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Educación emocional para familias: hoy, todos, ¡a mover el esqueleto!

La capacidad cognitiva está relacionada con el movimiento, por eso es muy importante potenciar el movimiento libre en nuestros hijos desde bien pequeños.

Bailar con tus hijos refuerza el vínculo familiar
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Para aprender, los niños necesitan moverse para poder explorar, investigar, manipular el entorno. A través del movimiento adquieren muchos conceptos y sobre todo van conociendo su cuerpo. La capacidad cognitiva está relacionada con el movimiento, por eso es muy importante potenciar el movimiento libre desde pequeños. Ahí van una serie de pautas para trabajar en familia de forma lúdica y sencilla el movimiento:

Ir al parque. Sobre todo a columpiarse, ya que ayuda a la integración del sistema vestibular, encargado de nuestro equilibrio necesario para el aprendizaje. Disfrutarán de toboganes, balancines, casitas..., ayudándoles, por nuestra parte, cuando lo necesiten.

Bailar. Podéis bailar en familia, creando o reforzando el vínculo de conexión familiar. Bailando movemos todo el cuerpo y trabajamos la coordinación, el equilibrio, la lateralidad y la orientación espacial, que nos ayudan en el aprendizaje.

Hacer circuitos. Aprovechar los objetos que tengáis por casa y elaborar un circuito donde se trabaje todo el cuerpo. Podemos usar cojines para caminar sobre ellos; zapatos, que nos pueden servir como conos para ir sorteándolos; cajas para saltarlas;mesas para pasar por debajo... ¡creatividad al poder! Los circuitos caseros son geniales y a los niños les encantan.

Gatear, reptar. Vamos a aprovechar el pasillo de casa. Es fundamental que los niños gateen mucho desde pequeños. El gateo conecta los dos hemisferios cerebrales y crea rutas de información cruciales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas, fomenta la conciencia espacial y desarrolla la coordinación ojo–mano, fundamental a la hora de leer y escribir.

Las escaleras. Os podéis plantear un día sin ascensor y subir las escaleras de dos en dos, por ejemplo, e ir diciendo los números. O subir saltando. Con un ejercicio tan sencillo mueven todo su cuerpo a la vez que trabajan la coordinación, el equilibrio…

Caminar y caminar. Como los pingüinos, las serpientes, como los equilibristas, sobre una cinta, sobre diferentes texturas, de puntillas, de talones..., para sentir por completo nuestro pie.

A saltar. Sobre la cama o el sofá, en el suelo o en colchonetas, así los niños empiezan a conocer la sensación que produce la gravedad en nuestro cuerpo. Los adultos, por un día, también podemos volvernos niños y disfrutar saltando en la cama.

Adivina, adivinanza. Con los ojos tapados, tocar al niño una parte de su cuerpo y que él luego la señale. Así trabajará la conciencia corporal y el conocimiento de su propio cuerpo.

Yincana casera. Podéis organizarla con carrera de sacos, lanzamiento de pelotas, bolos, explotar globos… Seguro que se convierte en una de nuestras actividades familiares favoritas.

 Ana Rojo de la Vega. Maestra y orientadora educativa, miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía 

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