Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cómo calienta el sol aquí en la playa...

Cada verano, multitud de voces se pronuncian sobre los efectos, beneficiosos pero también perjudiciales, que puede causar el sol en nuestra salud. Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello? ¿Es realmente el sol tan malo como nos lo pintan? Intentemos arrojar algo de luz sobre estas cuestiones. El 20 de junio de 2006 publicamos este artículo que ahora rescatamos de nuestra Milenioteca.

Por qué nos quemamos
Por qué nos quemamos

¿Qué se 'toma' cuando se toma el sol?

Radiación. El sol emite radiación de casi todos los tipos de energía, desde rayos cósmicos hasta ondas de radio, aunque en su mayor parte está constituida por la radiación visible (la 'luz'), la infrarroja (IR) y, en menor medida, la ultravioleta (UV), que a su vez se divide en A, B y C (UVA, UVB y UVC).

Al alcanzar la Tierra, la radiación solar se topa con la atmósfera que, aunque es transparente para la luz visible, es un excelente filtro que impide el paso de la fracción más energética. Así, filtra completamente la UVC y parte de la UVB, mientras que la UVA nos llega casi íntegra. Estas dos últimas, la A y la B, son las responsables tanto del deseado bronceado como de los 'daños colaterales'. En cuanto a la radiación infrarroja, responsable del efecto calorífico solar, es decir, de que el sol caliente, parte es absorbida por la atmósfera y parte alcanza la superficie terrestre.

Cuando hay nubes, estas absorben parte de la luz visible y de la radiación infrarroja (antes de que se convierta en calor), lo que conlleva un descenso de la luminosidad y de la temperatura que invita a una mayor exposición al sol. Pero el riesgo de quemarse es prácticamente el mismo que con un cielo despejado, ya que las nubes apenas absorben rayos ultravioleta, que no calientan, pero sí queman.

¿Por qué es mayor el riesgo de quemarse entre las 10.00 y las 14.00?

No es por la distancia Sol-Tierra, que no varía de forma significativa a lo largo del día. Es consecuencia de un efecto atmosférico y otro 'geométrico'.

En las horas centrales del día, cuando el sol se encuentra más alto, sus rayos inciden casi perpendicularmente sobre la superficie terrestre y la atmósfera, por lo que atraviesan un grosor mínimo de ésta para llegar a la superficie. Por el contrario, cuando el sol se encuentra bajo, sus rayos inciden de forma oblicua, con lo que realizan un mayor recorrido por la atmósfera. A mayor recorrido, mayor absorción de radiación y menor intensidad de los rayos que nos alcanzan.

Cómo calienta el sol aquí en la playa...

No obstante, aunque no existiera una atmósfera protectora, la intensidad de la radiación solar sería igualmente mayor en las horas centrales del día por una cuestión geométrica: es entonces cuando los rayos incidentes se concentran sobre una superficie mínima. Cuando el sol se encuentra más bajo, al amanecer y al atardecer, su radiación se extiende sobre un área más grande, lo que, de nuevo, se traduce en una pérdida de intensidad. Para verlo en vivo y en directo solo hay que poner en práctica el experimento propuesto al final de este artículo.

¿Cómo actúan los protectores solares?

La luz del sol es absorbida en mayor o menor medida por una gran variedad de moléculas llamadas cromóforos. Nuestra piel posee muchos componentes cromóforos capaces de absorber determinadas longitudes de onda de la radiación solar, lo que tiene consecuencias beneficiosas y perjudiciales. Para evitar estas últimas se utilizan los filtros solares.

Un protector solar es un conjunto de productos químicos capaces de absorber la radiación UV y que se presentan en un soporte cosmético de fácil aplicación sobre la piel. Entre los productos químicos que absorben la radiación UVA se encuentran el avobenzone o el Parsol, mientras que para protegerse de la UVB se emplean octil metoxicinamato y homosalato, entre otros. También existen compuestos, como los benzofenones, que eliminan tanto la radiación UVA como la UVB antes de que lleguen a la piel. ¿por qué unas cremas protegen más que otras? Los protectores solares protegen pero no impiden totalmente el paso de la radiación. Los responsables de la diferente capacidad de absorción de una crema solar (expresada por el Factor de Protección Solar de los envases) son el rango de longitudes de onda que sean capaces de absorber los productos químicos de su composición y la concentración de los mismos. A mayor número de moléculas cromóforas en la crema, menos radiación que alcanza la piel. Para conseguir el llamado efecto pantalla es necesario recurrir a otro tipo de fotoprotectores, que no actúan absorbiendo la radiación, sino reflejando la luz, y no solo la radiación UV, sino también visible e IR. Por tanto evitan las quemaduras, pero también el bronceado.

¿Me expongo o no me expongo (a los efectos del sol)?

Exponte, pero con moderación. La radiación solar también tiene efectos saludables. Es responsable, entre otros beneficios, de la síntesis de la vitamina D, una reacción fotoquímica que necesita de la radiación UV para ponerse en marcha. La carencia de vitamina D provoca alteraciones óseas, trastornos dentales y desórdenes metabólicos.

Cómo calienta el sol aquí en la playa...

Sin embargo, una sobreexposición solar puede provocar lesiones en piel y ojos. El efecto más inmediato y familiar es la quemadura. Pero también existen daños crónicos. El fotoenvejecimiento de la piel es el resultado de multitud de exposiciones repetidas, aunque sean de baja intensidad, y se manifiesta con la aparición de arrugas, manchas, pérdida de elasticidad y sequedad en la piel. El cáncer cutáneo está en gran parte motivado por las exposiciones de gran intensidad en poco tiempo, especialmente durante la infancia y la juventud.

Hazlo tú mismo
Una forma sencilla de comprobar cómo inciden los rayos solares sobre nuestro planeta consiste en coger un objeto, más o menos esférico, como una pelota de tenis o una naranja (que hará las veces de Tierra) y, en una habitación a oscuras, iluminarlo con una linterna (el Sol).

Si se dirige la linterna sobre el Ecuador, como si fuera mediodía, se observa un círculo de luz sobre la esfera. Si se mueve la linterna, manteniéndola a la misma distancia, hacia la izquierda, se obtiene una representación de la luz del atardecer, un óvalo iluminado en lugar del círculo del mediodía. Este efecto se da porque la misma cantidad de luz se extiende ahora en un área mayor, lo que supone una pérdida de intensidad en todos los puntos.

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