Interiorismo

¿Toca decirle adiós a la mesa del comedor?

Este apreciado y típico mueble del hogar coquetea con la extinción, aunque algunos arquitectos e interioristas todavía lo tienen en cuenta en sus proyectos.

Una mesa de comedor en una cocina abierta en una vivienda de Zaragoza.
Una mesa de comedor en una cocina abierta en una vivienda de Zaragoza.
Cronotopos

El origen de la mesa se remonta a épocas ancestrales. Su forma, tamaño y el material para elaborarla ha cambiado con el paso del tiempo, pero siempre ha cumplido uno de los papeles más fundamentales dentro y fuera del hogar: ha estado destinada para comer, para trabajar o, simplemente, para estar. Este mueble se adaptó a los comedores con una forma redonda, que dio paso a su vez a una evolución política y social. ¿Está la mesa del comedor abocada a su final en la sociedad moderna?

La respuesta rápida es sí y no. Ambigua, pero es la realidad. En una era en la que cada vez más personas integran la cocina con el salón, es necesario un espacio en el que sentarse a compartir momentos con otras personas o, simplemente, un lugar donde trabajar. Ahí surgen las islas, que separan ambientes y que se postulaban como la mejor alternativa a las mesas de comedor. Pero el arquitecto Álex Lezcano, de Cronotopos, comenta: "La sociedad todavía no está preparada para no tener mesa. Antes, no se pone la isla".

"Entre los años 1980 y 2000, las familias españolas comían en la cocina, pero tenían otro espacio con una mesa que solo usaban, por ejemplo, para las cenas de Navidad o para las pedidas de mano de los hijos", explica Lezcano. Esta mesa del comedor se usaba, como mucho, 50 veces al año. "Ahí es cuando se produce otro cambio de paradigma. Los cocineros pasan a ser 'chefs' y la cocina "se integra en la vida pública". Es decir, es un mueble que, a día de hoy, la mayoría de personas solo utilizan para eventos como cenas de Navidad.

Es un tema que trasciende a las modas. Es una realidad que las familias son cada vez más pequeñas, con menos hijos. Según la Encuesta continua de hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 las viviendas españolas tenían una media de 2,5 habitantes. Además, por cuestiones principalmente económicas, la gente tiende a ir a vivir a pisos más pequeños que antaño, donde en esos metros cuadrados extra del salón se colocaba una imponente mesa de madera de roble. Ahora, esto no es así.

"Es una cuestión sociológica, porque las casas son más reducidas, pero también de precariedad, porque en las más exclusivas se sigue poniendo una mesa". (Alberto Sánchez, arquitecto)

Enrique de la Rosa, fundador de Prear Arquitectos, expresa que tienen mucha demanda a la hora de incorporar la cocina y el salón y separarlos con una pequeña isla. "De hecho, la mesa del comedor está empezando a desaparecer y se sustituye directamente por esta pieza", declara. No obstante, Alberto Sánchez, otro arquitecto, cree que este mueble comienza a desaparecer pero por un tema de "precariedad".

Una mesa de comedor en una vivienda de Zaragoza.
Una mesa de comedor en una vivienda de Zaragoza.
Esmeralda Blasco Interiorismo

"En cuanto diseñas viviendas que son de más lujo (hoy en día, un piso de 100 metros cuadrados casi es de lujo), todas tienen mesa de comedor. Se quitan en general porque los hogares cada vez son más pequeños, y cada vez se hacen soluciones con mobiliario más reducido", aprecia Sánchez. De hecho, dice, proliferan apartamentos de un solo dormitorio o incluso estudios. "La mesa de comedor, si hay espacio, se sigue poniendo. Es una cuestión sociológica, porque las casas son más reducidas, pero también de precariedad, porque en las más exclusivas se sigue poniendo", sentencia este arquitecto.

También hay cambios de hábito. En las generaciones más jóvenes, se considera algo raro comer mirándose a la cara. Es más común hacerlo viendo la televisión. Y ni siquiera se come en el salón, sino en la cocina o, en su defecto, con una bandeja en el sofá. Pero no por ello se desprenden de este mueble, porque sigue siendo querido. En ocasiones, se transforma. "Tener sillas y mesas buenas cuesta dinero. Sobre todo, si son buenas, llevan trabajo y tienen un coste", especifica Esmeralda Blasco. No obstante, de todos sus proyectos de reforma o interiorismo, solo en uno no colocó la mesa del comedor.

"Hay muchas opciones de mesa de salón. Cuando hay un espacio pequeño, puedes optar por una mesa pequeñita extensible que luego pueda abrirse", dice Blasco. De hecho, esa es la opción preferida del público ahora mismo. Se acabaron las largas mesas antiguas con ocho asientos, al menos por ahora. "Aunque sea en pisos pequeños, siempre buscamos el hueco para incorporar uno de estos muebles", añade esta zaragozana. Todavía se sigue colocando, incluso en espacios más reducidos. En viviendas que tienen una isla para separar la cocina y el salón, en ocasiones se coloca una mesa a continuación para poder cumplir esa función social.

En general, el que ha tenido esa mesa toda su vida en casa y ahora quiere ganar espacio, se deshace de ella vendiéndola. Pero si no, se coloca una extensible. "Ahora hay muchísima variedad. Antes todas eran cuadradas, pero en estos tiempos se colocan muchas circulares que son extensibles. Además, con este tipo de forma se gana un asiento más", declara esta interiorista zaragozana. Así, como mucho se opta por mesas que tengan cuatro asientos y que, al hacerse más grandes, sean de seis. "Se busca que sean de 1,40 metros y que sean extensibles a 2,60", manifiesta Blasco.

Es curioso porque, precisamente, en el único proyecto que esta interiorista no ha colocado una mesa de comedor es porque el cliente no lo veía necesario. "Espacio tenían de sobra, pero prefirieron tener una que se pliega porque la usan tres veces al año, y así los niños tienen espacio para jugar", asegura.

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