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CURIOSIDADES

Confirmado: los calcetines desaparecen en la lavadora y ya sabemos el porqué

Aunque no nos guste, perder calcetines forma parte de la colada; motivo más que suficiente para celebrar cada nueve de mayo su día internacional.

La estadística no está del lado de los calcetines emparejados. 
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Poner la lavadora es una de esas tareas del hogar que más se resiste cuando nos independizamos (o estrenamos nuevo electrodoméstico). Hay que estudiar ingeniería aeronáutica y un máster en jeroglíficos egipcios para descifrar los programas, organizarse para no mezclar color y blanco (sin que esto implique no tener la ropa lista a tiempo) y, también, descubrir nuevos métodos que permitan no perder los calcetines en el tambor de este aparato que, en ocasiones, parece más un agujero negro que una lavadora. Tan habitual es romper las parejas de esta prenda que cada nueve de mayo se celebra el Día Internacional del Calcetín Perdido, para recordarnos que no somos los únicos que sufrimos estos secuestros sorprendentes de los que solo nosotros somos los culpables. 

Más allá de la Ley de Murphy ("Si algo puede salir mal, saldrá mal", dictamina) hay diversos estudios que se han centrado en la desaparición de los calcetines por sistema. Así, tal y como explicó el estadístico Victor Nierdhoffer en un artículo publicado en 'Daily Speculations', la pérdida de esta prenda es matemática pura, ya que si tenemos 20 calcetines (10 pares diferentes) y perdemos solo uno, las posibilidades de que la segunda pérdida deshaga otra pareja son de 18 sobre 19, frente a 1 sobre 19 de que sea un calcetín del mismo par. Además, teniendo en cuenta que esta prenda se pierde aunque esté llena de tomates y la vejez le acompañe, lo normal es dejarse de poner los desparejados, por lo que las posibilidades de que desaparezca uno nuevo (y emparejado) son muchísimo mayores.

Tal es  el debate que causa la pérdida de calcetines que incluso se ha llegado a crear una fórmula para averiguar cuáles son las posibilidades de, según nuestra colada, perder de vista alguno de la pareja. Sus inventores, el estadístico Geoff Ellis y el psicólogo Simon Moore, aseveran que cuanto mayor es la carga de la lavadora, con más facilidad perderemos los calcetines. Para hacer la fórmula, que se encuentra bajo estás líneas, los expertos aseguran que tan solo que hay que fijarse en el número resultante de la operación: cuanto más alto, mayor es el número de calcetines que podemos perder en nuestro día a día. Pero, ¿podemos huir de este aciago destino y conservar los pares intactos?

[L (pxf) + C (rxs)] – (P x A)

  • L es la cantidad de ropa que se mete a la lavadora y se calcula multiplicando el número de habitantes (p) por la frecuencia de lavados semanales (f).
  • C es la “complejidad del lavado”, que se calcula multiplicando el número de diferentes coladas, blancas y de color, que se realizan a la semana (t), por el número de calcetines que se lavan a la semana (s).
  • P es la “positividad” con la que hacemos la colada, que se mide en una escala de 1 –“fuerte rechazo”– al 5 –“gran disfrute”– .
  • A es la “atención prestada”, que se mide como el número total de precauciones que tomamos en cada lavado para evitar la pérdida de calcetines, como puede ser desenrollar los calcetines o emparejar estos previamente.

Consejos para minimizar las pérdidas

  • Una bolsa de ropa interior

    Aunque están diseñadas para evitar que la ropa más delicada pueda dañarse con los centrifugados más agresivos, la realidad es que estás bolsas de tela agujereadas son las mejores aliadas para evitar perder calcetines. Solo hay que tenerla cerca del cubo de la ropa sucia e ir introduciendo las parejas y cerrando la cremallera para evitar que ninguno se extravíe. 

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  • Cuidado al poner la lavadora

    Además de asegurarse al poner la lavadora de que no hay ningún calcetín huérfano, es fundamental meter la bolsa bien cerrada. Y es que al ser piezas pequeñas pueden escurrirse y acabar, por ejemplo, metidas en el interior de la funda nórdica o de un pantalón vaquero, de tal manera que, no solo no se lavará, también correrá el riesgo de perderse. 

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  • El tendedero, otro peligro

    Si bien es cierto que tendiendo dentro de casa es más difícil que una ráfaga de viento o una pinza mal puesta acabe con nuestro calcetín, también es perjudicial para la salud. Por eso, lo mejor es poner la ropa a secar fuera; eso sí, bien sacudida (por si acaso las prendas en cuestión se han introducido en bolsillos, perneras o mangas), poner bien las pinzas y, por supuesto, quitarlas con cuidado para evitar tener que bajar a pedirle a nuestros vecinos si, por favor, nos devuelven el calcetín.

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