comercio y pandemia

"Se siguen llevando mucho papel higiénico pero no al ritmo loco de marzo"

La cesta de la compra ofrece indicios de cómo los ciudadanos viven las nuevas restricciones y el temor a hipotéticos nuevos confinamientos. El llamado ‘ahorro del miedo’ se dispara a cifras de récord.

Un trabajador de un supermercado con rollos de papel higiénico.
Un trabajador de un supermercado con rollos de papel higiénico.
Jorge Zapata/EFE

Aunque las administraciones están optando por restricciones puntuales, la amenaza de un nuevo confinamiento -aunque sea perimetral- no acaba de disiparse. Es algo que se debate a diario en los parlamentos autonómicos y que se puede comprobar también en gestos más mundanos como el ir a hacer la compra. ¿Qué síntomas, qué estampas, qué señales se veían a principios de marzo y se reeditan -aunque de forma más comedida- estos días? En los supermercados cuentan que vuelven a registrar aumentos en la compra de determinados productos, pero no se están produciendo escenas de acopios exagerados ni de pánico como hace siete meses. “Es verdad que la gente se sigue llevando mucho papel higiénico, pero no como cuando empezó todo, que iban enloquecidos, se hacían largas filas y llegó a haber desabastecimiento”, comenta Carmen Bellido, en la caja de un supermercado de la zaragozana calle de Tomás Bretón.

Si bien es cierto que no se producen “compras ansiosas”, también lo es que el tirón y la demanda de los productos más deseados durante el confinamiento no decae. Las harinas y sémola, por aquello de la repostería casera, viven una segunda e insospechada juventud y, también, los ‘snacks’ y las bebidas espirituosas cotizan al alza (hasta un 31% más que en 2019), según se deduce de los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que analiza semana a semana el consumo en los hogares.

Los estantes de levaduras, harinas y azúcares de los supermercados lucen aún lustrosos, lejos de la imagen desértica de meses atrás. Muchos padres aprovecharon para hacer galletas y colines con sus hijos, “pero ahora estamos hasta arriba de 'teledeberes' y no tenemos tanto tiempo”, bromea Julia Alda, mientras busca una masa de bizcocho. En panaderías como Ecomonegros, que está de aniversario y acaba de abrir tienda en el mercado de Valdespartera, continúan despachando a buen ritmo masa madre deshidratada y explican que el manejar la masa del pan resulta incluso terapéutico y eso pudo ayudar a muchos a desconectar durante la pandemia. 

Sergio Pinilla, en el obrador de la calle de Zumalacárregui.
Sergio Pinilla, en el obrador de la calle de Zumalacárregui.
José Miguel Marco

En otros obradores, como los de las panaderías Pinilla (con tiendas en Tomás Zumalacárregui y el paseo de Cuéllar) explican que "poco a poco, muy lentamente, comienza a volver la normalidad, aunque las ventas siguen lejos de las del año pasado". Marta Pinilla cuenta cómo durante el confinamiento sacó el mostrador a la calle para que nadie tuviera que entrar al local, y "muchos espaciaban sus visitas, pero pocos perdonaban el comer sin pan". "Cuando se levantó la veda, la cosa fue algo mejor y se empezaron a encargar más dulces o pequeños postres para juntarse en casa, en celebraciones, aunque ahora la situación vuelve a ser complicada", añade.

En Pinilla antes tenían ocho mesas para servir desayunos y cafés y ahora apenas cuentan con dos. Además, también sirven pan a bares y restaurantes "y es una locura: un día cierran, al otro encargan 200 panes de hamburguesa, nadie sabe bien a qué atenerse".

Las cifras de consumo que ofrece el Ministerio son muy desiguales, sobre todo, por Comunidades Autónomas, dado que donde han cerrado los bares y restaurantes el consumo en los hogares -es evidente- crece mucho más que en el resto. Echando un ojo a esta estadística se comprueba cómo los españoles aumentaron su cesta de la compra un 32,5% en abril por la covid, pero luego esta cifra fue cayendo conforme volvió a abrir el pequeño comercio y los locales de restauración.

Los españoles tratan de ahorrar hasta 30 
de cada cien euros que entran en el hogar 

Ahora, en este incierto octubre, ya no hay un ansia por almacenar productos de primera necesidad acaso porque un confinamiento perimetral no se antoja tan severo como el encierro total vivido en marzo. La lejía, el jabón líquido, las toallitas antibacterianas, las legumbres y la pasta siguen ocupando un hueco preferente en la compra diaria, “pero sin exageraciones”. “Ahora todo ha vuelto a su ser, aunque es verdad que cada vez se llevan más marcas blancas”, apunta Bellido, dando idea de que hasta los ‘caprichos’ tiene que salir más baratos. Traducido en cifras, esto significa que ante la incertidumbre todos tenemos miedo a malgastar. De hecho, el ahorro en los hogares se ha elevado por encima del 30% de la renta disponible (se guardan 30 de cada 100 euros), en la que es la tasa más alta desde que hay registros (desde 1999). Explican los expertos que este tipo de comportamientos atenazan la economía y acarrean graves consecuencias con ese cóctel infernal de consumo a la baja y paro al alza. Los españoles parecen prepararse para una larga crisis y el propio BCE llama “ahorro de precaución” a un fenómeno, que puede “frenar aún más el crecimiento del PIB”.

Pero de vuelta a la microeconomía, ¿qué otros productos vivieron un ‘boom’ a las puertas del confinamiento? En marzo se agotaron también las cintas de correr, los rodillos, las bicicletas estáticas y otros aparatos para hacer gimnasia en casa. Si hoy se echa un vistazo por cualquier tienda de deportes actualmente se comprueba que hay stock. Los gimnasios, a diferencia de hace siete meses, continúan abiertos a pesar de limitar sus aforos y de que el deporte tenga que hacerse con mascarilla y limpiando continuamente todo con hidrogeles.

En las farmacias se despachan a buen ritmo medicamentos contra el insomnio y la ansiedad

Estos son otros de los protagonistas del pandémico 2020, que bien merecerían un portada al ‘personaje del año’ en The Times. “Sin duda alguna, en las farmacias el producto estrella son las mascarillas, sobre todo las quirúrgicas”, comenta la responsable de la Farmacia Selma Navarro, en Cantín y Gamboa 33. “Y por el uso de las mismas -añade- también está aumentando la demanda de otros productos: gotas para la sequedad ocular, productos para el acné (el llamado ‘maskne’), pastillas para la sequedad bucal y de garganta... También se venden bien los termómetros, el alcohol y gel hidroalcoholico, jabón de manos, agua oxigenada, medicamentos para el insomnio y la ansiedad, pulsioximetros…”, dice la farmacéutica. “Los guantes al principio se pedía mucho más que ahora y la vitamina C también se demandaba bastante en primavera”, explica.

Pero hay detalles también más allá de la cesta de compra. Si hubiera un nuevo encierro, a los aragoneses ya no les pillaría sin una buena conexión a internet y unas cuantas suscripciones de televisión a la carta. Durante el confinamiento, el tráfico de datos móviles aumentó cerca del 40% y, según informa Telefónica, si en Aragón un usuario solía gastar un par de gigas mensuales de media, esta cifra prácticamente se ha duplicado. La tendencia parece haber llegado para quedarse (el 89% de aragoneses tiene al menos una conexión a internet), dado que hay que contar no solo con las videollamadas de ocio sino con el incipiente teletrabajo doméstico.

Por último, otra derivada de los tres meses de encierro -sobre todo para las personas que viven solas- fue la petición de acogida o adopción de mascotas. Las protectoras como Zarpa, Azar o en el propio Centro Municipal de Protección Animal experimentaron un repunte de solicitudes de acogida de animales de compañía, que -además- eran un pequeño salvoconducto para poder dar un paseo y pisar la calle. En Peñaflor llegaron a solicitarse una veintena de mascotas al mes, pero estas cifras también han ido descendiendo desde el pasado verano. Muchos de ellos eran cachorros, que hoy ya más creciditos se dejan ver por los parques y algunos, por cierto, responden al nombre de ‘corona’ o ‘covid’, en una moda que deja testimonio del momento en el que hicieron irrupción en los hogares.

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