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El Museo Paleontológico del Sobrarbe, en Lamata: territorio de cocodrilos y sirenios

La localidad perteneciente al municipio de Abizanda alberga desde 2009 el Museo Paleontológico de Sobrarbe, con piezas fósiles sin parangón en el planeta.

Foto de Abizanda
Museo Paleontológico de Sobrarbe
Laura Uranga

Un elevado tanto por cierto de quienes fueron niños en los 60, 70 y 80 coleccionaba fósiles hallados en excursiones campestres, sencillos por lo general, hasta que la suerte deparaba algún hallazgo de más fuste. A Jesús Cardiel, esa afición acabó cambiándole la vida o, más bien, encauzándola; es el fundador y director del Museo Paleontológico de Sobrarbe, enclavado en la localidad de Lamata, su pueblo, uno de los núcleos de población del municipio de Abizanda.

El Museo está en Casa Román, una edificación de cinco siglos de antigüedad que Jesús acondicionó para fines expositivos; perteneció en el discurrir de esos 500 años a las familias Monclús, Román y Labrid. “A finales de la pasada década solicité una ayuda al Cedesor para levantar y acondicionar el Museo; lo concedido suponía el 40% del costo total de la obra, y me lancé a montarlo; abrí en 2009. Además del material paleontológico hay vestigios arqueológicos; se superan las 500 piezas expuestas, y hay otras tantas almacenadas”

A Jesús le picó el venenillo de la paleontología muy pronto. “Empecé por pura casualidad, bañándome con amigos del pueblo en nuestro río, el Susía. Vi un canto rodado dentro del río que tenía una forma muy curiosa de caracola, y supuse que habría más en los alrededores; tenía 12 años y empecé a buscar más, y ya no he parado. Acabé estudiando Geológicas en Zaragoza y acumulando cada vez más fósiles”.

El logotipo del museo es parecido a una piña; se trata de una pieza mesozoica muy singular, hallada en una terraza cuaternaria y muy antigua, de 65 millones de años. No obstante, al ser desplazada desde otra zona y a pesar de que su belleza la ha convertido en imagen corporativa del lugar, Jesús tiene otras referencias predilectas. “Quizá la joya de la corona desde el punto de vista científico sea la mandíbula de cocodrilo de morro alargado, una pieza única que hallé a 2 kilómetros de Lamata a finales de los 90. Vivió hace 40 millones de años por esta zona, y aunque tiene algún punto en común con un cocodrilo italiano de la época, éste tiene rasgos muy diferenciados. La gente se sorprende cuando lo cuento, pero hay que entender que en aquella época el emplazamiento de Lamata era en una costa marina de clima tropical, parecido a lo que ahora se daría en las Canarias. Otra pieza que llama mucho la atención es un gran fémur de lophiodon, un animal que sería similar a los actuales tapires, emparentado igualmente con los rinocerontes. Es mamífero y herbívoro, y también fue autóctono por aquí; tiene un diente incrustado de algún animal que le atacó”.

Interés universitario

La Universidad de Zaragoza ha investigado varios yacimientos cercanos a Lamata, con Jesús como guía y cicerone. “Han estudiado huesos de sirenio, un mamífero herbívoro y acuático que no tiene parangón a nivel mundial; en este Museo hay algún vestigio, y en el de Ciencias Naturales de Zaragoza hay 300 piezas. Le bautizaron hace un par de años como Sobrarbesiren Cardieli, en atención a mí: es algo curioso que pongan tu nombre a un hallazgo y, desde luego, se agradece”.

El Museo se agrupa en varias salas; la principal, a ras de calle, muestra la diversidad de fósiles en la zona, desde los moluscos a los gasterópodos, invertebrados... los vertebrados fósiles de ambientes deltaicos del Sobrarbe incluyen restos de las tortugas que había en esta área, desde caparazones a cervicales; el yacimiento de los sirenios (CS-41) tiene un gran reflejo en la exposición. “Tenían –cuenta Jesús– costillas muy robustas y estaban adaptados a la vida anfibia; aún conservaban extremidades funcionales. También hay restos de dientes y vértebras de tiburón, una escápula de ballena, moluscos, corales… mucha variedad”.

El rincón arqueológico deja los millones de años atrás para pasar a hablar de miles: puntas de flecha de sílex y cuarcita, hachas pulimentadas del Neolítico (hace unos 10.000 años), pequeños molinos de cereal (Edad de Bronce y de Hierro, época ibérica, romana y medieval), cerámica y metales de la Edad de Bronce y dos curiosas figuras blancas, casi fantasmagóricas, que adornaban una alcoba en el siglo XVIII.

El Museo no tiene un horario fijo; para verlo hay que concertar visita en el 649683498 o escribir a museolamata@yahoo.es. “Por las tardes y el fin de semana suelo estar, y lo enseño con mucho gusto”.

Vídeo de Abizanda en 'Aragón es extraordinario'
Laura Uranga

El pueblo de Lamata

Jesús ha vivido siempre en Lamata, excepto los años formativos. “Somos pocos, pero hemos recibido gente en los últimos años, incluso extranjeros: rumanos, holandeses, belgas, una chica marroquí que se ha casado con uno del pueblo… se está formando un pueblo más globalizado. Paleontología aparte, la historia me gusta mucho; he publicado un libro sobre heráldica y genealogía del Sobrarbe y me apasiona estudiar los cambios sociales. Lamata tiene una peculiaridad histórica: no había casas pobres, ni tampoco grandes, las familias eran clase media autosuficiente. Llevamos siglo y medio integrados con Abizanda, Ligüerre de Cinca ha generado puestos de trabajo con el tema de las bodas y los eventos... la verdad es que hay buena relación entre los distintos núcleos de población del municipio, y esperemos que todo siga así”.

Las creencias pirenaicas tienen refugio en las alturas de Abizanda

Las creencias pirenaicas tienen refugio en las alturas de Abizanda

El Museo Paleontológico de Sobrarbe no es el único aliciente expositivo del municipio. De hecho, el otro polo de atracción al respecto es muy espectacular en la forma y el fondo. No abrirá hasta Semana Santa, y su actividad principal discurre en verano, pero el Museo de Creencias y Religiosidad Popular del Pirineo Central es atractivo incluso desde el exterior, ya que se encuentra en una antigua abadía del siglo XVII; se alza misteriosa y silente en un emplazamiento privilegiado, en cuyo derredor pueden contemplarse cada invierno las cumbres nevadas de varios valles pirenaicos. Está junto al torreón lombardo del castillo, indiscutible referente arquitectónico de la localidad de Abizanda; esta mole, de hecho, alberga sus exposiciones temporales.

Se trata de un lugar que recoge magias, supersticiones y su interrelación con la iconografía y credo del cristianismo en esta zona. El discurso expositivo, comisariado por Angel Gari a mediados de los 90, muestra las preocupaciones del hombre por la supervivencia, la salud, la enfermedad y las desgracias propias y familiares; se trata de miedos colectivos que, tradicionalmente, se atribuían a fuerzas sobrenaturales, y la naturaleza de estas creencias se fue transmitiendo a lo largo de los siglos. El Museo cuenta con una colección de aproximadamente 8.000 objetos datados desde el primer milenio antes de Cristo hasta la primera mitad del siglo XX.

La exposición permanente está dividida en tres secciones: la protección de la casa, la protección del individuo y las creencias de la comunidad. Llama la atención la gran cantidad de objetos con un supuesto poder protector, desde los espantabrujas a crucifijos, rosarios, amuletos de todo tipo, talismanes e imágenes de santos.

La Casa de los Títeres, una explosión de alegría y colorido

Hace 16 años, Los Titiriteros de Binéfar (más de 4 décadas en la brega, haciendo felices a grandes y chicos) establecieron su base de operaciones en Abizanda. Actualmente, tras la restauración de tres viejos caserones (casa Lecina, casa Simona y casa Maza), aúnan espacio de residencia y creación para compañías artísticas, un atractivo museo de títeres de todo el mundo, jardín con espacio de juegos para los peques y un pequeño teatro para las representaciones. La compañía dirigida por Pilar Amorós y Paco Paricio ha dado con la fórmula del éxito en todos los niveles; respaldo popular, volumen de trabajo y ‘felizómetro’ al máximo nivel, tanto centrípeto como centrífugo. La Casa de los Títeres programa representaciones los puentes y festivos señalados de todo el año, los fines de semana de julio y todo el mes de agosto. Allí están a la venta varios libros de la compañía y sus 8 discos.

Así es Abizanda

Comarca. Sobrarbe.

Núcleos de población. Abizanda, Escanilla, Lamata, Ligüerre de Cinca, Mesón de Ligüerre y Casas de la Barca.

Cómo llegar. Dista 86 kilómetros de Huesca, su capital de provincia. El camino más directo es por la autovía A-22 y el desvío en Barbastro hacia la A-138 en dirección Aínsa. Lamata, sede del Museo Paleontológico, está a 7 kilómetros de la cabecera del municipio.

Ligüerre y sus eventos. Ligüerre de Cinca quedó despoblado por la construcción del embalse de El Grado, y volvió a la vida para usos turísticos, sociales y agropecuarios.Es uno de los emplazamientos en alza para la celebración de bodas civiles, y también se ha convertido en referente de todo tipo de eventos y concentraciones.

La Atalaya. Coqueto bar y restaurante en Abizanda, su parrilla es muy alabada.

La Demba Art-Hotel y restaurante. Un dechado de clase y detallismo al otro lado de la A-138, en Abizanda.

Reportaje de la serie 'Aragón es extraordinario'.

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