El precio del vehículo eléctrico tardará ocho años en igualarse al de combustión

El informe de la consultoría de negocio KPMG prevé la vuelta al crecimiento de la industria automovilística en cinco años aunque podría ralentizarse por la crisis de suministros

Instalaciones de la planta de Stellantis en Figueruelas.
Instalaciones de la planta de Stellantis en Figueruelas.
Guillermo Mestre

El 61% de los directivos españoles del sector automoción considera que el coche eléctrico necesitará al menos ocho años para bajar de precio e igualar al del combustión. Y casi dos de cada tres (64%) piensa que el uso de los enchufables no podrá generalizarse si no se mantienen las subvenciones. Son algunas de las conclusiones del estudio ‘Global automotive executive survey 2021’, realizado por la consultoría de negocio KPMG de acuerdo a las respuestas dadas por 1.118 ejecutivos de esta industria en todo el mundo a la encuesta que les hicieron en agosto de 2021.

Uno de los mayores frenos para el despliegue del vehículo eléctrico en España sigue siendo la escasa disponibilidad de infraestructuras públicas de recarga, advierten los encuestados. «En el tercer trimestre de 2021 había 12.702 puntos de recarga, con una penetración media inferior a la de la UE (8,8 puntos sobre 1.000, frente a los 20,6 puntos de media europea). Y de ellos, solo el 0,7% correspondía a niveles de potencia de carga superiores a 150 kW», constata Begoña Cristeto, socia responsable de Automoción de KPMG España, que ha dirigido este estudio de un sector estratégico, que genera el 11% del PIB en España y emplea al 9% de la población.

Del plazo en que esta industria recuperará el crecimiento de antes de la pandemia –que se ha visto lastrado por la crisis de semiconductores–, el 32% de los directivos españoles cree que sucederá en los próximos cinco años. Si bien este porcentaje escala al 53% entre los del resto del mundo mientras que el 38% opina que el sector se encuentra en un punto crítico para su futuro. Según Cristeto resulta «prematuro apuntar 2022 como el año de la vuelta a la normalidad». Si este año comienza a normalizarse el suministro de microchips, avanza, «es previsible que la actividad de las plantas españolas retome un ritmo normal para 2023», pero, lo primero es «estar muy atentos a la asignación de nuevos modelos eléctricos a nuestras plantas».

Algo para lo que ve esencial la puesta en marcha del Perte (plan estratégico de recuperación y transformación económica) del coche eléctrico. El Gobierno ha estimado que a los cerca de 3.000 millones de fondos públicos habría que sumar la movilización de 11.900 millones de inversión privada. Una dotación, recuerda esta experta , que ha de permitir «crear un ecosistema para fabricar de manera integral vehículos sostenibles en España haciendo posible la transformación del sector para adaptarlo a la nueva movilidad».

Para la socia responsable de Automoción de KPMG en España, la proximidad de una fábrica de baterías a las instalaciones de los fabricantes es un elemento fundamental de competitividad. Respecto a las posibilidades que tiene Aragón de acogerla, dice que «desde luego la comunidad está magníficamente ubicada, por la proximidad de las plantas de distintos fabricantes de coches en Barcelona, Vitoria o Pamplona».

A los nuevos modelos de negocio que surgirán en el sector se refiere también este estudio. Un 74% de los directivos consultados prevén grandes cambios en el modelo de propiedad y cree que en 2030 la suscripción a vehículos será un modelo competitivo frente a la venta y alquiler tradicional. Además, uno de cada tres cree que serán los fabricantes los mejor posicionados para beneficiarse de prestar este nuevo servicio. 

Los proveedores, en riesgo de reestructuración

Una de las cuestiones que suscita más intranquilidad entre los directivos –así lo reconoce un 68%– es la cadena de suministros. De mantenerse el problema, asegura el estudio de KPMG, de falta de disponibilidad de materias primas y su alto precio «muchos de los proveedores verían en riesgo la continuidad de su actividad». «En los próximos años podríamos asistir a una reestructuración profunda de la cadena de suministro en la que proveedores más pequeños sean adquiridos por otros más grandes o incluso por los propios fabricantes», advierte. Como salidas, los directivos españoles encuestados plantean «el aprovisionamiento directo, acumulación de inventario o relocalización de la producción».

La responsable de Automoción de KPMG en España, Begoña Cristeto, explica que «una de las grandes fortalezas que ha tenido España a la hora de atraer a los fabricantes de coches ha sido su importante ecosistema de proveedores» y por eso, estima, debería «ampliar su relación con sectores como el tecnológico».

KPMG advierte también de la posible reestructuración que pueda darse en la red de ventas de coches, ya que el 78% de los directivos consultados prevé que en 2030 la mayoría de las compras se haga por internet.

Opinión de Benito Tesier, presidente del CAAR

El último informe de KPMG adelanta grandes cambios en la automoción, un sector que debería crecer en facturación y rentabilidad en los próximos 5 años, viniendo de dos malos ejercicios con caídas del 20%. Y en este punto me gustaría poner el foco. La producción mundial de vehículos se estima que crecerá en los próximos años hasta alcanzar los 100 millones de unidades en 2025. Pero ¿llegará ese crecimiento a España? La oportunidad existe, la asignación de nuevos modelos eléctricos debe realizarse, el Perte podría servir de revulsivo para reducir el coste de esas multimillonarias inversiones necesarias para electrificar nuestro portfolio de producto pero tenemos otros problemas hoy, en febrero de 2022, que si no se resuelven antes, avisa el informe, «muchos de los proveedores verían en riesgo la continuidad de su actividad».

El aumento de los costes de las materias primas, de la logística y de la mano de obra, la imposibilidad de encontrar talento para este cambio hacia la electromovilidad y la digitalización de nuestras empresas, y sobre todo, el desmesurado aumento del precio de la energía, pone en riesgo que nuestro sector sea capaz de aprovechar estos cambios.

Siempre hemos trasladado el mensaje de que éramos más competitivos que nuestros vecinos franceses y que por eso se asignaban proyectos a nuestras plantas; pues bien, quitémonos esa idea de nuestra cabeza. Mientras nuestras empresas ven como les doblan el precio de la energía, las empresas francesas reciben subvenciones por parte de su gobierno que cubren más de un 60% de su factura energética, energía, por cierto, generada en centrales nucleares. Socios del clúster de la Automoción en Aragón (CAAR) que tienen plantas en ambos países observan este cambio y se preguntan si desde España se podría hacer algo similar. De no ser así, veremos nuevas asignaciones a plantas europeas y no a españolas.

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