Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Bio, bio, ¿qué ves?

Que nos den las uvas, por la salud de nuestra piel

El consumo diario de uvas podría asociarse a una mayor protección de la piel frente a la radiación ultravioleta.

Variedades de uva
Variedades de uva
Marco Verch

A lo largo de los años se ha recomendado el consumo moderado de vino tinto para mejorar los niveles de colesterol, la tensión arterial y, en general, la salud cardiovascular. Sin embargo, los estudios en los que se apoyan estas recomendaciones son en realidad poco claros al respecto. Pese a la falta de consenso, este mito, bulo o leyenda urbana, como queramos llamarlo, que sostiene que el vino es bueno para la salud está muy extendido. Sin embargo, con los datos que tenemos hasta ahora no deberíamos basar el consumo de vino tinto, ni el de otras bebidas alcohólicas, en sus supuestas propiedades saludables. El uso responsable de estas bebidas, siempre por parte de personas adultas, puede hacerse por otras razones. Por ejemplo, que nos guste su sabor.

Uno de los principales motivos por los que se ha pensado que el vino tinto podría ser bueno para la salud es su alto contenido en un grupo de compuestos llamados polifenoles. Los polifenoles son un grupo muy diverso de moléculas que producen las plantas. Sus funciones en la planta son muy diversas: desde ser responsables de su color hasta protegerla frente ataques de algunos herbívoros. Los polifenoles no solo son beneficiosos para la planta, ya que a los humanos nos sientan en las mil maravillas. Esto se debe principalmente a su acción antioxidante y antiinflamatoria, uno de los motivos por los que las dietas ricas en alimentos frescos de origen vegetal son tan saludables. Si bien el vino tinto contiene en efecto niveles altos de estos polifenoles, el más conocido el resveratrol, parece que la presencia de alcohol contrarrestaría sus efectos beneficiosos.

No obstante, si lo que buscamos es mejorar nuestra salud recurriendo a los polifenoles, estamos de enhorabuena, ya que es tan sencillo como comer uvas. Los niveles altos de antioxidantes y antiinflamatorios del vino se los debe a su materia prima, que además cuenta con la ventaja añadida de no contener alcohol. Por tanto, podemos aprovecharnos de sus beneficios sin miedo, entre los cuales podría encontrarse una mayor protección de la piel frente al daño producido por los rayos solares.

La radiación UV y su efecto sobre la piel

En un país como el nuestro, lleno de maravillosas playas y días de verano, así como de pistas de esquí para los días de invierno, conocemos bien el daño que puede causar exponernos al sol sin la protección adecuada. Desde el envejecimiento de la piel, provocando arrugas y manchas, hasta quemaduras graves o cáncer de piel. Por ello, es importante usar siempre un protector solar adecuado, además de sombreros y gafas de sol. Además, una buena dieta puede ayudar a que nuestro cuerpo se recupere del daño desde dentro, puesto que algunos polifenoles pueden revertir, hasta cierto punto, el efecto perjudicial de la radiación ultravioleta.

De acuerdo con varias investigaciones en modelos animales, los polifenoles que contiene la uva podrían producir este efecto protector. Por ello, recientemente se ha decidido dar un paso más allá y estudiar si los humanos podríamos obtener beneficios similares con el consumo de uva. Para ello, 29 voluntarios sanos, tanto hombres como mujeres, tomaron durante cada día 126 gramos de uva en polvo producido a partir de uvas frescas. Esta cantidad se corresponde, más o menos, con el equivalente a ingerir tres porciones de uvas frescas al día. Se recurrió al polvo porque resultaba más sencillo que proporcionar uva fresca cada día a todos los participantes. Tras 15 días de tomar el polvo de uva, se expuso a los voluntarios a una dosis pequeña y controlada de radiación ultravioleta para medir la respuesta de su piel. Los investigadores observaron que el consumo diario del polvo de uva mejoraba la respuesta al daño inducido por la radiación en algunos de los participantes voluntarios.

¿Solo las uvas?

Aunque este estudio resulte muy interesante, hay varios puntos que es necesario discutir. El primero de ellos, y puede que el más importante, es destacar que no podemos sustituir las medidas de protección (crema solar, sombrero, evitar exposición en ciertas horas, etc.) por un racimo de uvas. Si acaso, el consumo de uvas debería ser un extra a todo lo anterior, nunca un reemplazo.

Aclarado esto, ¿qué pasa cuando no es temporada de uvas? O peor todavía, ¿y si no me gustan las uvas? ¿Está mi piel abocada a sufrir más por el daño del sol? En absoluto. El efecto protector de las uvas se achaca a su contenido en polifenoles. Aunque las uvas posean unos polifenoles en concreto, no han firmado un contrato de exclusividad con ellas y podemos encontrarlos en otras frutas y verduras. Eso sí, puede que tengamos que combinar un par de piezas distintas para conseguir ingerir esos polifenoles en la misma cantidad que con un puñado de uvas, pero no es imposible. Por tanto, la verdadera conclusión que deberíamos sacar de este trabajo es que una dieta rica en alimentos de origen vegetal, si es variada mejor, puede ayudarnos a reparar parte del daño que nos causa el sol en la piel. Un motivo más para cuidar nuestra alimentación.

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