Heraldo del Campo

forrajes

Ventas de alfalfa a flote a pesar de la zozobra en los barcos

Los productores de alfalfa deshidratada dejan atras una complicada campaña en la que han conseguido mantener las exportaciones a pesar de los problemas que la pandemia ha generado en el transporte por mar.

Instalaciones de una industria deshidratadora en la que se producen pacas de alfalfa que viajan a mercados de todos los países.
Instalaciones de una industria deshidratadora en la que se producen pacas de alfalfa que viajan a mercados de todos los países.
AEFA

Los productores de alfalfa ya están realizando el primer corte de este forraje que sitúa a Aragón a la cabeza de los productores españoles y a España en el top de Europa. Lo hacen apenas unos días después de dar por cerrada (el pasado 31 de marzo) la campaña de 2020-2021, complicada en lo agronómico y, especialmente, en lo comercial.

A simple vista, las cifras no evidencian las dificultades a las que han tenido que hacer frente los agricultores y los industriales. La superficie cultivada ha aumentado. Lo ha hecho especialmente en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Aragón. Ha aumentado también la producción. Y se ha mantenido el volumen de ventas tanto en el mercado interior como fuera de las fronteras españolas, hacia donde se dirige el 80% de la producción de alfalfa deshidratada con la que se alimentan las ganaderías de todo el mundo, especialmente aquellas que se sitúan en los lejanos países asiáticos.

Como cada año, la campaña del pasado año se iniciaba en el mes de abril. Pero entonces las circunstancias del país eran completamente desconocidas. Aragón, como el resto del país, daba los primeros pasos inmerso en un escenario de pandemia mundial provocada por un desconocido virus detectado por primera vez en la ciudad china de Wuhan, que obligó a confinar totalmente a la población en sus casas durante tres meses para evitar la propagación de un nuevo coronavirus conocido ya con el nombre de Sars-Cov-2, y que provocaba una enfermedad letal ya tristemente popular con la denominación de covid.

No es que la crisis sanitaria impidiera realizar la recolección tal como se hace habitualmente, más allá de las medidas de protección y seguridad impuestas para evitar los contagios. Porque la actividad agraria era esencial y, como tal, los agricultores (entre ellos los productores de alfalfa) eran de los pocos trabajadores que continuaban realizando sus labores para garantizar el suministro de la alimentación, en este caso a las ganaderías, y asegurar así el suministro de carne a los consumidores.

Pero el golpe de la pandemia no pasó de largo para estas producciones. Sus repercusiones se dejaron sentir en la comercialización de este forraje, que una vez deshidratado, en formato de balas o peles, viaja hacia mercados de todo el mundo.

Todo iba bien en los primeros meses de campaña hasta que llegó el mes de julio. Explican los expertos que los meses de encierro mundial obligado por la pandemia, la reducción de un importante número de trabajadores en los puertos que entorpecieron sobremanera las operaciones logísticas, el cierre de agencias dedicadas a esta actividad y un menor número de barcos en circulación debido a las restricciones de movimientos provocaron un estancamiento de contenedores desconocido hasta ahora y que todavía no se ha conseguido solucionar en su totalidad. Y, ante una demanda que no rebajaba el tono, se dispararon los precios de los fletes.

Para una producción como la alfalfa deshidratada, dependiente de la exportación y que utiliza el barco como principal medio de transporte para llegar a sus clientes, el escenario no podía ser peor. Sus costes se han disparado y han sido las industrias las que han tenido que asumir dicho gasto, reduciendo así los márgenes para no perder mercados.

Una preocupación que, lejos de alejarse, continúa en el horizonte de esta nueva campaña.

Las cifras globales con las que los productores de alfalfa han cerrado la campaña (abril de 2020-marzo de 2021) no reflejan las complicaciones que han tenido que sortear agricultores e industriales para mantener su producción y sus mercados.

La superficie de cultivo contratada y destinada a la alfalfa creció en cerca de 8.000 hectáreas, lo que supone un incremento del 7% respecto a la campaña anterior. La producción también aumentó. Los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA), con sede en Zaragoza, evidencian que durante la pasada campaña la producción de forrajes deshidratados sumó 1.465.043 toneladas, 53.621 toneladas más, o lo que es lo mismo, un aumento del 3,8% respecto a la campaña anterior. Fueron las comunidades de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura, que registraron incrementos del 13%, 11,8%, 6% y 1,4% respectivamente, las que impulsaron la producción y contrarrestaron los descensos experimentados en Andalucía, donde la producción fue un 20% menor, seguido de Navarra y Cataluña, donde el descenso se sitúo en el 2%.

La superficie ocupada por alfalfa se incrementó la pasada campaña y la producción creció en la Comunidad aragonesa.
La superficie ocupada por alfalfa se incrementó la pasada campaña y la producción creció en la Comunidad aragonesa.
AEFA

Las cifras no tienen tanto que ver con el aumento de la superficie como con las condiciones climáticas. "Hay que tener en cuenta que las alfalfas de primer año no producen especialmente bien", señala el director de AEFA, Luis Machín, que explica que fueron las abundantes lluvias primaverales las que dieron vida especialmente a los secanos de Castilla y León.

No parecía, sin embargo, al comienzo de la campaña que se pudieran conseguir estas cifras. Los primeros cortes se realizaron en pleno confinamiento. Pero no fue la dura medida sanitaria la que complicó la faena en un sector considerado esencial. Fueron las lluvias las que regaron de incertidumbre los cultivos, especialmente en Aragón, que produce cerca del 66% del total del país. Tantas precipitaciones complicaron el trabajo en el campo, "porque este es un cultivo al que no le gustan las interrupciones y necesita continuidad en cada corte", matiza Machín. Y lo que es peor, la constante humedad provocó demasiadas enfermedades y plagas que afectaron a la calidad de las dos primeras recolecciones.

"Todo cambió con el tercer, cuarto y quinto corte", señala el director de esta Asociación. El clima se tornó benévolo y no solo se consiguió una alta producción, sino que, además, la calidad también fue buena, "paliando en buena medida los problemas del cultivo en primavera", puntualiza.

Si la producción se mantuvo, incluso creció ligeramente, también lo hicieron las ventas. De los más de 1,46 millones de toneladas producidas, de las que 816.000 proceden de Aragón, un total de 1.170.000 toneladas han tenido como destino los mercados internacionales, mientras que algo más de 300.000 han sido consumidas por las ganaderías españolas. "Las cifras son muy similares a las de las últimas campañas", explica Machín, que detalla que así como la producción fue "de menos a más", la comercialización hizo el viaje a la inversa, "de más a menos".

"Las retribuciones por el producto transformado en los primeros meses de campaña fueron interesantes, pero desgraciadamente desde el mes de julio, y especialmente durante los últimos meses del atípico 2020, nuestro sector, especialmente dependiente de las exportaciones, comenzó a sufrir la falta de los contenedores y el incremento de los fletes, es decir, los problemas en el transporte marítimo derivados de la pandemia", destaca Machín.

Toda la exportación, afectada

No ha habido mercado exterior que no se haya visto afectado por los problemas para encontrar contenedores, para disponer de espacio de carga en los buques y para hacer frente a unos fletes disparados. Una complicación a la que, insiste Machín, las empresas han tenido que hacer frente con mucho esfuerzo e incluso asumiendo el incremento de los costes que suponía la exportación.

La falta de contenedero ha complicado la campaña de ventas.
La falta de contenedero ha complicado la campaña de ventas.
AEFA

El mayor impacto del difícil escenario pandémico lo sufrieron las ventas a China. Los datos (todavía provisionales, ya que falta cerrar las cifras del último mes) dan buena cuenta de la situación. "Seguramente acabaremos la campaña con un descenso del 50% del volumen exportado respecto al año anterior", señala el director de AEFA. Pero no todo es achacable a los problemas de logística. En este descenso también han tenido mucho que ver, explica, el acuerdo alcanzado entre China y Estados Unidos, que comprometía al país asiático a realizar millonarias compras de productos agrarios; la fortaleza del euro frente al dólar, que ha hecho menos competitivas las exportaciones europeas; así como la imposibilidad de viajar (para promocionar producto y contactar con nuevos clientes) debido a las restricciones sanitarias.

Mejor suerte se ha corrido en los Emiratos Árabes Unidos, hacia donde se dirigen cerca del 45% de total de las ventas internacionales de alfalfa deshidratada española. "Los mercados árabes han funcionado bien", señala Machín, que destaca el crecimiento de la demanda en Arabia Saudí, sobre todo en pelets, "probablemente porque este formato puede ir cargado en bodega y eso ha permitido que tuvieran mejor salida", matiza.

Destacada ha sido, asimismo, la evolución de las ventas en Corea del Sur. "Hasta ahora, y a falta de cerrar las cifras del mes de marzo, han viajado hacia ese país algo más de 50.000 toneladas". El dato es significativo si se tiene en cuenta no solo que casi duplica lo exportado en la campaña anterior (unas 25.000 toneladas), sino que demuestra un crecimiento espectacular respecto a las 10.000 toneladas que se comercializaban en ese mercado en 2015.

"Japón se ha convertido también en un mercado muy apetecible, porque es un gran demandante de alfalfa", explica Machín, que adelanta que se está trabajando en una misión comercial virtual (como mandan los tiempos de pandemia) para promocionar las cualidades y calidades del forraje deshidratado español.

Los productores españoles no solo miran hacia Asia. Mantienen sus exportaciones en Europa y no pierden de vista el otro lado del mundo. Han crecido las exportaciones de pelets en Sudamérica, con lo que se abren las posibilidades de avanzar por este mercado, especialmente en países como Colombia y Brasil.

Nueva campaña

La incertidumbre (y el coste) que la escasez de contenedores marítimos y el precio de los fletes marcó la pasada campaña no ha desaparecido en la actual, que comenzó el pasado mes de abril, con los primeros cortes.

"La recolección venía adelantada, pero las últimas lluvias caídas a finales de abril obligaron a parar", señala Machín, que reconoce que todavía es "muy pronto" para estimar el volumen de producción, ya que aunque se estima que la superficie ocupada por el cultivo será similar a la del pasado año, "otra cosa será la evolución del cultivo, muy condicionada por el clima".

El director de AEFA confía en cualquier caso en que lo recolectado durante esta campaña sea de calidad y mantenga las cifras del pasado año.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión