Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Por qué me pasa?

Por qué me gusta tanto la poesía

No hace falta entender ni una sola palabra para que nuestro cerebro sea capaz de apreciar la musicalidad de un poema.

La poesía le suena bien al cerebro.
La poesía le suena bien al cerebro.
Paul Bence

Da igual que esté en tu idioma nativo, en inglés, en alemán o incluso en swahili. Tu cerebro es capaz de apreciar la musicalidad de un poema sin necesidad de entender ni una sola palabra. Un reciente estudio británico de la Universidad de Bangor revela que, cuando escuchamos frases que siguen ciertas reglas de construcción de poesías, nuestro cerebro procesa ese ritmo inconscientemente. Y le suena especialmente bien. “Cuando lees un poema y sientes algo especial pero no sabes qué es, posiblemente es que tu cerebro ha quedado cautivado por la armonía poética de la pieza”, concluían Guillaume Thierry y sus colegas en la revista ‘Frontiers in Psychology’.

Científicos de la Universidad de Exeter (Reino Unido) compararon también las diferencias en la respuesta de la sesera cuando lees poesía o prosa. Según publicaban en la revista ‘Journal of Consciousness Studies’, en ambos casos se activan regiones del cerebro que responden a cualquier material escrito. Sin embargo, la poesía activa áreas cerebrales como la corteza cingulada posterior y los lóbulos medio temporales ligadas a la introspección. Que no se ponen en marcha cuando leemos el manual de instrucciones de la lavadora, ni tampoco cuando nos enfrascamos en la lectura de una novela. Además, el escáner reveló que la reacción emocional a los poemas tiene bastantes puntos en común con nuestra respuesta a la música.

¿Sonetos o haikus? ¿Qué nos gusta más? Cualquiera de ellos siempre y cuando sus palabras consigan crear una imagen mental vívida en nuestra cabeza, según demostró hace poco un estudio del Instituto Max Planck.

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