PATRIMONIO

La mágica huella de Sus Majestades de Oriente en el arte aragonés

En iglesias, ermitas y, sobre todo, en museos se cuentan por decenas las representaciones de nacimientos y epifanías. La escena de la adoración de los Reyes Magos se popularizó en el Renacimiento y en Aragón se conservan tablas y esculturas con mucha miga artística.

Vaya por delante que el asunto que aquí nos ocupa es inabarcable. Entre adoraciones y epifanías se cuentan más de 200 por todo Aragón, dado que pocos temas han sido tan representados en el arte como el nacimiento de Cristo y la llegada de los pastores y los Reyes Magos a Belén. Quizá acabáramos antes contando las ermitas e iglesias en las que no hay iconografía sobre la Navidad y sus tradiciones porque si se recorren los pasillos de -por ejemplo- el Museo Diocesano de Huesca, la catedral de Teruel, la Seo zaragozana, la colegiata de Boela, la Cartuja del Aula Dei o, incluso, el santuario de Torreciudad abundan las adoraciones, muchas de ellas de época medieval y de gran valor artístico. A raíz de una polémica política, estos días se ha hablado mucho de una tabla de la Epifanía del Museo de la Colegiata de Borja en la que se representan los tres Reyes Magos blancos como era costumbre hasta casi el Renacimiento. El Centro de Estudios Borjanos recopiló recientemente algunas obras que ponían en cuestión las convenciones de Sus Majestades de Oriente y en las que aparecían Baltasar con la tez blanca. La tabla del Museo de la Colegiata de Borja lleva la firma de los hermanos Zahortiga y está fechada en 1460. “En aquellos momentos los Reyes Magos simbolizaban a las tres edades del hombre: joven, adulto y anciano”, señalan desde el Centro de Estudios Borjanos, donde explican que las procedencias a cada uno de los reyes se les otorgaron más tarde “para dar un sentido universal a la Adoración”.

Otra representación aragonesa y muy divulgada de la escena de la Epifanía es la del retablo mayor de Santa María de Tauste porque hace unos años apareció ilustrando los décimos de Lotería del Niño. Fue una iniciativa de la asociación cultural El Patiaz, que quiso llamar la atención así sobre la joya que es el retablo taustano, obra del escultor de ascendencia francesa Gabriel Joly, conocido también por haber decorado la catedral de Teruel. Según los expertos este retablo está datado entre 1520 y 1529, pertenece al plateresco del modelo de entrecalles, está realizado en madera de pino sobredorada y policromada.

También el retablo de la Adoración de los Reyes de la Catedral de Huesca, obra de Damian Forment allá por 1522, fue elegido por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para divulgarlo en un sello con motivo de la Navidad hace más de una década. Está hecho en alabastro policromado en decoración sobre oro y cuentan que fue esta muestra la que le hizo valedor al escultor para que luego el Cabildo catedralicio le encargara el retablo mayor. Los Reyes Magos aparecen, entre el buey y la mula con ricos atuendos, portando los regalos que van a entregar al Niño.

Una pista sencilla de seguir para recopilar obras relacionadas con las fechas que nos ocupan es acudir a los museos diocesanos. Hay que destacar el de Jaca, donde se custodian grandes tesoros con historias más que curiosas. Es el caso de una tabla del Nacimiento, que se encontró vuelta del revés y utilizada como una tarima cuando se restauró la ermita de Iguácel en 1976. Es una pintura del primer gótico, que pertenecía a un frontal del altar. También en el Diocesano de Jaca puede disfrutarse de una pintura mural que perteneció a la iglesia de Navasa. En estas ‘Adoraciones’ se aprecia perfectamente a los tres Reyes Magos y, de nuevo, los tres son blancos. Se cree que está realizada en torno al año 1200 y en ella se adivina también la huida a Egipto.

La verdad es que las tierras altoaragonesas son ricas en estas representaciones y, por citar solo algunas otras, son de gran belleza el retablo de la Virgen de Yerba (en el Diocesano de Barbastro-Monzón), las figuras del tímpano de la ermita románica de Santiago de Agüero o la pintura sobre mármol de un autor barroco anónimo que se conserva en el Museo de Huesca y que es una adoración académica propia del siglo XVII.

Por lo que respecta a Zaragoza, en el Museo Provincial hay una adoración atribuida al pintor flamenco Pablo Scheppers, que allá por 1560 firmó una escena muy clásica, en la que -esta vez sí- destaca del rey negro con un pendiente de aro y perlas. En la misma pinacoteca se guarda una pintura de Blasco de Grañén, que tiene otra peculiaridad apuntada por Alberto Serrano Dolader: se basa en un relato de los evangelios apócrifos y San José se esconde cuando llegan los Reyes Magos. Asimismo, este museo conserva el retablo del convento del Santo Sepulcro, con una ‘Natividad’ al temple, obra de Jaime Serrá, uno de los grandes artistas del gótico español. En la pintura, de deliciosa factura, los ángeles se amontonan en el techo abovedado de un portal. Mención curiosa y obligada es también la de la catedral de San Salvador: en el retablo principal el maestro germano Ans Piet Danso esculpió en una ventana del pesebre -de difícil contemplación- un gato que se lame una pata. En 1468 el artista hizo en alabastro tres grandes escenas para el retablo mayor de la Seo, cuya parte central es una epifanía. Entre otros detalles, junto al portal aparece un pastor morisco con una gaita de fuelle y el Niño tiene una moneda en las manos, que reproduce la efigie del rey Juan II de Aragón.

Por último, es imprescindible dedicar unas líneas al patrimonio emigrado, pues son muchas las piezas aragonesas de gran valor que están fuera de la Comunidad. En el Museo de Bellas Artes de Valencia se guarda un retablo de la Virgen de la Aurora procedentes de la iglesia de Sarrión, mientras que en el Museo Nacional de Arte de Cataluña hay una tabla de la catedral del Salvador de Albarracín. El caso más sonado, más triste y más alejado también es el del Museo Meadows, en la ciudad estadounidense de Dallas, que expone en su colección permanente la obra ‘’La adoración de los Reyes Magos’’, originaria del retablo mayor del monasterio de Sijena y que compró a hace algo más de un año en subasta a una galería madrileña. El Ayuntamiento de Villanueva de Sijena sigue manteniendo que esta obra forma parte del patrimonio que fue expoliado durante la Guerra Civil y ha pedido al Ministerio de Asuntos Exteriores que reclame su devolución.

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