coronavirus

¿Una Navidad sin cabalgata ni cotillones es una Navidad de verdad?

Si en diciembre se mantuvieran las restricciones recién estrenadas, tampoco habría concursos de villancicos ni reuniones familiares: en las casas no podrían juntarse más de seis personas.

Las figuras del Belén del Pilar, protegidas por plásticos, durante el desmontaje.
Las figuras del Belén del Pilar, protegidas por plásticos, durante el desmontaje.
Oliver Duch

La próxima Navidad pinta más negra que blanca. Más fría y aséptica que hogareña. Más de Netflix que de villancicos de Raphael. Una Nochebuena en estado de alarma es de lo más desangelado y extraño que nos tocará vivir en la vida. Si para finales de diciembre se mantuvieran las presentes restricciones -la intención de los gobernantes es que entonces puedan relajarse-, no habría cotillones de Nochevieja, ni cabalgata de Reyes, ni besos bajo el muérdago (bueno, esta tradición no es muy nuestra) ni tampoco concursos de villancicos.

El propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha admitido que “no será una Navidad normal” a no ser que llegue la vacuna como un inesperado regalo de Papá Noel… Parece, sin embargo, que hay poca esperanza en que la buena nueva llegue tan rápido. Las autoridades sanitarias invitan a disfrutar de esas fechas de “una forma diferente” (mismo eslogan que en Semana Santa y en verano) y alertan de que las reuniones familiares pueden ser un caldo de cultivo para la propagación del virus, sobre todo, si se juntan abuelos y niños pequeños. Illa afirma que las restricciones de aforo dependerán de cómo se llegue a esas fechas pero, de momento, a día de hoy y con las actuales restricciones, en las cenas de Nochebuena o Fin de Año no podrían juntarse más de seis personas por domicilio. Padres, tíos, suegros, primos, abuelos… Se antoja imposible. ¿Es posible en un país mediterráneo limitar una reunión familiar? ¿Podría llegar a establecerse algún tipo de control domiciliario? ¿Estamos a tiempo de no tener que jugar al turnismo con nueros y suegros?

"Si en Navidad no mantenemos las precauciones, volverá a haber otro repunte de casos en enero"

“No debería haber Navidad como tal”, afirma el epidemiólogo Nacho de Blas. “Si se hace una precuarentena o un confinamiento previo habría que mantenerlo. Lo contrario sería hacer dieta quince días antes de Navidad para luego ponerte las botas. Eso volvería a disparar la propagación del virus y a los médicos no creo que les hiciera mucha ilusión”, señala el experto.

Otra cuestión candente es la movilidad entre Comunidades Autónomas y entre países. Un clásico navideño es el regreso de los hijos pródigos, como el Almendro, pero si continúan las fronteras cerradas y los vetos a las reuniones (o las escapadas a las segundas residencias) la Navidad será solitaria y triste. Advierten, además, los sociólogos de que estas entrañables fechas las ausencias se harán más presentes -el síndrome de la silla vacía, lo llaman- y que la elevada cifra de defunciones en España este 2020 hará que pocas familias no echen de menos a algún conocido víctima de la covid.

Enrique Bernal, doctor en Medicina e investigador del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, opina que “si en Navidad no tenemos precauciones en cuanto a la movilidad volveremos a tener repunte de casos: todo depende de cuánto nos juntemos y estemos. Se irá jugando con dosis más o menos fuertes de control y realidad social. Tratar de bajar lo más posible durante estos meses va a ser la prioridad y el esfuerzo de toda Europa", opina Bernal. Un ejemplo de estos sacrificios ya se vivirá este puente de Todos los Santos, que llega atravesado por el escenario de alerta sanitaria y en el que hay escasa movilidad e, incluso, control de aforos en los cementerios.

“Este año la Navidad será más íntima como ya ha sucedido con las escapadas de verano o las fiestas del Pilar. Hará falta una mayor planificación si se quiere respetar las normas, que supongo que variarán a lo largo de los dos próximos meses”, apunta Beatriz Muñoz. La socióloga entiende que la concienciación y responsabilidad será mayor que el dicho de “hecha la ley, hecha la trampa”. 

Ni qué decir tiene que en los próximos meses aflorarán más y más memes ingeniosos sobre el un hipotético confinamiento rodeados de polvorones y guirlaches, o sobre concursos de villancicos con mascarillas. Tampoco se verán estampas de una puerta del Sol llena para decir adiós a este nefasto año (que muchos preferirán despedir a la francesa) y habrá que ver si el consumo de uvas, champán, mariscos y otras viandas crece o se estanca como consecuencia del ahorro del miedo. Las autoridades sanitarias insisten en que “las restricciones de aforo dependerán de cómo se llegue al adviento” y en que las nuevas prohibiciones son “la última oportunidad de contener el rebrote y ganar tiempo para poder celebrar la Navidad”.

Instalación de las luces de Navidad en Zaragoza capital
Las luces de Navidad en algunas calles de Zaragoza se colocaron hace dos semanas.
Francisco Jiménez

En la parte meramente lúdica y cultural el Ayuntamiento de Zaragoza ya ha renunciado a la cabalgata de Reyes y el resto de consistorios locales parece que seguirán el mismo camino. En la capital se ha tomado la decisión de cancelar el desfile porque, si el virus sigue haciendo de las suyas, sería suicida reunir a miles de niños apelotonados en las calles.

A pesar de todo, la Navidad en su vertiente más comercial -en lo que están centrados todos los esfuerzos- asoma ya por las calles. Las primeras luces decorativas ya cuelgan de las farolas y los postes de muchas calles, y los catálogos de juguetes de los grandes almacenes empezarán a repartirse esta misma semana. Otras citas tradicionales ya han tenido que reinventarse y, por ejemplo, el tradicional Rastrillo Aragón, que este año cumpliría su XXXIV edición, ha sido sustituido por culpa de la pandemia por una campaña de donaciones lanzada por la Fundación Federico Ozanam.

En el resto de países de Europa, por cierto, la situación es muy semejante. En Italia desde ayer se ha prohibido toda actividad por las tardes (no hay ni cine, ni bares, ni gimnasios) con el único propósito de “salvar la Navidad”. También en Francia hay toque de queda que esperan poder levantar en ocho semanas y en Alemania o Bélgica están implementando medidas para que Mister Scrooge no se salga con la suya. De momento, no hay un exceso de espíritu navideño, pero sí "moral de victoria", según el presidente Sánchez...

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