Tercer Milenio

En colaboración con ITA

De camino a regenerar un corazón tras un infarto con terapia celular

Una investigación en la que participan investigadores aragoneses busca regenerar el tejido cardíaco dañado tras un infarto mediante terapia celular.

El infarto de miocardio suele producir un fuerte dolor en el pecho.
El infarto de miocardio suele producir un fuerte dolor en el pecho.
Marco Verch

Pum pum. Pum pum. Pum pum. Este es el ritmo que te mantiene con vida.

Pumpumpumpumpumpumpum. Puede ser más rápido al hacer deporte, si te asustas o si te pones nervioso.

Pumpum pum. Pum pum. Pumpum pum. Cuando el ritmo es irregular, seguro que hay algún problema.

Silencio. ¿Qué pasa cuando el ritmo cesa?

El corazón bombea sangre por todo el cuerpo. Así, garantiza que hasta la última de nuestras células cuente con nutrientes y oxígeno, y también que sus productos de desecho sean eliminados. El ritmo de sus latidos marca el compás de nuestra vida. Cuando se detiene, suele terminar nuestra canción. No obstante, en medicina y biomedicina se trabaja para poder retomar las sinfonías inacabadas.

En este artículo hablaremos sobre qué le ocurre a un corazón cuando sufre un infarto, cómo se maneja esta situación desde el punto de vista médico y, además, sobre una prometedora línea de investigación con sabor aragonés que nos promete nuevas alternativas terapéuticas para los pacientes.

El infarto, al detalle

El corazón es el responsable de bombear sangre por todo el cuerpo, lo que incluye a sí mismo. Si este órgano no recibe sangre suficiente, se produce un infarto de miocardio, que comúnmente llamamos ataque al corazón. Una de las causas más frecuentes del infarto de miocardio es el bloqueo de las arterias que llevan la sangre al corazón, las arterias coronarias, debido a un depósito de colesterol que impide el flujo de la sangre. Por este motivo, las personas que tienen el colesterol alto pueden tener un mayor riesgo de accidente cardiovascular. No obstante, un ataque al corazón puede ocurrir por otros motivos, por ejemplo, porque una infección dañe las células del corazón o por tener algún defecto en las válvulas.

Sea cual sea la causa, el efecto será el mismo. La persona empezará a sentir un fuerte dolor en el pecho, aunque también puede sentirse en los brazos, la mandíbula o la espalda, sudores, mareos y náuseas. Si este malestar general dura más de cinco minutos y no desaparece con reposo, hay que acudir inmediatamente a urgencias. Allí, los médicos realizarán pruebas diagnósticas para confirmar que estamos padeciendo un infarto y se pondrán manos a la obra para eliminar el bloqueo y permitir que el corazón vuelva a recibir sangre.

A nivel celular, lo que está ocurriendo es que, al no recibir sangre, las células del corazón van a morir. Por eso, el tiempo es clave. Cuanto antes se actúe, más posibilidades de que el paciente se recupere por completo. Pero si gran parte de las células del corazón mueren, el paciente puede enfrentarse a insuficiencia cardíaca mientras viva, con el consecuente impacto sobre su calidad de vida. Deberá hacer cambios en sus hábitos, tomar fármacos y someterse a estrictos controles médicos para siempre. En algunos casos, puede ser necesario un trasplante de corazón.

Sin embargo, una nueva investigación, desarrollada por la doctora Laura Paz Artigas, ofrece una alternativa al trasplante de corazón que pasa por regenerar la zona dañada mediante terapia celular.

‘Despertando’ a las células del corazón

La doctora Paz, biotecnóloga zaragozana especializada en ingeniería biomédica, ha trabajado durante los últimos años en un sistema para poder implantar células en el músculo cardíaco de forma segura y efectiva. Esta investigación ha formado parte de su tesis doctoral, supervisada por los doctores Ignacio Ochoa y Jesús Ciriza y llevada a cabo en el grupo de investigación Tissue Microenvironment Lab de la Universidad de Zaragoza y el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón.

Con este proyecto se busca que las células cardíacas del propio paciente recuperen la capacidad de dividirse, para regenerar así el tejido dañado. Esto supone todo un reto, ya que el corazón, a diferencia de otros órganos del cuerpo como la piel, tiene una capacidad de autorregeneración muy limitada. Mientras que un rasguño en la mano estará como nuevo en un par de días, las secuelas del infarto acompañarán al paciente toda su vida.

La terapia celular busca revertir esta situación. El abordaje terapéutico en el que ha trabajado la doctora Paz consiste en introducir en el músculo cardíaco unas células llamadas células derivadas de cardiosferas, que pueden enviar señales a las células del paciente para reactivar su capacidad de dividirse. Así, el propio corazón podría regenerarse y recuperar su actividad normal.

No obstante, la terapia celular se enfrenta a algunos problemas. Uno de ellos es el sistema inmunitario, que podría destruir estas células al confundirlas con una posible amenaza. Para evitarlo, la doctora Paz ha trabajado en el desarrollo de unas diminutas cápsulas en las que son introducidas las células. Con esto se evita que el sistema inmunitario las detecte, permitiéndoles llegar fácilmente a la zona dañada. 

Además, la cápsula también protege a las células del daño mecánico que podrían sufrir por los latidos del propio corazón, pues al contraerse continuamente el músculo cardíaco las células corren el riesgo de perderse por el torrente sanguíneo. 

Estas cápsulas están fabricadas con un material gelatinoso llamado alginato, muy presente no solo en biomedicina sino también en la gastronomía molecular, ya que permite crear esferificaciones. Este material es biodegradable y no tóxico, lo que es ideal para uso terapéutico (y para uso culinario, claro).

Aunque este trabajo se encuentra todavía en su fase inicial, los primeros resultados han sido muy prometedores, lo que le augura un interesante futuro. Seguiremos muy atentos a cada nuevo avance en terapia celular, con la esperanza de que, muy pronto, regenerar un corazón tras un infarto sea una realidad.  

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