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Cinco sitios desconocidos de Zaragoza que vale la pena visitar esta Semana Santa
La capital aragonesa esconde muchos rincones no solo desconocidos por quienes visitan la ciudad, sino también por quienes residen en ella.
Pasear por las calles de Zaragoza siempre es bienvenido. Igual que quienes visitan la capital aragonesa, que no se despiden de la ciudad del Ebro sin visitar la basílica de Nuestra Señora del Pilar, la catedral de La Seo o las calles de El Tubo. Pero son muchos los rincones escondidos, no por ello de menor importancia, que incluso los zaragozanos desconocen. Semana Santa es un buen momento para descubrirlos.
Callejón de Lucas
Muy cerca del Puente de Piedra, en el corazón del Casco Histórico del Arrabal, se encuentra el Callejón de Lucas, la única vía cubierta de toda la ciudad. Al cruzarla, se accede a una pequeña manzana de viviendas de ladrillo, con el cromatismo y alero típicos aragoneses, que ha mantenido todo el sabor y la esencia de la arquitectura popular de la Zaragoza del siglo XVIII.
Su nombre alude a un labrador del Arrabal, Mariano Lucas Aced -más conocido como el Tío Lucas-, que participó en el levantamiento popular de Zaragoza del 24 de Mayo de 1808 contra Napoleón. También fue uno de los que en esa misma jornada, tomó las armas y municiones custodiadas en La Aljafería y fue a buscar a José de Palafox a su residencia de La Alfranca para nombrarle Capitán General de Aragón.
Lugarteniente del Tío Jorge, capitaneó a la muerte de este la Compañía de Paisanos denominada Escopeteros del Rabal, por ser todos ellos residentes en el popular barrio del Arrabal. Unos metros más adelante en dirección San Juan de la Peña se encuentra, precisamente, la calle de Jorge Ibort, donde se encontraba la casa en la que vivió el Tío Jorge
Iglesia de las Fecetas
Es una de las Iglesias más desconocidas de Zaragoza, escondida en una esquina de la plaza Europa. Pertenecía al antiguo Convento de las Carmelitas Descalzadas, del cual aún se conserva el arranque del claustro.
Una pequeña joya barroca con una bonita portada restaurada y un interior que aún conserva el arrimadero o zócalo de azulejaría de cuenca original. Destacan también las bóvedas de yeserías de tradición mudéjar.
Palacio de Larrinaga de Zaragoza
El Palacio de Larrinaga, en el barrio Montemolín, se levantó en 1920 en la que hoy es la calle Miguel Servet de Zaragoza. Esta villa ecléctica encuentra su razón de ser en el amor y es que fue un encargo que el naviero Miguel Larrinaga hizo al arquitecto Félix Navarro para retirarse con su esposa a la capital aragonesa, aunque sus deseos no pudieron cumplirse.
La edificación, de estilo modernista, cuenta con cuatro alturas. Está trazada en torno a un patio central siguiendo el diseño de los palacios aragoneses del siglo XVI. Aunque lo más destacable es su fachada con doble arcada, cuatro torres y un cimborrio en el centro. El edificio es actualmente propiedad de Ibercaja, ofrece visitas guiadas, aunque se encuentran temporalmente aplazadas.
Torre de los italianos
Ubicada en el paseo de Cuéllar de la capital aragonesa resulta visible desde muchos puntos de la ciudad, pero pocos saben a qué se debió su creación. A principios de los años 40 Mussolini mandó construir un 'Sacrario militare italiano' para enterrar los restos de la mayoría de los soldados italianos muertos en la Guerra Civil. El proyecto, una enorme torre que dominara toda la ciudad, se quedaría más o menos en la mitad de lo previsto, pero aún así es espectacular.
Tiendas en Zaragoza con historia
Hay una serie de tiendas en Zaragoza que podrían estar en una lista de los mejores comercios centenarios conservados en España, y darlos a conocer es fundamental para asegurar su supervivencia. Son uno de los mejores símbolos de aquellos años de finales del siglo XIX y principios del XX en los que Zaragoza crecía a toda velocidad, mirando al futuro y pensando en grande. Ejemplos dignos de merecer una visita son, entre otros establecimientos: Bellostas, en la calle Alfonso I; Montal, en la plaza de San Felipe o la Pastelería Fantoba, en Don Jaime.