Tercer Milenio

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Hola, Parker: el regreso (¿alguna vez se fue?) de Spider-Man o cómo exprimir a un superhéroe para saber más de ciencia

Con 'Spider-Man: No Way Home' en los cines, repasamos esos superpoderes arácnidos que, como bien sabemos, conllevan una gran responsabilidad.

Fotograma de la película 'Spider-Man: No Way Home' (Jon Watts, 2021)
Fotograma de la película 'Spider-Man: No Way Home' (Jon Watts, 2021)
Pascal Pictures, Marvel Studios, Columbia Pictures

Tras varios aplazamientos, se ha estrenado la tercera entrega cinematográfica de la reciente trilogía sobre el muchacho arácnido Peter Parker, alias el hombre araña (Spider-Man). Interpretada por el mismo actor (Tom Holland) que aparecía, con escaso protagonismo, junto a los ya consagrados superhéroes que conforman ese grupo fantástico, nunca mejor dicho, de los Vengadores.

Los filmes del director Jon Watts son variantes de aquel hogar, dulce hogar: 'Spider-Man: Homecoming' (2017), 'Spider-Man: Far for Home' (2019) y 'Spider-Man: No Way Home' (2021). Estos títulos: 'Regreso a casa', 'Lejos de casa' y 'No hay camino a casa', remiten a los problemas que tiene el joven superhéroe para asumir su condición. “Yo solo soy el amigo y vecino Spider-Man. […] Creía que no tendría que salvar el mundo este verano”, le recuerda a su nuevo mentor Nick Furia. Este le replica: “Stark te eligió a ti [se refiere a Tony Stark, el famoso y engreído ingeniero de Industrias Stark. Iron-Man en sus ratos libres]. Te convirtió en un Vengador. Yo necesito eso. El mundo necesita eso…. La decisión es tuya.”

Superpoderes arácnidos

Tantos años de aventuras superheroicas, juntos, por separado o revueltos y nuestros superhéroes favoritos no acaban de imponer el bien en esta Tierra convulsa: siempre aparece algún supervillano (super)poderoso al que deben frenar sus ínfulas. Superman, el superhéroe modelo e inspiración de todos los demás, nace en el cómic en junio de 1938. Y, desde entonces, esa legión de superhéroes que surgirá a su estela, gracias a la prolífica imaginación de dibujantes y guionistas, lleva batallando a lo largo y ancho de nuestro universo (y más allá, en el multiverso).

Un superhéroe o superheroína es un individuo que posee uno o varios superpoderes. Es decir, una habilidad extraordinaria que el común de los mortales no tiene: superfuerza, superresistencia, superoído, supervisión, vuelo sin ayuda, etc. Atendiendo a su origen, tres son las tipologías donde cabe encuadrar a estos fabulosos seres. 

Una corresponde a los seres que nacen así. Sería el caso de Clark Kent (Superman) o de Diana Prince (Wonder Woman o Mujer Maravilla), que ya desde pequeños dan muestras de unos superpoderes innatos, bien sea por su naturaleza extraterrestre o por su herencia familiar (el pueblo mitológico de las amazonas). 

Otra categoría la constituyen aquellos seres poseedores de una formidable tecnología que les confiere el estatus superheroico. Bruce Wayne (Batman) y Tony Stark (Iron Man) son ejemplos. 

Y la tercera categoría es la de aquellos sujetos normales (es un decir) a quienes un acontecimiento extraordinario los convierte en superhéroes. Sería el caso de Bruce Banner (Hulk o La Masa) o de Barry Allen (The Flash). En un caso, el físico Bruce se ve expuesto a los extremadamente energéticos y letales rayos gamma. En otro es la caída de un rayo en el laboratorio de química donde el investigador Barry trabaja (con electricidad más química, ya se sabe). Ahí acabaría la vida de cualquier humano, no así la de estos estos brillantes, valga el doble sentido, científicos que acaban por tornarse superhéroes.

Nuestro trepamuros favorito, el joven y debilucho Peter Parker (Spider-Man), pertenece también a esta categoría. Obtiene sus superpoderes por la picadura de una araña radiactiva (¿mande?) que le transfiere las propiedades de los arácnidos, amplificadas a su tamaño: superfuerza, fabricación y lanzamiento de telarañas y un asombroso sexto sentido. Así lo inscriben en el universo superheroico sus creadores, los dibujantes Jack Kirby y Steve Dikto y el guionista Stan Lee, en el nº 15 de Amazing Fantasy, el primer cómic donde aparece el personaje en agosto de 1962. En versiones posteriores, es una araña mutante, modificada genéticamente, la responsable de la picadura y de sus consecuencias.

"Aunque el mundo pueda burlarse de Peter Parker, el tímido adolescente…pronto se maravillarán con el increíble poder de… ¡Spider-Man!"
"Aunque el mundo pueda burlarse de Peter Parker, el tímido adolescente… pronto se maravillarán con el increíble poder de… ¡Spider-Man!"
Fuente: 'Amazing Fantasy' #15

Trepando muros

El superpoder más original y espectacular de Parker es su capacidad, heredada de las arañas, de trepar por las paredes. Esta propiedad de moverse por las paredes y los techos sin caerse que poseen animales de talla pequeña, como insectos y arañas, está determinada por el equilibrio entre las fuerzas que intervienen. Por un lado, el peso del animal, que estira hacia el suelo, y, por otro, la fuerza de contacto o de cohesión (fuerza de Van der Waals de origen eléctrico) que tiende a adherir al animal u objeto a la pared. 

Existe un tamaño crítico por encima del cual el peso del objeto es predominante y resulta imposible competir con estos pequeños animales. Los trepadores más grandes son las salamanquesas y los lagartos geco, con tamaños por encima de los 10 cm. Sus patas, como las de las arañas, están provistas de pelillos que aumentan la fuerza de cohesión hasta equilibrar su peso. 

Cuando, en el filme de 2002, se veía al joven Parker mirándose extrañado los dedos, donde crecían pequeños pelillos o garfios, los guionistas estaban dando una explicación plausible a su superpoder de escalar paredes. Pero ya se intuía que la cantidad era escasa para justificarlo.

En un estudio publicado en 2016, los zóologos David Labonte y colaboradores han demostrado que esta capacidad para subir por las paredes depende de la relación entre el volumen y la superficie corporal del animal. Para ello han analizado qué porcentaje de la superficie corporal de los animales trepadores está cubierta por estos pelillos que ejercen esa función adhesiva en función de la masa corporal. 

Para un ácaro representa un 0,02%, mientras que para una salamanquesa es de un 4%. Eso significa que la salamanquesa emplea 200 veces de superficie corporal más que el ácaro para alojarlos. 

Para las arañas el cociente volumen/superficie es de 0,92%. Estos animales pueden concentrar los pelillos en sus patas. 

La extrapolación de estos resultados a los humanos (de tamaño unas 10 veces superior a una salamanquesa) lleva a la conclusión de que Spider-Man necesitaría recubrir… el 40% de su cuerpo con esos pelillos adhesivos. ¿Increíble hombre-araña u hombre-de-las-nieves? Si, por cuestiones de estética claro, los concentrase en sus pies, estos deberían tener ¡talla 140!, tal como apunta el autor del artículo. 

Pelillos para subir por las paredes, según tu tamaño.
Pelillos para subir por las paredes, según tu tamaño.
Adaptación del artículo 'Extreme positive allometry of animal adhesive pads and the size limits of adhesion-based climbing' / David Labontea et al ('PNAS', 2016).

Este tipo de trabajos sirven no solo para desmontar uno de los superpoderes más conocidos del hombre-araña, sino para estudiar el desarrollo de bioadhesivos susceptibles de ser utilizados por futuros robots trepadores.

Una alternativa de diseño de nuestro superhéroe para que siga haciendo gala de este superpoder escalador, es reducirlo hasta el tamaño de un insecto. ¿Mini-Spider-Man? Sí, pero ágil trepador. 

Ilustración del libro 'De Kong a Einstein. La física en la ciencia ficción', de Manuel Moreno y Jordi José (Ediciones UPC, Barcelona, 1999)
Ilustración del libro 'De Kong a Einstein. La física en la ciencia ficción', de Manuel Moreno y Jordi José (Ediciones UPC, Barcelona, 1999)

Usos extraordinarios de las telarañas

En cuanto a los usos extraordinarios de las telarañas, baste recordar aquí que en las últimas apariciones cinematográficas las sintetiza directamente su propio organismo. En sus orígenes Parker se las fabricaba de forma casera él mismo y siempre se le acababan en el clímax de su enfrentamiento con el supermalvado de turno. 

Su similitud con ese material prodigioso secretado por las arañas es total. Constituidas por finos filamentos de proteínas secretadas por glándulas especiales del cuerpo del arácnido, resultan más resistentes que las fibras naturales y artificiales conocidas (hilo de acero, kevlar). Además de ser sumamente elásticas. Las de Spider-Man son incluso biodegradables: en un par de horas tras su uso, se deshacen sin contaminar el entorno. Una solución práctica, puesto que nadie va tras una exhibición superheroica limpiando de telerañas edificios y mobiliario urbano neoyorquinos.

El sentido arácnido

El sentido arácnido es uno de los superpoderes más extraños: el superhéroe es capaz de detectar fenómenos peligrosos antes de que tengan lugar lo que le permite disponer de un tiempo de reacción extra precioso para darles respuesta. 

Las arañas poseen órganos sensoriales visuales (algunas especies disponen de ocho ojos) con los que controlan perfectamente lo que sucede a su alrededor. Y pelillos, que recubren su cuerpo y en especial sus patas, dotados de sensores con los que detectan sutiles vibraciones, corrientes de aire, humedades, olores y hasta sabores. Con este arsenal, un verdadero sentido arácnido en conjunto, pueden detectar y distinguir presas y depredadores.

Supervillanos de altura

La tercera entrega cuenta con la presencia coral de los archienemigos más famosos del hombre (o joven) araña: Duende Verde, Doctor Octopus y Electro. Cada superhéroe acostumbra a tener enfrente a supervillanos a su altura, evidencia de que no hay superhéroe sin supervillano. La diferencia fundamental entre un superhéroe y un supervillano o supermalvado estriba en el uso que hace de sus superpoderes.

Los supervillanos citados forman parte inseparable de las aventuras y desventuras de Spider-Man. Pertenecen a la misma categoría: humanos más o menos normales a los que algún evento extraordinario ha dotado de superpoderes. Aunque, a diferencia de Parker, los efectos secundarios trastocan sus privilegiadas mentes. 

Doctor Octopus es la versión maligna del tímido físico nuclear Dr. Otto Gunther Octavius. Obsesionado con el invento de un artilugio que le facilite la realización de varias tareas a la vez, sufre los efectos mutantes de una fuga radiactiva accidental en su laboratorio que funde a su cuerpo (y a su mente) los brazos tentaculares metálicos que ha diseñado. Entenderán el porqué de su nombre. Un supermalvado superpoderoso que se la tiene jurada a Peter. “¡Hola, Parker!” es su lacónico saludo en el tráiler del nuevo filme. No augura nada bueno. Debutó en el cine (interpretado por Alfrerd Molina) en 'Spider-Man 2' (2004) y su aparición en cómic data de 1963. Es considerado el mejor antagonista del hombre araña. 

Esos temibles tentáculos metálicos parecen poseer vida propia. Nada, en principio, que la tecnología robótica no pueda conseguir en un futuro cercano. El problema principal de estos implantes en un ser humano, que lo transforman en un ser biónico (¿recuerdan el caso extremo de Robocop: mitad hombre, mitad máquina, todo policía?), son los puntos de anclaje con la estructura ósea. Aunque un brazo metálico pueda soportar sin romperse grandes esfuerzos de compresión, tracción, etc., no será el caso de los puntos donde esté unido al esqueleto humano, que siguen siendo tan frágiles, relativamente, como antes de la unión. Así que por ahí es por donde un implante biónico de este tipo saltará literalmente por los aires cuando Octopus intente realizar la primera de sus espectaculares acciones.

El segundo supervillano es el sorprendente Electro, capaz de controlar a voluntad los fenómenos eléctricos. Debutó (interpretado por Jamie Foxx) en 'The Amazing Spider-Man 2: el poder de Electro' (Mark Webb, 2014) y en el cómic su presencia se remonta a 1964. En una escena de ese filme Spider-Man acaba por reducir a este impresionante adversario… con una manguera de bombero. Si no han visto la secuencia, pensarán que Peter se lía a manguerazos con él. Pues no. Simplemente le arroja agua con ella. Como todo el mundo sabe, al caer sobre cualquier dispositivo eléctrico, el agua, al ser buena conductora de la electricidad, acaba por cortocircuitarlo y estropearlo. Cierto, pero debe recordarse que Maxwell Dillon es un ingeniero eléctrico que obtiene sus superpoderes eléctricos al caer en un tanque con anguilas eléctricas (eso sí, manipuladas genéticamente). La evolución ha proporcionado a los peces eléctricos, como las anguilas y las rayas eléctricas, la capacidad de producir descargas eléctricas (de hasta 600 voltios frente al millón de voltios del supervillano) como mecanismo de defensa ante sus depredadores naturales. Estos animales viven en medios acuosos (ríos y mares) y no se electrocutan ellos mismos por la presencia del agua, que constituye su hábitat natural. Así es que esa escena donde Spider-Man derrota a Electro no tiene demasiada base científica. 

Así que si la cuna no les ha proporcionado la titularidad superheroica ni disponen de una tecnología a la altura de los bat-aparatos, para convertirse en un superhéroe, solo queda confiar en ese acontecimiento extraordinario (exposición a la radiación, caída de un rayo o picadura arácnida, por ejemplo) que, el día menos pensado, les dote de algún superpoder. Aunque tal como está el panorama, y a sabiendas de que esos accidentes en la realidad acabarían antes con cualquiera, mejor no esperen demasiado y apréstense a resolver, sin recabar la ayuda superheroica, los problemas urgentes que la humanidad tiene. Pero si el multiverso resultase real, entonces no habría de qué preocuparse. Como comenta el supermalvado Mysterio en Spider-Man (2019): “Hay muchas realidades. Esta es la Tierra dimensión 616. Yo soy de la 833.” Menos mal.

Manuel Moreno Departamento de Física de Universidad Politécnica de Cataluña

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