aragón es extraordinario

Pedro Etura, pelaire del Cantábrico: "Amo la fotografía que transmite"

El fotógrafo especializado en bodas, uno de los mejores de España en este segmento, ha fijado su residencia en Biescas, donde tiene además raíces familiares

Vive en Biescas, y lleva una década larga especializado en el sector de fotografía de boda. Trabaja con pasión; Pedro Etura es todo un ‘ojo público’ gracias a sus años de fotoperiodista, utiliza ese bagaje para su nicho y, premios aparte ­–dos Lux de Oro, muy codiciados en la profesión– cuenta con el respeto y cariño de sus compañeros en toda España.

¿Es la BBC (bodas, bautizos y comuniones) un sector infravalorado?

En mis años de estudiante fui uno de los que cayó en los mil tópicos; me parecía que aspirar a menos del máximo, es decir, no viajar por todo el mundo con National Geographic, era perder el tiempo. Y las bodas... bueno, lo veía como algo pasteloso, dije que ahí nunca me metería, no veía lo creativo del tema. Y mira –carcajada va– no solo me dedico a eso casi al 100% desde hace muchos años, sino que también fue lo primero que hice como profesional. La disciplina de la foto de boda es complicada... no es peligrosa como otras ramas de la profesión, pero hay que lidiar con la presión de complacer a dos personas que viven ese día algo único, fundamental en sus vidas.

Para ir más allá en el género hay que arriesgar, pero sin fallar...

Eso es. Tienes que jugar con la luz, las condiciones del recinto, la gente, los detalles… y siempre asegurar el tiro. Trato de combinar todo. Es una foto agradecida, que se conecta con momentos felices; tu misión es dar un valor añadido a la felicidad que ya está ahí, crear una memoria que tendrá aún más sentido años después.

Ahora todo habla de fotos de preboda y posboda, pero eso no lleva tanto tiempo.

Bueno, me incluyo en un grupo de varios compañeros, desde Víctor Lax a muchos otros, que insistimos en el valor de introducir una narrativa en la foto de boda, trascender lo estético. Mi paso por el fotoperiodismo fue una gran ayuda; aprendes a relatar pisando la calle. Hay muchas cosas que no sé hacer, pero creo que sí me manejo a la hora de contar cosas con mi cámara. Aprendes de las esperas, de estar alerta, de cazar la foto. Al final haces un fotodocumental de bodas, que tiene en cuenta todos los ángulos; el foco principal, la cara B, un plato con sobras de la comida, un abrazo, una lágrima, un crío manchándose de barro mientras los novios sonríen... amo la fotografía con sentimiento, la que transmite. Y tampoco rechazo los retoques, aunque como fotógrafo todo lo que consigues sin retoque ilusiona más.

Los premios no llenan, pero tampoco sientan mal, ¿no?

En toda profesión se pasa por baches, yo llevo unos cuantos, y tener el reconocimiento de los colegas es muy bonito. Ver llorar de emoción a la gente cuando ve tus fotos no se paga con dinero. A ver –ríe– es un trabajo bien remunerado... que el último año y medio ha sido casi nulo. Suelo hacer 20 bodas al año, y el año pasado fueron dos, no hubo bodas. ¿Qué tuve a cambio? Disfruté de mi pueblo, descansé mentalmente, ordené mi archivo y le saqué rendimiento, he conocido más clientela en el Pirineo, y sigo bajando a Zaragoza a trabajar en publicidad y otros temas. Bueno, salgo en bici al monte, tengo gallinas... y una boda en Cosuenda mañana sábado: ¡no veas qué ganas!

Foto de Biescas
Pedro Etura en Biescas
Laura Uranga

Un donostiarra aragonés con asiento en Biescas que pudo ser abogado

Pedro Etura nació en San Sebastián en 1977;para responder desde ya a la pregunta de muchos cinéfilos, sí es familia de la actriz donostiarra Marta Etura, aunque no cercana. «Viví en San Sebastián hasta los 14 años, cuando toda la familia nos vinimos a vivir a Zaragoza, donde ya tenía raíces. Mi vida siguió en Zaragoza, Huesca y en estos últimos tres años, en Biescas, donde también tengo raíces por el lado de mi familia materna; era el pueblo de mi abuela y ahora también vive aquí mi hermano. Hemos veraneado en Biescas desde siempre».

Pedro no iba para fotógrafo. «Qué va... era un estudiante modélico –espeta con un punto somarda– que empezó Derecho para ser un gran abogado, de los de maletín en mano... pero al poco tiempo me di cuenta de que aquello no era para mí. Me apunté a un curso en la Real Sociedad Fotigrafica de Zaragoza, empecé a trastear mucho con una Rolleiflex de mi padre... por las tardes, en vez de ir a la Facultad de Derecho, me pasaba horas en el cuarto oscuro de la Sociedad, haciendo pruebas... finalmente dejé Derecho y cursé un Grado Superior de Fotografía Artística en Huesca. Eso cambió mi vida a todos los niveles, encontré mi camino; allí fui feliz de verdad, dos años más el proyecto, y encima salió trabajo nada más terminar».

Pedro comenzó en el fotoperiodismo en HERALDO Huesca, mientras trabajaba en bodas. «Compañeros como Rafa Gobantes y Javi Blasco me enseñaron a moverme en la profesión, lo agradeceré siempre. Luego me llamó Carlos Moncín para la redacción de Zaragoza; me dijo que había visto mi trabajo y le gustaba. ¡Un profesional como él! Era un gran piropo, y fue una buena etapa».

“Estar ahí, en un momento clave, fue un privilegio”

Pedro (eturaweddings.com) recuerda cuatro meses de una intensidad inusitada en su carrera: la Expo 2008, donde estuvo trabajando para HERALDO desde el mes anterior a la apertura y durante los tres meses de actividad. «La cantidad de trabajo resultó ser brutal, pero coincidimos un grupo humano en el que se trabajaba tan a gusto que solo quedan los recuerdos buenos. La verdad es que bebí más cerveza que nunca y aun así adelgacé 13 kilos en cuatro meses –ríe– y es que aquellas jornadas con la mochila recorriendo la Expo arriba abajo, al sol... paseabas en medio de una especie de carnaval fotográfico y al mismo tiempo te dabas cuenta de que estar ahí, en un momento clave para la ciudad, era un privilegio. También te digo que no hubiera aguantado un mes más».

De los miles de disparos que hizo Pedro en esos cuatro meses hubo uno que impactó lo suyo. «El rayo... bueno, tuvo su gracia; tormenta eléctrica en una de esas tardes de 40 grados en Zaragoza, y tuve la suerte de pillar un rayo justo sobre la Torre del Agua; no llevaba ni trípode, pero eso, hubo suerte y acabó siendo icónica en la previa de la Expo».

De su etapa periodística hay cosas que no olvida por peliagudas. «Hubo un viaje... bueno, HERALDO hizo una serie de entrevistas cuando la tregua de ETA, y viajé con mi compañera Pilar Estopiñá a Francia, fuimos a ver al fundador de la banda Julen Madariaga. Yo fui crío en San Sebastián en época dura, tuve que salir de casa por aviso de bomba en Nochebuena un año… me tocaba de cerca».

Pedro no olvida trabajos con compañeros como Pedro Anguila o Toni Galán (los tres tienen un Lux de bronce en retrato), Jorge Fombuena o Víctor Lax, entre otros. «Dejan el pabellón muy alto, pertenecer a esa generación es un orgullo. Como es un orgullo que mi madre guarde aún recortes de periódico con fotos mías, o el proyecto que llevo en Biescas con gente del pueblo, trato de involucrarme más donde vivo».

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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