Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Gazapos de cine y ciencia

'Spiderman: un nuevo universo': Einstein hubiera dicho que lo de ser inteligente es relativo

¿Cuántas veces hemos oído que “según Einstein el tiempo es relativo” para justificar que el protagonista del filme no llega a su hora? Revisemos.

Fotograma de la película 'Spiderman: un nuevo universo' (Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, 2018)
Fotograma de la película 'Spiderman: un nuevo universo' (Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, 2018)
Sony Pictures Animation, Marvel Animation, Marvel Entertainment, Columbia Pictures, Pascal Pictures, Sony Pictures, Lord Miller, Avi Arad Productions

Confirmado: la teoría de la relatividad especial de Einstein es de película. Porque, ¿cuántas veces habremos oído eso de que “según Einstein el tiempo es relativo” para justificar que el protagonista del filme no llega a su hora y quedar guay? Bueno, pues ya es hora de que miles de guionistas revisen sus graciosas e inteligentes interpretaciones de la relatividad espacial (y temporal). Y lo mejor es que apenas nos llevará un segundo.

En un universo paralelo donde Peter Parker ha muerto, un joven de secundaria llamado Miles Morales es el nuevo Spider-man. Sin embargo, cuando el villano Kingpin construye un 'supercolisionador' y abre un portal a otros universos, cinco versiones alternativas de Peter Parker quedarán atrapadas en este universo. Mientras intentan regresar a los suyos, tendrán que enseñar a Miles cómo ser un verdadero hombre araña y, de paso, evitar todos juntos que la realidad colapse.

Descubre el gazapo científico en este diálogo de la película de animación 'Spiderman: un nuevo universo' ('Spider-man: into the spider-verse'), dirigida en 2018 por Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman y con guion de Phil Lord, Rodney Rothman, Dan Slott y Meghan Malloy.

El diálogo

  • -Señor Morales, moviéndose en la oscuridad, otra vez tarde -recriminó la profesora a Miles cuando entró en clase cuando la proyección de la película ya había comenzado.
  • -Einstein dijo que el tiempo era relativo, ¿no? tal vez no llegue tarde; tal vez todos hayan llegado pronto.
  • -Ja,ja,ja -se rio su compañera y viendo que era la única que lo hacía se excusó-: perdón, es que había tanto silencio….
  • -¿Quiere quedarse ahí de pie o prefiere sentarse? -preguntó la profesora instándole a que tomase asiento y no interrumpiese más la proyección.
  • -Tu chiste ha sido guay -le susurró la chica cuando Miles se sentó en el pupitre de al lado
  • -¿Sí?
  • -O sea, no tenía gracia, no me he reído, pero ha sido inteligente.

El gazapo

Este diálogo constituye un perfecto ejemplo del doble mérito cinematográfico que concentra la figura de Albert Einstein. Sí, porque Einstein puede presumir de ser el científico más conocido de la historia y, en consecuencia, también el más reverenciado en la historia del cine. Pero es que, asimismo, puede presumir -aunque no sé si esta es la palabra más adecuada- de ser el padre de la teoría -la de la relatividad espacial- que más veces ha sido explicada, esgrimida o argumentada de forma errónea en la historia el cine. Como es el caso. 

Así las cosas, parece procedente volver sobre ella a ver si, de una vez, al gremio de guionistas les entra en la cabeza el sinsentido que supone recurrir a la teoría einsteiniana para justificar todo tipo de retrasos y otras 'paradojas temporales' en esa línea. Un argumento que, puesto en boca del protagonista, no suena ni inteligente ni guay, ni tan siquiera gracioso, de tantas veces como lo hemos oído, sino que más bien es de una simpleza 'sonrojante'.

Empecemos por lo básico: Einstein no dijo (o no solo dijo) que el tiempo es relativo. Que semejante afirmación es simplificar mucho el asunto. 

Lo (primero) que Einstein dijo, y uno de los postulados fundamentales de su teoría, es que no hay un marco de referencia absoluto en el espacio. Por decirlo de un modo sencillo, un punto fijo en torno a lo que se mueve todo lo demás y que sirva como hito o kilómetro cero. Y también, y todavía más revolucionario, que lo único que es absoluto es la velocidad a la que viaja la luz en el vacío, que es constante independientemente de quién la mida y de cómo se esté moviendo quien la mide. 

Es decir, que independientemente de cómo y a qué velocidad se esté moviendo el observador, siempre obtendrá el mismo valor para la velocidad de la luz: 300.000 km/s. O, para ser aún más claros y explícitos: que si un observador está sentado en el porche de su casa obtendrá ese valor. Que será el mismo que mida otro observador que viaje a gran velocidad en la misma dirección que la luz.

Y esto que, dicho así, suena 'raro', es muy fácil de visualizar (que no de entender). Imaginemos que, en vez de la luz, lo constante fuese la velocidad del Batmóvil -lo siento por Spiderman, pero no conozco a otro superhéroe que se desplace en coche- y que esta fuese de 360 km/hora. Esto significa que un observador en reposo medirá que su velocidad es 360 km/hora (o 100 metros/s) mientras adelanta a un vehículo que viaja a 180 km/hora. Pero también que el conductor del vehículo adelantado verá que el Batmóvil se aleja del suyo a razón de 100 metros por segundo (y no, como nos indica el sentido común, a razón de 50 m/s).

Bien, pues una de las consecuencias de esta velocidad constante de la luz es precisamente que el tiempo, por fuerza, ha de ser relativo. Algo que resulta más fácil -y conste que digo más fácil, no fácil en términos absolutos- de entender adaptando el clásico -y ya muy manido- ejemplo de los hermanos gemelos astronautas a nuestro escenario del observador viendo como el Batmóvil adelanta al otro coche… y haciendo algunos números:

Partimos de la base de que la velocidad del Batmóvil es siempre la misma independientemente de quién la mida y desde qué sistema de referencia la mida. Entonces, el observador en reposo verá cómo el bólido de Batman viajando a 100m/s, alcanza al otro bólido y lo distancia 50 metros en un segundo. Pero es que el conductor del vehículo adelantado y que circula a 50 m/s también verá cómo, en 'ese mismo segundo', el coche de Batman le coge 100 metros de ventaja. Para que el observador en reposo vea al Batmóvil 100 metros por delante tendrán que pasar 2 de 'sus' segundos. Es decir, que para cuando han transcurrido 2 segundos en el reloj del observador, en el del conductor solo ha transcurrido 1 segundo. Lo que viene a ser lo mismo que decir que el tiempo transcurre más despacio para el conductor del vehículo que para el observador en reposo. O, para ser más correcto y académico, que el tiempo se dilata para un observador que viaja a gran velocidad.

Y si tampoco así lo acabas de ver, no pasa nada, porque, insisto, es bastante lioso. Pero más allá de eso, la cuestión clave a efectos de este gazapo y de tantos otros por el estilo es que esta dilatación temporal solo se aprecia cuando se viaja a velocidades relativistas, esto es, cercanas a la velocidad de la luz. Y esto también es relativamente fácil de ver sustituyendo el Batmóvil por un haz de luz que viaja a 300.000 km/s. Es decir, que en 1 segundo recorre 300 millones de metros. Por lo que, a ojos del observador en reposo, el haz de luz se distanciará del coche 299.999.950 metros en 1 segundo. O, visto desde la perspectiva y el asiento del conductor, para este en ese preciso instante 'solo' habrán transcurrido 0,99999983 segundos. Una dilatación temporal inapreciable.

Bien, pues hasta donde se sabe -y con esto Einstein seguro que estaría de acuerdo- los metros, los buses escolares, el coche de papá y los alumnos por el pasillo del 'insti' viajan a velocidades bastante más modestas que la de la luz en el vacío, por lo que difícilmente se puede achacar a la velocidad el hecho de llegar tarde a clase.  

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