Andrés Neuman: "La poesía es pequeña pero irreductible, viene a ser como la Galia de la literatura"

El escritor argentino presentó en Zaragoza ‘Vivir de oído’, un poemario rumiado durante seis años en el que las palabras son "una máquina de invocar"

El escritor Andrés Neuman, esta semana en la librería Los Portadores de Sueños.
El escritor Andrés Neuman, esta semana en la librería Los Portadores de Sueños.
José Miguel Marco.

Novelas, cuentos, aforismos... «Hacía cinco o seis años que no publicaba un libro de poesía», se justifica Andrés Neuman, cuando se le etiqueta como ‘autor prolífico’. «Lo primero que escribí en mi vida fue poesía. Es verdad que las novelas hacen más ruido, pero tenía ganas de regresar a esta escala engañosamente pequeña de la poesía», dice el escritor bonaerense, que regresa al ruedo literario con ‘Vivir de oído’, recién editado por La Bella Varsovia.

¿Qué es lo que le ofrece este género que no le dan otros? «La poesía es un territorio en el que cada palabra recupera su importancia, su eco y su matiz. Vivimos en una caja de resonancia sobreactuada y de retórica vacía y la poesía -de pronto- se convierte en un acto de higiene de la palabra pública».

Neuman ha tardado seis años en reunir un puñado de poemas con los versos justos y con cada una de las palabras reivindicando su esencia. «En este género menos texto equivale a más tiempo, la poesía trabaja restándose, se reduce a sí misma. El manuscrito inicial tenía más poemas y más largos, pero, como dijo Machado, es necesario pararse a distinguir las palabras de los ecos. Cuando el poema se deshace de su eco, hay una sensación de plenitud y a la vez se roza el silencio», dice.

Abrazar fantasmas

El poemario se estructura en tres partes que están relacionadas entre sí. La primera se centra en el tiempo y la memoria («reflexiona sobre los seres queridos que parecen perderse pero se recuperan con el acto de nombrarlos»), la segunda aborda el amor y el deseo («y la celebración erótica y la vida en pareja») y la última es más metaliteraria («la escritura debate sobre su propia condición»). «Un poema no acude / a un solo andén. /En la estación que sabe demasiado lo que quiso decir, / descarrilan los trenes», escribe Neuman, al tiempo que admite que tira mucho trabajo a la basura y que «cuanto más sencillo suena un poema más complicación hay detrás».

«Hay que tachar dos de cada tres versos -explica-. La espontaneidad y naturalidad es un punto de llegada, porque lo natural de todos nosotros es ser confuso y redundante, ir al lugar común, hacernos un lío...». ¿Y quién ayuda al autor a desenmarañar esos nudos gordianos? «A quien primero enseño los poemas es a mi pareja, que también es poeta. Nuestra casa es como un taller de edición recíproca las 24 horas del día: nuestro oficio es destrozarnos amorosamente los manuscritos», bromea. «La escritura es entusiasmo, es venirte muy arriba. Cuando alguien te corrige con sospechas y desconfianza, regresas a la realidad».

El proceso creativo de Neuman entremezcla el fogonazo inspirador con la perseverancia y disciplina del oficio. «De joven practicaba más escritura automática, que -en realidad- no es más que una imitación de los maestros del surrealismo. Ahora me interesa construir emociones, a veces de forma dubitativa, lenta o tartamuda. En ese balbuceo hay un hallazgo: creas presencia donde hay ausencia porque los poemas no pueden abrazar fantasmas», argumenta.


Jóvenes autores ingleses


«Lo dijo el poeta argentino Roberto Juarroz: “El oficio de la palabra es crear presencia”. Todo aquello que no está, de pronto, puede manifestarse de forma conmovedora, las palabra son una máquina de invocar», sentencia. Al margen de los citados, Machado o Juarroz, Neuman tiene un amplio abanico de referentes literarios. «En estos últimos años he disfrutado mucho leyendo a Charles Simic o los jóvenes ingleses contemporáneos como Emily Berry o Jack Underwood. Tampoco descuido a los clásicos como Anne Sexton o Rilke».

No pretende que esta pléyade de poetas influyan en su obra, sino que «lo interesante es que a veces no te queda tanto un estilo como una actitud o una mirada». «No solo te prestan una manera de adjetivar o un ritmo, te enseñan a mirar y a descifrar lo que te ocurre», continúa Neuman, que cree que «lo mejor es apostar por la contradicción: leer poetas muy sentimentales y luego poesía fría, o abusar de la retórica con su antídoto de textos secos».

Al fin y al cabo, concibe el creador que «la poesía es el arte de sobrevivir, es un arte resistente, viene a ser la Galia de la literatura, pequeña pero irreductible. No creo que ahora se lea ni más ni menos poesía que antes porque siempre fue una especie de secreto a voces. Quien tiene el placer de frecuentarla sabe que es una adicción que no se pierde nunca».

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