Ligüerre de Cinca, un paraje con premio en el corazón del Pirineo aragonés

Este pueblo abandonado por la construcción del embalse de El Grado que fue rehabilitado en 1986 como un centro vacacional es hoy escenario de bodas de películas, por lo que ha sido reconocido.

Ligüerre de Cinca: un paraje con premio en el corazón del Pirineo aragonés
Ligüerre de Cinca: un paraje con premio en el corazón del Pirineo aragonés
Heraldo.es

En el corazón del Pirineo aragonés, en concreto en la comarca de Sobrarbe, como un ave fénix que resurgió de sus cenizas se encuentra este pueblo oscense convertido en un espacio singular destinado a usos turísticos, sociales y agropecuarios. Expropiado, como otros tantos casos registrados en la zona, por la construcción de un embalse, en este caso el de El Grado, en 1986 el sindicato de UGT comenzaría su rehabilitación.

“La de Ligüerre es, sin duda, una bonita historia”, explica José Antonio Rufas, director de Ligüerre Resort, uno de los dos establecimientos turísticos del municipio junto al camping. El 31 de enero de 1985 se presentaría el proyecto de recuperación del casco urbano, convirtiéndose tras su aprobación, el 6 de febrero de 1986, en un proyecto único –junto al de Murillo de Tou- en toda España.

Así, poco a poco, se irían inaugurando espacios como el Mesón, el Torreón, la Iglesia o la Abadía, y se recuperarían, una a una, las antiguas casas pertenecientes a las familias que abandonaron el pueblo años atrás. Hoy, días antes de su cierre anual por mantenimiento durante los meses de enero y febrero, el pueblo ofrece al visitante un interesante y tranquilo viaje al pasado, de la mano de las casas Linés, Nau, Ramón, Broto… “No hemos recuperado solo el pueblo, sino todo lo que fue antaño. Una tierra de cultivo, de vino, de olivos… debajo del agua todavía permanecen 22 hectáreas del viñedo que hubo aquí”, recuerda Rufas, descendiente de dos de las casas más antiguas de Ligüerre, casa Garcés y Samper de Trillo.

Sin embargo, su relación con el nuevo pueblo comenzaría de manera bien distinta. “Empecé viniendo los veranos para ganar algún dinero en mi época de estudiante y acabé enfocando mi vida a este proyecto”, añade. Entre 1991 –cuando se inauguró la zona del camping- y el 2000 –coincidiendo con la del propio pueblo- comenzarían a llegar los primeros turistas que hasta 2012 convivirían con las obras. “Para mí supone un verdadero orgullo haber contribuido a su recuperación, sobre todo por los antiguos habitantes que hoy ven sus casas y su pueblo con vida. Es algo que no tiene precio”, añade.

“Hace 50 años la gente se fue, y hoy, con este proyecto, hemos conseguido que vuelva, evitando que muchas personas de la zona tengan que abandonar el medio rural por falta de oportunidades”, concluye. Entre ellas se encuentra María de Mar Santorroman (50), vecina de Abizanda y actual recepcionista del resort. “Para mí era muy importante tener un trabajo cerca de casa. Es un proyecto muy singular que permite que algunos de nosotros podamos seguir teniendo una puerta abierta en pueblos de montaña donde la despoblación es un serio problema”, opina.

En su caso, asegura que se trata de un aliciente que contribuye a su realización personal: “El trabajo nos ayuda a sentirnos bien, a estar contentos y a seguir teniendo ilusiones”. Otro caso es el de Mª José Barjanoj (42), vecina de Lamata y responsable de Administración. “En 2001, cuando estudiaba el último curso de la Universidad, trasladaron la parte administrativa de la empresa al pueblo y me seleccionaron para cubrir el puesto”, explica. “Como vecina creo que es un proyecto muy interesante que nos permite tener una viabilidad económica y dar trabajo a 20 personas fijas de marzo a diciembre y a otras tantas eventuales”, concluye.

Más de 40 bodas al año

Desde 2014, la organización de Ligüerre Resort se dio cuenta del enorme potencial del espacio turístico para la realización de bodas y eventos privados, convirtiendo el municipio en escenario de decenas de historias de amor en los últimos años. Hasta el pueblo, algunas parejas de novios han llegado en globo, en piragua o en lancha a motor, han organizado sus propios conciertos o han desfilado –invitados incluidos- ataviados como los personajes de El Señor de los Anillos, Juego de Tronos o Star Trek. “Ofrecemos un pueblo a medida para quien quiera una boda completamente diferente, además de alojamiento para más de 300 personas, algo que permite organizar un evento de 3 a 5 días”, explica Natalia Díaz, responsable de eventos del resort.

El complejo ha recibido numerosos reconocimientos, como el Wedding Awards en 2017 y 2018 entre más de 38.000 empresas on line, o el reconocimiento de la prestigiosa revista Vogue, que lo elegiría como uno de los 20 lugares más bonitos de España para casarse. Algo que, además, ha situado Ligüerre en el mapa, atrayendo enlaces de Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Gran Bretaña o Alemania; así como de varios puntos de España. En cuanto al precio, la responsable de eventos asegura que puede rondar los 180 euros por invitado hasta donde uno quiera ya que las tarifas oscilan dependiendo de la temporada y el número de invitados. Un lugar que está completamente de moda como indican sus estadísticas de reserva: “Hemos pasado de celebrar cinco bodas en 2015 celebramos a más de 40 este año”.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión