Heraldo del Campo

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Una reflexión de tres décadas para el futuro de la ganadería de montaña

Investigadores aragoneses estudian la evolución de la ganadería en tres valles del Pirineo durante 30 años. La PAC, la integración con otras actividades y el perfil del ganadero son algunas de las claves para su mantenimiento.

El estudio se ha realizado en los valles de Broto, Benasque y Baliera-Barrabés.
El estudio se ha realizado en los valles de Broto, Benasque y Baliera-Barrabés.
Isabel Casasús

"La enorme influencia de la Política Agraria Común (PAC), que supuso una elevada dependencia de los subsidios, o el impacto del turismo, que, aunque supone una fuente de ingresos adicionales, generó un escenario de competencia territorial en algunos valles pirenaicos", son factores que han marcado la evolución de la ganadería de montaña en las tres últimas décadas.

Así lo concluye el estudio titulado ‘Factores de cambio en la agricultura de montaña: Un análisis de 30 años de las trayectorias de evolución de los sistemas ganaderos del Pirineo español’, publicado recientemente y que ha sido elaborado por investigadores del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), del Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2) y del Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural de la Universidad de Zaragoza.

El estudio se ha realizado en el marco del proyecto H2020 GenTORE, que analiza los sistemas europeos de producción de vacuno de carne y leche. Este estudio y las implicaciones para un mejor seguimiento y apoyo a la ganadería de montaña a nivel nacional e internacional han sido publicados en la prestigiosa revista científica Agricultural Systems, que encabeza el ranquin mundial de publicaciones en el ámbito de la Agricultura Multidisciplinar.

"Nuestro objetivo era estudiar cómo ha evolucionado la ganadería del Pirineo en los últimos 30 años y analizar los factores socioeconómicos a nivel europeo, nacional, regional y familiar que han dirigido dichos cambios. En concreto, en nuestro estudio hemos explorado la relación entre los cambios socioeconómicos generales ocurridos a gran escala, como han sido las diferentes reformas de la PAC; en el contexto regional, por ejemplo, el turismo; y a nivel familiar, los cambios observados en la orientación productiva y la rentabilidad económica de las explotaciones ganaderas en los valles de Baliera-Barrabés, Broto y Benasque", explica Enrique Muñoz-Ulecia, uno de los autores del trabajo.

Además, los autores de este trabajo inciden en que será la "capacidad de las explotaciones para mantener su capacidad de respuesta o su resistencia al cambio, manteniendo su viabilidad económica y social", lo que "probablemente" determinará el futuro de los sistemas ganaderos en las zonas montañosas europeas.

Se trata de un periodo de tiempo en el que los sistemas agrícolas vivieron un proceso de "extensificación" del uso de la tierra y de "intensificación" del capital, debido a la reducción de insumos de las explotaciones que vino propiciado por un cambio en el tipo de producción para pasar de producción lechera a cárnica.

Por todo esto, los autores del estudio inciden en "la necesidad de reorientar las políticas agrícolas hacia la promoción de nuevos participantes en la ganadería de montaña, una mejor integración de los instrumentos de la PAC con otras políticas sectoriales de la Unión Europea (UE) y la mejora del registro de datos para evaluar mejor la ganadería de montaña".

Evolución de los sistemas ganaderos de montaña del Pirineo Central.
Evolución de los sistemas ganaderos de montaña del Pirineo Central.
CITA

Los agroecosistemas de montaña significan un tercio de la superficie terrestre de Europa y albergan al 17% de su población. Los sistemas ganaderos en estas zonas desempeñan un papel clave no solo en factores medioambientales como la regulación del medio y del clima, en la prevención de incendios forestales, la conservación de la biodiversidad o la preservación del agua, sino que también hacen una contribución como servicios culturales manteniendo los paisajes, el patrimonio gastronómico o las prácticas tradicionales de gestión que permiten optimizar el uso de los alimentos naturales y la producción de alimentos de calidad.

Por su complejidad y su diversidad, este tipo de sistemas necesita, según los autores del estudio, "un proceso de adaptación constante" para mantenerse a lo largo del tiempo. Conocer sus trayectorias y su evolución es fundamental "para respaldar estrategias óptimas de política agrícola para escenarios futuros", aseguran.

Una importancia que se acrecienta aún más cuando se trata de los sistemas ganaderos de montaña que viven un contexto de envejecimiento de los ganaderos, lo que tiene como consecuencia una disminución de estos sistemas.

Es precisamente este uno de los rasgos comunes a los tres valles que han sido objeto de esta investigación - Broto, Benasque y Baliera-Barrabés-. Alrededor del 40% de las explotaciones se caracterizaron por ser "relativamente estables" y por una estrategia de bajos insumos y bajas inversiones, con rebaños más pequeños y menor productividad.

Según los autores del estudio, esto demuestra que "las particularidades del hogar pueden ser cruciales para determinar la evolución de la ganadería". Así, la edad alta y el bajo nivel educativo supone una "aversión al riesgo y falta de dinamismo". Además, el pequeño tamaño de los hogares supone una dificultad por la falta de sucesión y este "debilitamiento" significa un escollo para la incorporación de los jóvenes ganaderos. Una situación de "preocupación" para el futuro de estos sistemas ganaderos.

A juicio de Daniel Martín-Collado, otro de los autores de esta investigación, "la moderada rentabilidad de la actividad, así como la gran inversión necesaria para comenzar la actividad de cero, las condiciones del trabajo, el poco prestigio social de la actividad y lo poco atrayente que es el estilo de vida asociado a la actividad ganadera" también contribuyen a que los jóvenes no se incorporen a la actividad. "A pesar de que se han invertido muchos recursos económicos y humanos, así como probado diversas aproximaciones, no se ha podido revertir el proceso. Esto refleja la gran complejidad de la situación y, sobre todo, la dificultad de dar recetas sencillas para solucionar problemas complejos", lamenta el investigador, para quien "el avance tecnológico puede, en alguna medida, ayudar a hacer la actividad más atractiva para los jóvenes facilitando el trabajo y ayudando a aumentar la rentabilidad de las explotaciones. Sin embargo, muchos de estos avances requieren de una fuerte inversión, que muchos ganaderos no pueden acometer". Para Martín-Collado, sería necesario desarrollar "políticas multisectoriales que faciliten la inversión inicial, el acceso a la tierra mediante bancos de tierra públicos, así como sistemas de acompañamiento y tutelaje de jóvenes ganaderos y de acceso a la vivienda" para contribuir a frenar este proceso.

Enorme dependencia de la PAC

De acuerdo con el estudio realizado por los investigadores aragoneses, los sistemas ganaderos de montaña han seguido una evolución que "parece estar dirigida" por impulsores socieconómicos y de políticas. De todos estos impulsores, la Política Agraria Común (PAC) es, con mucha diferencia, el más determinante. Ya en 1992, la PAC aumentó los subsidios pagados por cabeza para compensar la fuerte disminución de la producción por animal. Desde esa fecha, esos subsidios han sido "cruciales" para mantener la rentabilidad ganadera, así como la productividad del ganado y la mano de obra. De hecho, el estudio cifra en una media del 70% del margen bruto. Una cifra que, el propio documento califica de "enorme dependencia" de los sistemas ganaderos de montaña de las subvenciones de la PAC.

Deficiencias solventadas

"Lo que defendemos en el estudio es que uno de los problemas de la PAC es su ineficiencia a la hora de solucionar algunos aspectos de multifuncionalidad incluidos en su propio espíritu, como la preservación de biodiversidad u otros bienes públicos de gran importancia, como el paisaje o la fertilidad del suelo", explica el investigador del CITA Alberto Bernués, que también ha participado en este trabajo.

Sin embargo, a su juicio, "los nuevos eco-esquemas y condicionalidad aumentada vienen a solucionar en parte estas deficiencias, pero desde una parte del mundo académico hace tiempo que se pide mayor ambición, a través del establecimiento de objetivos ambientales concretos y medibles. Los pagos por servicios de los ecosistemas son herramientas que van en este sentido", sostiene.

Si el perfil de los ganaderos y la trascendencia de la Política Agraria Común son factores que comparten los tres valles objeto del estudio, la relación con otro agente económico como es el turismo se ha desarrollado de manera diferente. El turismo, en algunos casos asociado a la construcción, ha sido "un motor decisivo de la evolución" de las zonas de Broto y Benasque. La consecuencia directa es una reducción de las tierras disponibles para la agricultura y un aumento del precio. Además, el turismo reduce la mano de obra disponible para la actividad agraria.

Pero esta convivencia de dos actividades económicas diferentes también tiene un lado positivo: la creación de oportunidades de trabajo no agrícola que pueden ser una fuente complementaria de ingresos.

Según los datos del estudio "el desarrollo turístico ha marginado la ganadería en el área de estudio", así lo demuestra la bajada del número de explotaciones ganaderas en los valles de Broto y Benasque, que han tenido un mayor desarrollo turístico, una situación que parece haberse equilibrado y que los autores del estudio perciben que "comienza a proporcionar alternativas interesantes a las ganaderías que no han desaparecido durante el ‘boom’ turístico. Por un lado, en los valles con mucho turismo se suelen generar canales cortos para productos locales (con valor añadido para los ganaderos) que se asocian a la experiencia turística que se oferta en él. Por otro lado, la actividad turística proporciona una fuente alternativa de ingreso a las familias ganaderas (por ejemplo, alojamientos rurales) que complementan la baja rentabilidad de las explotaciones". No sucede lo mismo en el valle de Baliera-Barrabés, donde los sistemas ganaderos no han estado tan influidos por el turismo. De hecho, en este valle, en 2018, el sector agrícola suponía el 40% de la actividad laboral, cuatro y diez veces más que en Broto y Benasque, respectivamente.

Capacidad de adaptación

La existencia de la PAC o los cambiantes factores económicos, sociales y demográficos tienen un considerable impacto en los sistemas ganaderos de montaña, pero la supervivencia de estas explotaciones pasa, de manera ineludible, por su capacidad de adaptación a los cambios.

El cambio climático es otro de los fenómenos que obligan a las explotaciones a adaptarse desde ya mismo para asegurar su permanencia futura. El sector debe "asumir que hay que cambiar y adaptarse ante un cambio climático que no es un futurible sino una realidad. El cambio climático es visto en demasiados casos como un problema futuro y no del presente", aseguran los autores del estudio.

La formación de los ganaderos, la búsqueda de estrategias colectivas y redes de apoyo, la mayor diferenciación de los productos según su impacto ambiental, el mejor aprovechamiento de los recursos naturales (más baratos y menos fluctuantes en precio que los insumos comprados), la reducción de costes o el uso de animales mejor adaptados son algunas de las medidas concretas que, según este estudio, pueden ser útiles para consolidar esta adaptación de los sistemas ganaderos de montaña.

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