Aragón

"Ahora ya toca hablar en serio de la conciliación familiar"

Tres familias aragonesas cuentan los malabarismos que tienen que hacer para cuidar a sus hijos mientras teletrabajan o acuden a sus puestos. Una situación que temen se prolongue en el tiempo y continúe el próximo curso.

Marian Rivero trabaja como teleoperadora en una habitación mientras su hija de dos años juega en la habitación de al lado.
Laura Uranga

Antes de sentarse a las 9.00 delante del ordenador para afrontar una jornada de seis horas y media como teleoperadora, Marian Rivero se asegura muy bien de que las puertas de la cocina y el baño están cerradas y de que no hay nada peligroso al alcance de su hija Jimena, que acaba de cumplir dos años. Mientras ella atiende las llamadas con los auriculares, la pequeña se entretiene por la casa. Desde el ordenador la puede seguir con la vista y si en algún momento hace falta se levanta y aprovecha el largo del cable de los cascos para acercarse a ella. 

El padre de Jimena trabaja en una empresa de mantenimiento a turnos y algunas mañanas la cuida él. Otras se apaña ella sola y lo "sobrelleva" como puede, aunque tiene la suerte de que la niña es "bastante tranquila". No quiere ni imaginarse "la situación en que se encuentran otras compañeras que tienen dos o tres hijos". Los cinco minutos de "pausa visual" que tiene cada hora y los 20 de descanso son para ella. La apertura de la escuela infantil a la que asiste el próximo 25 de mayo iba a suponer un "auténtico alivio", pero ahora no sabe si el centro abrirá o no. "Yo la llevaría a la guardería otra vez para poder teletrabajar más tranquila, no estar tan presionada y ansiosa por tener que estar pendiente de ella todo el tiempo", explica. Sus suegros viven en el mismo edificio. Puede recurrir a ellos un rato, "aunque no es la solución mejor", afirma.

Aunque pueda parecer que la desescalada facilita los cuidados de los más pequeños por terceras personas, la reactivación laboral está suponiendo que el problema de la conciliación familiar empiece a agobiar a muchas familas que no disponen de redes familiares ni vecinales para afrontarlo. El teletrabajo tampoco es la panacea. La cruda realidad es que a la hora de la verdad las necesidades de los niños marcan lo que se puede hacer y hay que organizarse muy bien para no caer en la ansiedad y la frustración. Desde UGT y CC.OO. abogan por legislar sobre el teletrabajo, para que “se desarrolle en condiciones dignas, sin riesgos psicosociales, y se respete la jornada laboral, la conciliación y el derecho a la desconexión”.

La vuelta a las aulas está descartada hasta septiembre y las escuelas infantiles tampoco abrirán el 25 de mayo como se pensaba en un principio al no poderse garantizar la seguridad sanitaria. Lo podrán hacer en algún momento en junio o julio cuando se den todas las condiciones. Los Ayuntamientos de Zaragoza y Huesca, siguiendo la línea del Gobierno de Aragón, ya han anunciado que las guarderías municipales seguirán cerradas. Muchas localidades tomarán una decisión la semana que viene, una vez que conozcan el protocolo sanitario que diseñe la DGA. Otras fórmulas veraniegas como el programa 'Abierto en vacaciones' en los colegios (un centenar de centros han solicitado participar); las colonias urbanas de todo tipo, entre ellas Zaragalla de la capital aragonesa, y los campamentos, están en la cuerda floja. Se trabaja con la previsión de que puedan llevarse a cabo con las restricciones a las que obligue el coronavirus, pero todo pende de un hilo.

"Las familias monoparentales vamos al límite"

Si el coronavirus ha puesto al revés a cualquier familia aragonesa, las monoparentales van "al límite", como dice Paula González, antropóloga y profesora asociada en la Universidad de Zaragoza, que imparte la asignatura de Antropología en el grado de Trabajo Social. Divorciada y con un niño de 6 años, se considera una "privilegiada" porque su labor docente le permite teletrabajar, pero ha contado con "la complicidad" de sus alumnas que se han adaptado a sus horarios de tutorías madrugadoras (9.00 a 11.00), que es cuando su chico está más entretenido, y de su hermano, que las primeras semanas del confinamiento le hacía la compra y ahora sale de paseo con su sobrino mientras ella da clases y corrigue.

Las cargas se multiplican al caer sobre una sola persona. Si hace falta su jornada empieza antes de que se levante el sol y sabe que con los exámenes va a tener que robarle más horas al sueño. Como persona conocedora de las casuísticas y problemas de las familias monoparentales le preocupa la situación "de las madres que tienen que salir a trabajar fuera de casa y están solas, sin un respaldo de nadie".  Las ayudas específicas no llegan a un colectivo "bastante invisible a ojos de las administraciones". Aboga por la implantación de permisos temporales retribuidos para que "puedan cuidar de sus hijos, que es el principal trabajo, aunque no está reconocido en ningún sitio". El verano para ella no será complicado, pero sí para otras madres que no pueden arriegarse a quedarse en el paro y su reincoporación laboral conlleva una dificultad añadida si están solas con hijos. 

Tamara e Iván en un parque de Zaragoza con sus dos hijos.
Laura Uranga

"Los abuelos no son la opción más conveniente en estos momentos"

Tamara González es una de las cerca de 90.000 personas que este viernes (15 de mayo, Día Internacional de la Familia) habían firmado en change.org una petición del Club Malasmadres dirigida al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la que exigen que se aprueben ya medidas para favorecer la conciliación. Con tres puntos muy claros: teletrabajo por imperativo legal, más allá del fin del estado de alarma, hasta poder tener certeza de la manera en que se hará la vuelta a las aulas en septiembre; facilitar la adaptación de jornada y la reducción de la misma sin pérdida salarial, siendo el Estado el que asuma el coste, y ayuda retributiva para la contratación de personal para aquellas familias en que todos los progenitores o tutores legales estén trabajando fuera del hogar.

"Ahora ya toca hablar en serio de la conciliación familiar", afirma esta funcionaria administrativa del Ministerio de Defensa, que trabaja habitualmente en la Academia General Militar de Zaragoza. y ahora está temporalmente teletrabajando en casa para el Servicio Público Estatal de Empleo (SEPE) tramitando los ERTE. Y uno de ellos afecta a su pareja, coordinador de actividades extraescolares en centros educativos, lo que permite que de momento lleven "mucho mejor que otras familias" la atención de sus hijas, Jimena de 4 años y Gonzalo, de solo uno 

En estos momentos está encantada con la flexibilidad horaria de su tarea, ya que puede dedicarle "unas horas por las mañanas, aprovechar la siesta de los peques y un buen rato por las noches si hace falta". Lo que teme es el momento en el que ambos tengan que retomar la vida laboral fuera del hogar. Este verano pueden "tirar de vacaciones" y hasta tendría opción a pedir una excedencia que de momento no se plantea. Siempre están los abuelos, pero no cree que sean "la opción más conveniente cuando todos los expertos hablan de un posible rebrote y hay tan poca gente inmunizada"

¿Y la vuelta al cole en septiembre si no hay una vacuna? Esta madre reconoce que es "una decisión complicada" que hay que empezar a analizar y consensuar con todos los implicados. No ve mal que en el regreso a las aulas tras el verano se planteen ratios más reducidas y se combinen en los alumnos de mayor edad las clases presenciales con las a distancia. Para ello considera imprescindible "que se contraten más profesores y se destinen más espacios a las aulas". "Las plantillas de docentes actuales se quedan pequeñas si se quieren duplicar grupos y tampoco hay espacios suficientes en muchos colegios", dice. Ahora le preocupa que con este trimestre escolar 'online' los peques "pasan demasiado tiempo enganchados al mundo digital" y se les está privando de una socialización que es fundamental para su crecimiento personal.

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