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Adrián, paciente con mieloma múltiple: "Cuando tienes una enfermedad sin cura, la sociedad te aparta. Yo perdí el trabajo"

A Adrián Andonie, de 58 años, lo despidieron después de diez días de baja. Diagnosticado en marzo del 2021, se ha sometido a diferentes terapias, y en la actualidad sale adelante con apoyo de la AECC.

Adrián Andonie, un paciente zaragozano con mieloma múltiple, recibe apoyo económico y psicológico en la AECC.
Adrián Andonie, un paciente zaragozano con mieloma múltiple, recibe apoyo económico y psicológico en la AECC.
Juan Antonio Pérez Vela

Adrián Andonie, de 58 años, padece mieloma múltiple, el segundo tumor hematológico más frecuente. Según datos de la AECC, en Aragón se diagnostican cada año más de un centenar de casos nuevos de este tipo de cáncer, que celebró este martes su Día Mundial.

Para quienes lo sufren, el diagnóstico supone un largo periplo de médicos e incertidumbre hasta ponerle nombre. Y una vez diagnosticado, la lucha contra la enfermedad se convierte en la prioridad, mientras todo se complica en el plano laboral. 

Adrián Andonie, afincado en Zaragoza desde hace más de diez años, trabajaba para una empresa de transporte cuando su salud empeoró de repente. "Fui a Urgencias por un dolor de espalda en octubre de 2020, me dieron tratamiento y después de diez días de baja mi empresa me despidió", relata este zaragozano, que fue diagnosticado de mieloma múltiple en marzo de 2021.

Como en tantos otros tumores, la enfermedad no dio señales de alarma ni síntomas específicos, sino que apareció "por casualidad" -cuenta- después de muchas analíticas. "Yo empecé a mirarme por un dolor de espalda, que después se ha visto que era una calcificación de tendón y no tenía nada que ver con el mieloma... Pero después de seis meses tratándome de eso y que no se me pasara, mi médico de cabecera me hizo analíticas más profundas y ahí ya lo descubrieron", señala. 

Desde entonces ha pasado por varias líneas de tratamiento que le han provocado -dice- muchos efectos secundarios (cansancio, fatiga, depresión...), y lamenta la "dificultad" que sufren estos pacientes hasta dar con la terapia idónea.

"Yo empecé el tratamiento en marzo, hace dos años. En septiembre de 2022 me hicieron un autotrasplante de células madre y se vio que iba mejorando, pero después de seis meses tuve una recaída el año pasado", recuerda. 

Mientras progresaba su enfermedad, la ciencia dio con un nuevo tratamiento con anticuerpos monoclonales, que se aprobó el año pasado en España, y al que ahora parecer responder "muy bien" este paciente aragonés. No obstante, Andonie lamenta las demoras que hay en este proceso, fundamentalmente en lo que respecta a las citas con los especialistas y las diferentes pruebas. "Los protocolos, en mi opinión, están mal hechos. No se hace un tratamiento personalizado desde el principio, y no todo el mundo reacciona igual. Creo que debería ser más personalizado. El problema es que tenemos unas listas de espera muy complicadas, y como esta enfermedad te puede avanzar rápido, si tienes que esperar un año para ver un resultado, te puedes morir...", sentencia. 

Dificultades económicas tras el diagnóstico

Adrián Andonie acude a una cita con la trabajadora social de la AECC, en Zaragoza, este martes.
Adrián Andonie acude a una cita con la trabajadora social de la AECC, en Zaragoza, este martes.
Juan Antonio Pérez Vela

A su delicada situación de salud se suman las penurias económicas que afronta desde que se quedó en el paro y ya no encontró trabajo a causa del cáncer y sus tratamientos, que le obligan a ir al hospital dos días a la semana. "Con la enfermedad hay mucho rechazo en la sociedad. Siempre que tienes una patología que no tiene cura, te apartan y se distancian de uno", lamenta este zaragozano, que a día de hoy sigue buscando un empleo y tiene una promesa que le hace estar más animado. "El nuevo casero me ha dicho que me puede dar trabajo, y es una alegría. Lo primero, porque estar sin hacer nada es aburrido y muy malo para la cabeza… Y lo segundo por el ingreso, para vivir un poco mejor", reitera.

Actualmente, cobra el subsidio para mayores de 52 años (480 euros al mes) y vive solo en Zaragoza, ciudad a la que se mudó hace diez años, en un piso compartido que costea con ayuda de la AECC, su gran apoyo en esta lucha. Por una habitación paga más de 200 euros al mes (teléfono, internet, luz y otros gastos aparte). "Me quedan unos 200 euros para pasar el mes. He tenido suerte con la ayuda de la asociación y de un amigo. Mi hermana también a veces me ayuda desde Rumanía. Y con eso voy tirando. Aquí no tengo familia. Solo este amigo con el que salimos de vez en cuando a tomar un café por la mañana, y me ayuda también a veces en lo económico. La AECC me supone una ayuda financiera y psicológica muy grande, porque si no tienes un apoyo, en mi situación es más difícil salir adelante", añade.

La primera vez que llamó a la puerta de esta oenegé aragonesa fue a raíz de ver unos carteles de la Asociación Española contra el Cáncer en un pasillo del hospital donde lo trataban, en julio de 2021.

"Me dieron ayuda desde el principio, tanto financiera como con la psicóloga. Y este mes empiezo con ellos un programa que hace caminatas de 5 kilómetros para los enfermos", cuenta ilusionado. 

Los expertos señalan que el ejercicio puede ayudar a reducir el riesgo de sufrir complicaciones y mejorar la incidencia de ciertos efectos secundarios. Pero, más allá de los beneficios físicos, incorporar una rutina de ejercicio comporta beneficios psicológicos y psicosociales para combatir el malestar emocional que sufren los pacientes con cáncer durante todo el proceso. "En mi caso, me irá muy bien, ya no solo por andar, sino para conocer a otras personas con los mismos problemas. Alguien que esté pasando por lo mismo, que me comprenda y con el que poder hablar o intercambiar ideas", concluye Andonie. 

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