Tercer Milenio

En colaboración con ITA

El desmitificador

Los mitos se ponen morenitos

Ni la piel roja se pone morena ni ponerse crema evita que te broncees. La crema solar hay que llevarla siempre, y el Desmitificador de agosto va a explicar por qué.

Para que la crema cumpla su cometido debe aplicarse en cantidad suficiente
Para que la crema cumpla su cometido debe aplicarse en cantidad suficiente
Joe Shlabotnik

Para muchos, por fin llegaron las vacaciones. Algunos desmitificadores seguimos trabajando duramente para que sigáis disfrutando de la ciencia, que la ciencia no se hace sola y esas cosas… Pero, a lo que voy. Seguro que la mayoría tenéis planeados viajes a la playa, tardes en la piscina y excursiones al Pirineo. Y espero que, en todos esos casos, vuestros equipajes tengan un ‘ingrediente’ en común: la crema solar. Y, además, espero que la uséis como es debido, y que no os creáis todos los mitos que circulan por ahí. Ni la piel roja se pone morena, ni ponerse crema evita que te broncees. La crema hay que llevarla siempre, y en el Desmitificador de este mes vamos a explicaros por qué.

Aunque sean invisibles, los rayos de luz ultravioleta tienen mucha más energía que los rayos de luz visible; esto los hace mucho más peligrosos

Lo que los ojos no ven

¿Por qué nos ponemos morenos? ¿Y por qué si no nos protegemos, el sol puede ser peligroso? La respuesta está en un tipo de luz que nos llega continuamente del Sol, pero que no podemos ver: la radiación ultravioleta. Aunque sean invisibles, los rayos de luz ultravioleta tienen mucha más energía que los rayos de luz visible. Esto los hace mucho más peligrosos. Pueden dañar el ADN de nuestras células y, a largo plazo, causar gravísimos problemas como el cáncer de piel.

Nuestro cuerpo tiene un sistema de protección natural contra los rayos ultravioleta: la melanina. La melanina es una sustancia de color marrón oscuro casi negro que producen nuestras células para protegerse del sol. En nuestra epidermis, la capa más superficial de la piel, habitan unas células llamadas 'melanocitos' que se especializan en sintetizar esta crema solar natural. Al ser de color oscuro absorbe gran parte de la radiación dañina, y protege nuestra piel –y nuestro ADN– de los peligros de tomar el sol sin control. Cuando las células de nuestra piel están mucho rato al solecito, generan melanina para protegerse. Esta sustancia oscura acaba tiñendo nuestras células; es la responsable de que nos pongamos morenos.

Las cremas solares

Si ya tenemos melanina de manera natural, ¿para qué narices necesitamos cremas? Por la misma razón que ya tenemos piel y grasita, pero aun así a veces tenemos frío y necesitamos una mantita. La melanina no es infalible y, sobre todo, no da abasto si nuestra intención es pasar dos semanas tostándonos en Salou catorce horas al día.

Las cremas solares llevan una serie de filtros que reflejan la radiación dañina –la clásica estrategia del “rebota, rebota y…”– o la absorben. En la industria se conocen como filtros físicos (que suelen ser sales 'reflectantes' de color blanco, como el óxido de zinc y el óxido de titanio) y filtros químicos (moléculas orgánicas diseñadas en el laboratorio que absorben radiación ultravioleta a tope). En realidad todo es química, pero bueno eso sería material para otro Desmitificador.

La potencia de las cremas solares se mide con el 'factor de protección solar', o SPF por sus siglas en inglés. Pero, ¿qué es exactamente este numerito, y cómo escogemos la crema más adecuada? Le hemos preguntado a Rosa Taberner (@rosataberner), dermatóloga en el Hospital Son Llàtzer de Palma y editora del blog 'Dermapixel'. “El SPF es un índice que mide el grado de protección que confieren los fotoprotectores frente a la radiación ultravioleta,” explica la doctora. Aquí llega nuestro primer mito derrotado. El SPF no mide el tiempo, una crema SPF 30 no te protege media hora. “Nos da una idea del tiempo que estaremos protegidos si nos aplicamos la crema convenientemente,” aclara Rosa. “Si una persona se pone roja a los 10 minutos, un SPF 20 le proporciona 200 minutos de protección (10 x 20 = 200), si te pones rojo a los cinco minutos, la misma crema solo te da 100 minutos de exposición segura (5 x 20 = 100)”.

“Se recomienda aplicarse el fotoprotector al menos 10 minutos antes de iniciar la exposición y reaplicarlo cada dos horas"

Entonces, ¿cómo hacemos para escoger una crema de manera adecuada? Lo mejor, según la doctora Taberner, es fijarse en nuestra piel. “El SPF dependerá de nuestro fototipo, el tono natural de nuestra piel. En pieles más oscuras puede ser suficiente un SPF más bajo (25-30), mientras pieles más claras van a necesitar un SPF más alto (50 o 50+)”. Además, recuerda que “se recomienda aplicarse el fotoprotector al menos 10 minutos antes de iniciar la exposición y reaplicarlo cada dos horas. Además, para que la crema cumpla su cometido debe aplicarse en cantidad suficiente,” concluye.

Las nubes y el agua protegen

Otros dos mitos que se van al garete. Tiene que estar muy muy nublado para que realmente tengamos excusa para estar al sol sin protección. De hecho, aunque la mitad del cielo esté cubierto de nubes, recibimos en torno al 80% de la radiación del sol. Y con el agua, ojito también. Como explican en 'Next', es cierto que dentro del agua estamos algo protegidos debido al fenómeno de la refracción –ese efecto físico que hace que los objetos parezcan doblados cuando los sumergimos-. Sin embargo, el agua también refleja la luz, como un espejo, y las zonas que estén al aire libre pueden quemarse más que si estamos fuera. Y quizás parezca una perogrullada, pero antes de bañaros aseguraos bien de que la crema que uséis es resistente al agua.

Si sois de los que preferís una excursión por el Pirineo a tostaros en Cambrils, no cantéis victoria todavía. En la montaña hay que extremar las precauciones. La intensidad de la radiación aumenta con la altitud. Pensad que cuanto más arriba subáis, menos atmósfera tenéis por encima filtrando los rayos dañinos. Además, la nieve refleja mucho más que el agua, y el frío nos da una falsa sensación de seguridad. Id con cuidado.

Los complementos

Ya sé que las cremas son un tostón. Son pringosas, tienes que estar pendiente cada poco tiempo… Pero no os preocupéis que, además de tumbar mitos, estoy aquí para daros soluciones. ¿Y qué mejor solución que disfrutar del sol mientras somos los más fashion del paseo marítimo? Usad gorras, sombreros, viseras, pañuelos, sombrillas. “Son unos aliados estupendos que complementan a las cremas, y son especialmente útiles en deportistas y personas con poco pelo,” dice Taberner. Podéis completar el modelito con unas gafas de sol bien grandotas (y, en mi caso, bien graduadas). Y es que las gafas no solo protegen los ojos –que ya sería una razón de peso para llevarlas sí o sí– pero es que, además, “contribuyen a proteger la piel de los párpados, que es muy sensible,” nos explica la dermatóloga.

Arrugas, manchas, y cáncer

Si no tomamos precauciones, los efectos de la radiación solar pueden ser muy perjudiciales tanto a corto como a largo plazo. Eso de que “lo rojo termina poniéndose moreno” es otra leyenda urbana. Lo rojo es una quemadura, como cuando te quemas con la sartén. “Es una lesión conocida como eritema solar, un daño agudo causado por la radiación ultravioleta,” dice Taberner. Nuestra piel suele recuperarse a los pocos días, pero la radiación ultravioleta “también puede desencadenar enfermedades como el lupus eritematoso o las porfirias.” Pero lo peor son los efectos a largo plazo. Algunos son solo estéticos, “como los signos de fotoenvejecimiento –manchas, flaccidez y arrugas profundas-.” “Y el más preocupante, que depende también de factores genéticos, es el cáncer de piel,” concluye.

Para saber más

Si queréis buscar más información sobre este tema, no dejéis de visitar el blog de Rosa Taberner: 'Dermapixel'. Está repleto de contenidos interesantísimos, y tiene varias entradas donde desmonta muchísimos mitos sobre el bronceado de manera mucho más detallada. Rosa también nos recomienda echar un vistazo al libro 'Lo que dice la ciencia sobre el cuidado de tu piel' (Plataforma Editorial) de la dermatóloga Lorea Bagazgoitia (@LBagazgoitia). Tiene varios capítulos sobre el tema de la fotoprotección, y también está explicado en un tono muy cercano.

Este artículo está inspirado en un tuit del dermatólogo Dr. Lob (@Allobe86) sobre los mitos del bronceado:

Fernando Gomollón-Bel Químico y divulgador científico @gomobel

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