueblos, se considera hoy una pieza maestra del diseño ‘art decó’ y su creador no es otro sino el arquitecto Adolfo López-Durán. El joven creó la silueta de un jinete con sombrero sobre un fondo amarillo (son los dos colores que mejor contrastan) con una línea clara y sólida. Después se fueron añadiendo lemas como “abonad con”, “único” o “natural”. Con el paso de los años la figura que también imprimía los sacos de cáñamo (luego reutilizados para el grano) se volvió tan icónica que sirvió para hacer un arcaico ‘merchandising’ con ceniceros y algunas vajillas de propaganda que se distribuyeron por España y Portugal. Aún hoy (como las latas de ColaCao o las gorras de Caja Rural) constituyen pequeñas joyas olvidadas en los chamizos de las peñas de los pueblos.

El nitrato noruego, en Santa Isabel, y el de Chile, en Alagón.
El nitrato noruego, en Santa Isabel, y el de Chile, en Alagón.
Heraldo

El nitrato de Chile, según cuentan los expertos, era el “rey de los abonos” y aumentaba la producción de los campos casi de forma milagrosa. Era un fertilizante natural compuesto por nitrato de sodio procedente del país latinoamericano, donde había grandes depósitos de este material, sobre todo, gracias al guano y el salitre de desiertos como los de Atacama. En las páginas de información agrícola de hace 80 años de este mismo diario se narra cómo va llegando a Aragón y cómo con los años aumenta la demanda: en 1909 llegaban 33.600 toneladas, apenas veinte años después ya eran 150.000 en más de 200 vagones. En los años 40 del pasado siglo los responsables de estos nitratos tuvieron un puesto fijo en la Feria de Zaragoza y se cree que fue en esta época, los años 40 y 50, cuando más cartelería se instaló en la Comunidad. “Era un producto tan conocido y tan necesario en la época como la leche en polvo de los americanos o las 'matildes' de Telefónica”, cuenta algún periodista de los que ya peinan canas. Dicen que sus azulejos esmaltados se hicieron “con vocación de perdurar” e, incluso, estos mosaicos han sobrevivido hasta el cese de negocio de los pueblos salitreros chilenos, que hoy están casi deshabitados, pero cuyo legado ha sido declarado por la Unesco patrimonio de la Humanidad.

El cartel de 'Nitrato de Noruega' y la torre de Tauste al fondo.
El cartel de 'Nitrato de Noruega', en una de las principales calles de Tauste.
M. M. M.

¿Por qué llegó su decadencia? Por lo visto comenzaron a utilizarse otro tipo de fertilizantes no ya tan naturales pero sí con idénticos resultados y algo más económicos. El mejor ejemplo es el del nitrato de cal de Noruega, que siguió una política publicitaria parecida y cuyos carteles aún pueden rastrearse en buena parte de Aragón. Hay uno, por ejemplo, con su barco vikingo precioso en la avenida de la Constitución de Tauste y también, sin salir de Zaragoza, en el barrio de Santa Isabel, en tonos azules y de cerámica de Muel, que aparece incluso en los folletos de los paseos que propone el Consistorio. La huella de este tipo de carteles no solo permanece en la memoria infantil de muchos aragoneses sino que también ha dejado marca en el quehacer de los artistas pues el pintor turolense Agustín Alegre recuerda diversas secuencias de sus primeros contactos con los lienzos. Según relata, su afición a los colores procede de Santa Eulalia del Campo, municipio en el que nació, donde había un cartel de nitrato de Chile frente a la ventana del taller de guarnicionero de su padre. Para que no molestara, su padre le daba lápices y papel y el venidero artista iba dibujando la silueta del labriego sobre el caballo.

No hay un registro exacto de cuántos carteles de este tipo se conservan aún en Aragón (hay que sumar aportaciones y aproximaciones de los usuarios de la redes), aunque es conocido que abundan por la zona de Valdejalón, Campo de Cariñena, Daroca y buena parte del Jiloca. En el blog ‘El Retablillo’, del historiador de Villanueva de Gállego Carlos Urzainqui -que en los últimos tiempos ha investigado sobre la casa de Pradilla en la localidad- hace un alegato a favor de la conservación del cartel del municipio, que recibe al viajero por la entrada norte y que en décadas no ha perdido uno solo de sus 108 azulejos.

"Son piezas artesanales que cuentan historias"

"Este tipo de carteles debería considerarse patrimonio gráfico, es un legado común de todos los ciudadanos". Jairo Abella, uno de los responsables del colectivo ZGZ y Aragón Letters, lleva tiempo batallando por que se reconozca que la cartelería y los letreros forman parte del paisaje de ciudades y de su identidad. "Hay que fomentar la conservación de estos murales cerámicos porque son piezas artesanales que cuentan historias. Constituyen parte del patrimonio sentimental: al verlas, nos acordamos de momentos de cuando éramos niños. Forman parte de la imagen de nuestra vida", explica Abella, que también es miembro de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico (www.patrimoniografico.org). Aunque esta plataforma está más centrada en los rótulos urbanos comerciales, "cualquier letrero de este tipo merece su conservación y su restauración". "No sólo los de Nitrato de Chile, en la Red estamos intentando reunir también referencias de otros anuncios de neumáticos Pirelli que están en riesgo de desaparecer porque se derriban edificios para construir algo nuevo".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión