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'La nevada' de Goya y otros hitos meteorológicos en la Historia del Arte

El Museo Prado echa mano del cuadro del aragonés para informar sobre la borrasca Filomena. La Aemet selecciona algunos lienzos destacados por plasmar perfectamente nieblas, tormentas o ‘la pequeña edad de hielo’ de la Europa del siglo XVII.

'La nevada' o 'El Invierno', obra de Goya de 1786 que puede verse en el Prado.
'La nevada' o 'El Invierno', obra de Goya de 1786 que puede verse en el Prado.
Museo del Prado

El Museo del Prado, aún en la resaca de su bicentenario, ha echado mano de uno de los cuadros más famosos de Goya para hablar de la nevada Filomena en Madrid. A través de las redes sociales ha informado de sus horarios cierre y apertura en estos días aún complicados en Madrid, aprovechando ‘La nevada’, también conocido como ‘El invierno’, que el aragonés concibió en 1786 y que se antoja como una de las mejores representaciones de un temporal de nieve. “La famosa obra de Goya está fechada en 1786, justo después de unos años con abundantes nevadas en el cuadrante noroccidental de la península: el invierno del año 1783 fue durísimo, así como el mes de enero de 1784, con fuertes nevadas y heladas”, explican en la Agencia Estatal de Meteorología, donde también han prestado especial atención al lienzo estos días.

Radiografía para estudiar y restaurar el lienzo de Goya.
Radiografía para estudiar y restaurar el lienzo de Goya.
Museo del Prado

“Hay detalles como la forma en la que dobla los árboles para dar la sensación de viento o una casa que había detrás en los primeros bocetos y que desapareció y aumentar la sensación de soledad del paraje nevado”, comenta Jaime García-Maiquez, técnico del gabinete de documentación de la pinacoteca, quien ha estudiado el lienzo gracias a procesos de reflectografía para ver los dibujos subyacentes bajo la capa pictórica de la obra. Explican en el Museo del Prado que ‘La nevada’, en la sala 085, retrata “un paisaje contemporáneo invernal, con una fuerte ventisca que dificulta la marcha de los protagonistas”. En apariencia, la travesía se sitúa en la meseta castellana y los tres protagonistas se resguardan bajo una manta zamorana. También aparecen un perro, una mula y un cerdo ya abierto en canal. La restauradora Elisa Mora, que trabajó en el óleo durante más de un año, explica que la obra estaba muy dañada porque, al doblarse para facilitar la labor de los bordadores de tapices, fue perdiendo parte de la pintura. Se trata del primer encargo que hizo Goya como pintor del rey Carlos IV y el tapiz resultante formaba parte de una serie en la que se representaban el resto de estaciones.

¿Es la de Goya la obra que mejor representa una nevada? Para eso había que consultar a los expertos de la Aemet que, con motivo de los 200 años del museo nacional, estudiaron los fondos de la pinacoteca a la búsqueda de imágenes con fenómenos meteorológicos. Distintos cielos y nubes singulares, episodios de lluvia, nieve e, incluso, arcoíris pictóricos han sido objeto de estudio de los meteorólogos, que han identificado también tornados, diluvios o epifanías luminosas, generalmente, en paisajes y planos de acompañamiento a las escenas principales.

Paisaje nevado con patinadores y trampa para pájaros
Paisaje nevado con patinadores y trampa para pájaros de Bruegehl.
Museo del Prado

“Los análisis de las obras de arte nos aportan información meteorológica de gran importancia”, explican desde la Aemet, donde recuerdan que el Prado alberga más de 6.000 obras del siglo XII al XX. “El pintor da testimonio de la vida y costumbres cotidianas, incluyendo el tiempo. Así los pintores flamencos de los siglos XVI y XVII, en especial durante el periodo entre 1565 y 1665, reflejan los paisajes nevados, constituyendo un estilo pictórico que fue fiel reflejo de los rigores invernales de la llamada ‘pequeña edad de hielo’ que afectó a Europa”, comentan.

“Otros maestros de la pintura muestran peculiaridades del tiempo o el clima de su época, como el propio Francisco de Goya, que representa de forma primorosa no sólo la citada nevada, sino la primavera en Madrid, con sus nubes de desarrollo vertical precursoras de tormenta que aparecen en la mayoría de sus escenas campestres”, apunta el meteorólogo Manuel Antonio Mora García.

En el Aemetblog, una página de la agencia estatal con curiosidades sobre los fenómenos meteorológicos, hay una serie de entradas en las que analizan la destreza y habilidad de los artista para representar lluvias o borrascas.

Restaurante Tamaya en la puerta trasera del santuario de Kameido (Kameido uramon Tamaya)
Restaurante Tamaya en la puerta trasera del santuario de Kameido, de Utagawa Hiroshige
Museo del Prado

¿Qué otros cuadros de la Historia del Arte han plasmado con brillantez la luz e incluso la textura de las nevadas? Algunas de las entradas se dedican a Pieter Brueghel el Viejo, que captó con frecuencia gélidos inviernos, con ríos y lagos congelados. La sensación de frío la atrapa también su hijo, esto es, Brueghel el Joven, que en 1601 representó cumbres nevadas, campesinos cortando leña y en la estampa que acompaña a estas líneas un paisaje de Flandes, con patinadores y niños que se deslizan sobre un trineo. Como curiosidad, se ve en la parte izquierda inferior “un agujero circular practicado en la capa de hielo para facilitar la pesca”, comentan.

Aquella ‘pequeña edad de hielo’ no sólo afecto a Europa, sino que incluso en Asia dejó su huella en forma de nieve y heladas. De hecho, el Prado dispone de una colección de paisajes japoneses, que estuvieron muy de moda en el último cuarto del siglo XIX. Sin ir más lejos, hay unas estampas nevadas de Utagawa Hiroshige, de las que después inspirarían a los pintores impresionistas.

'Vista de Zaragoza', de Juan Bautista Martínez del Mazo
'Vista de Zaragoza', de Juan Bautista Martínez del Mazo.
Museo del Prado

Son cientos los cuadros en los que los expertos escudriñan fenómenos meteorológicos y, por ejemplo, de vuelta a Goya, muchas de sus creaciones de garrochistas llegan acompañadas de una nubes “en las que se aprecian estratocúmulos”, explican. Lo mismo sucede en ‘La cometa’ o ‘La novillada’, otras de sus obras más conocidas, si bien en el caso de la popular ‘Vista de Zaragoza, de obra de Martínez del Mazo, lo que se aprecia son “nubes medias de evolución”.

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