Heraldo del Campo

investigación

50 años del Laboratorio Ambiental: medio siglo con el agro bajo el microscopio

Cincuenta años han pasado desde que se pusiera en marcha el Laboratorio Agroambiental. Desde entonces ha crecido en instalaciones y ha ampliado sus funciones, siempre centradas en detectar el fraude alimentario y garantizar la calidad.

El Laboratorio Agroambiental de Aragón hunde sus raíces en el verano de 1971 en esa España agrícola en la que este sector, que se caracterizaba entonces por su escaso nivel de tecnificación, ocupaba a casi un 30% de la población, pero en la que ya era creciente la preocupación por la calidad y la seguridad alimentaria.

Se levantó sobre los terrenos de lo que ahora se conoce como Campus Aula Dei, situado en el barrio zaragozano de Montaña, y su construcción, montaje y equipamiento supuso una inversión de 513 millones de las pesetas de la época. Y se le dotó de personal cualificado y material científico para atender todos aquellos análisis de suelo y agua, fertilizantes, vinos y derivados, aceites y grasas, cereales, piensos y forrajes, productos lácteos y cárnicos, conservas y frutas que fueran necesarios para cumplir el doble objetivo de luchar contra el fraude en los productos agrícolas y de normalizar y fomentar la calidad de los mismos.

No tenía entonces el nombre que ahora luce. Cuando nació lo hizo como Laboratorio Agrario Regional del Ebro y sus funciones traspasaban las fronteras de las tres provincias aragonesas para llegar hasta Navarra y La Rioja. Se convirtió además en el primero de una red de laboratorios regionales del Estado -formada por once instalaciones repartidas por la geografía española- que supuso, según los expertos, un hito destacado y un avance "importantísimo" en la modernización y descentralización de los servicios destinados al sector agrario del país.

Ha pasado medio siglo. Y en esa andadura, aquel primigenio laboratorio, ahora conocido como Laboratorio Agroambiental, ha ido creciendo sin perder su esencia pero ampliando sus ámbitos de actuación, agrupando otras instalaciones de analítica y, especialmente, modernizando sus técnicas para adaptarlas tanto a las necesidades de control de las administraciones sobre la seguridad alimentaria como a las exigencias sanitarias, cada vez mayores, de los mercados. También a las prácticas y cultivos de una actividad agraria, ahora sí, mucho más tecnificada y que poco o nada se parece a aquella de finales de la década de los 70.

La pandemia no permitirá celebrar la efeméride como hubieran querido sus responsables, pero el Laboratorio Agroambiental trabaja en actos adaptados a las circunstancias sanitarias para que su importancia se haga más visible para la sociedad en general y el sector agrario en particular.

No se puede establecer una razón última por la que se decidió la creación del actual Laboratorio Agroambiental, integrado en la consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón. Pero, como señala su director, Nicolás Abancéns, "parece que el origen puede situarse en la necesidad de poner en marcha estaciones de control en las que realizar analíticas de vino". Y una cosa llevó a la otra hasta que el Ministerio se planteó la posibilidad de poner en marcha una red de laboratorios que se esparcirían por todo el territorio español.

Abrió fuego a esta decisión el entonces llamado Laboratorio Agrario Regional del Ebro, que dio sus primeros pasos centrado en exclusiva en las producciones agrícolas. Pero conforme avanzaban los años llegaban también los cambios, tanto en su estructura como en sus funciones. Tuvo diferentes nombres (Laboratorio Agrario Regional, Laboratorio Agrario del Ebro o Laboratorio Agrario del Estado en Zaragoza) hasta que en 1985 y por real decreto fue transferido a la Comunidad autónoma de Aragón. 

Abancéns señala que uno de los momentos decisivos de su trayectoria se produce en 2005, cuando el Departamento de Agricultura, del que depende, decide unificar en un solo organismo todos los laboratorios que tiene dispersos. Estos eran, recuerda el director, el Laboratorio Agroambiental situado en Montaña, que se llamaba así pero se dedicaba solo a temas agrícolas, el laboratorio de sanidad animal o laboratorio pecuario (como se conocía entonces), el que estaba en la calle del Doctor Iranzo de Zaragoza y el Laboratorio de Viticultura y Enología, ubicado en el barrio zaragozano de Santa Isabel. "El objetivo de esta fusión era conseguir con un único sistema de calidad la acreditación de todos los ensayos oficiales que en ellos se realizaban", explica Abancéns, que añade que unos años después, en 2009, este laboratorio volvería a crecer con la integración del Panel de Cata de Aceite de Oliva Virgen extra de Aragón. Hoy en día, el Laboratorio Agroambiental tiene tres sedes, dos en Zaragoza (ambas en las instalaciones del Campus Aulia Dei) y otra en la localidad turolense de Alcañiz, donde se ubica la unidad de análisis sensorial, que es el panel de cata de aceite.

Así, su trabajo ya no se circunscribe a lo agrícola, sino que trasciende a "todo lo que tiene que ver con la agroalimentación", explica el director del Laboratorio, que detalla que este organismo cuenta con cuatro unidades de análisis: una específicamente dedicada a las producciones agrícolas, otra que cuenta con tres laboratorios para el vino, la leche y aceites y grasas, y una tercera que denominan la unidad de piensos, pero que "en realidad es un cajón de sastre donde se analiza todo aquello que no se estudia en las otras dos unidades, tanto productos de alimentación animal como aquellos dirigidos al consumo humano", enumera Abancéns. A estas unidades se añaden, además, otras dos dedicadas a detectar la presencia de residuos fitosanitarios o plaguicidas no autorizados en los alimentos, especialmente en vegetales, pero también en zumos o preparados infantiles.

Técnicas y tecnologías

No solo ha cambiado el ámbito de actuación. Sus técnicas de análisis y las herramientas para realizarlas poco tienen que ver con aquellas que se empleaban hace medio siglo, y no solo por el avance imparable de la tecnología, sino también por la modernización de un sector con imposiciones sanitarias y de seguridad cada vez mayores y más exigentes. "Todo ello nos obliga a actualizarnos y a utilizar las técnicas más novedosas y los sistemas más avanzados que aseguren la fiabilidad de los resultados", reitera su director.

Aunque este organismo responde a la demanda del sector, su trabajo tiene como principal cliente a la Administración, para quien realizan el 90% de los análisis. Y es que hasta las instalaciones del Laboratorio Agroambiental llegan aquellas muestras recogidas por los inspectores del Gobierno de Aragón en las producciones de los más diversos sectores. Sus análisis permiten detectar, tanto en los alimentos destinados al consumo humano como animal, posibles fraudes o la presencia de fertilizantes no autorizados. Trabajan también en campañas oficiales de saneamiento y control de erradicación de enfermedades ganaderas. "Existen programas de control de inspección que se hacen de forma aleatoria y sin previo aviso al productor, en los que se toman muestras sin que exista sospecha previa, simplemente para comprobar, por ejemplo, que lo que aparece en el etiquetado es lo que contiene", detalla Abancéns. Pero, por supuesto, se realizan estos análisis siempre que existe sospecha de fraude o de alguna irregularidad. "En ese caso, las inspecciones son dirigidas y se mantienen los controles hasta que se ha corregido la situación", dice.

Su experiencia y trayectoria explican que este laboratorio haya trabajado para dar respuestas a momentos críticos vividos en la alimentación. Seguro que habrá más de un caso para recordar, pero el que le salta a la memoria a su director es aquel que tuvo que ver con la adulteración de aceite de colza, que en 1981 afectó a 20.000 personas en España y provocó más de 1.100 muertes por intoxicación. "Gran parte de las muestras que se realizaron de esos aceites fueron analizadas en este laboratorio", asegura Abancéns, que destaca que en estos 50 años de trayectoria, el Laboratorio y sus distintas unidades han participado en el control de todos los fraudes detectados en la zona de influencia. Pero también señala que este organismo ha colaborado en situaciones "menos dramáticas" y que hacen sentirse orgullosos a sus responsables. Entre ellas, Abancéns destaca que el Laboratorio Agroambiental ha sido "colaborador necesario" para la erradicación de enfermedades tan implantadas en la ganadería aragonesa como lo era la brucelosis.

Máxima fiabilidad

Para ello, su competencia técnica está refrendada por la entidad nacional de acreditación (ENAC). Conseguirla supone superar las más rigurosas auditorías periódicas, que, eso sí, garantizan y avalan el buen hacer del Laboratorio y la fiabilidad de los resultados por él emitidos, lo que le proporciona un amplio reconocimiento internacional.

Precisamente la pasada semana este organismo conseguía la acreditación al alcance flexible para plaguicidas para todas las frutas, verduras, hortalizas y cereales, "un avance importantísimo porque prácticamente todas nuestras analíticas van a quedar cubiertas por esta acreditación que garantiza que nuestros análisis tienen fiabilidad absoluta". Ademas, acaba de obtener nuevamente el reconocimiento, para el análisis fisicoquímico y sensorial de los aceites de oliva, que el Consejo Oleícola Internacional (COI) otorga a laboratorios y paneles merecedores de ello. Un reconocimiento que permite al Laboratorio Agroambiental desempeñar un papel clave en el comercio internacional del aceite de oliva, al poder ejercer el arbitraje en las operaciones comerciales internacionales.

Con medio siglo a sus espaldas, el Laboratorio Agroambiental encara el futuro con la pretensión de continuar cumpliendo con las expectativas que el Gobierno de Aragón le transmite, con la intención de darse a conocer más al sector y con el objetivo de adaptar y poner en marcha analíticas adaptadas a las necesidades de los agricultores y ganaderos.

Unos objetivos que tendrán que sortear, señala Abancéns, las dificultades económicas del organismo que, más en estos tiempos de pandemia y crisis, no le permiten adquirir los equipos necesarios para implementar nuevas técnicas o abarcar todos los proyectos que les gustaría. "Esperamos que con el tiempo esto se pueda ir resolviendo y poco a poco ir incrementando nuestras tareas", asegura.

Un cumpleaños marcado por la covid

El Laboratorio Agroambiental sopla este año sus 50 velas. Pero el cumpleaños no podrá celebrarse como al anfitrión le hubiera gustado. "Llevábamos preparándonos para celebrar este aniversario desde hace bastante tiempo pero la pandemia lo ha trastocado todo", lamenta su director, Nicolás Abancéns.

No habrá jornadas de puertas abiertas ni eventos que congreguen a muchos invitados, pero en su lugar ya se piensa en un concurso de microrrelatos o de fotografía y en una exposición para mostrar a la sociedad aquellos equipos antiguos con los que comenzaron su andadura. Además utilizarán las redes sociales para hacerse más visibles.

Y esperan poder celebrar el acto institucional que tenían previsto. No será el 15 de mayo, día de San Isidro, como habían programado, por lo que esperarán al verano con la esperanza de la situación epidemiológica haya cambiado y sea posible festejar los 50 años.

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