Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Por
  • Alberto J. Schuhmacher

Más investigación, menos cáncer

Muchos cánceres humanos son desencadenados por una mutación en el oncogén KRAS.
 AS.
 

¿Por qué llegamos a la Luna y no hemos curado el cáncer todavía? Alunizar fue fácil. Hizo falta mucho esfuerzo, talento y dinero. Pero el conocimiento, la ciencia necesaria para conseguir dar ese pequeño paso para Armstrong existía en gran parte y, por eso, pudimos dar un gran salto para la Humanidad al final de la década como prometió Kennedy.

Hemos tardado varias décadas en generar el conocimiento necesario para dejar atrás la descripción que hizo el segundo astronauta que pisó la Luna, Buzz Aldrin, al bajar del módulo lunar y que parecía referirse a la investigación del cáncer: “Hermosa vista. Magnífica desolación”. Durante décadas se han dado avances, pero parecía que íbamos a lograrlos más rápido y acabábamos desolados. Sin embargo, desde hace unos años percibimos que hemos acumulado ese conocimiento y tecnología. Sentimos que hemos llegado al punto de inflexión en la Guerra contra el Cáncer. Estamos de lleno en la Década D, decisiva.

¿Por qué tenemos cáncer? Porque estamos vivos. El cáncer es algo natural, consecuencia de ser organismos pluricelulares y de vivir. En esencia los cánceres son una enfermedad de nuestros genes. Con el tiempo, y ayudados por agentes externos como el sol o el tabaco, se dañan algunos genes que hacen que se produzca un secesionismo celular. Algunas células rompen el pacto social, se vuelven egoístas, enloquecen y acaban creciendo indefinidamente. Se vuelven tumorales.

Juan Antonio Sánchez, médico y paciente, nos recuerda que una persona con cáncer no es un ser para la muerte, sino para la vida. Hay que seguir viviendo y no perder el tiempo en tonterías. Hay que ser felices mientras tenemos vida. Todavía es difícil hablar de cáncer porque tiene asociado un significado triste, oscurantista que pertenece ya a otro tiempo. Es importante hablar de cáncer como hablamos de otras enfermedades porque ayuda a afrontarlo cuando llega.

Conocer para vencer y saber que el cáncer no es una enfermedad, son muchas. Del mismo modo que entendemos que una varicela, el ébola y el último brote de coronavirus que nos amenaza desde China son enfermedades distintas, pese a ser todas infecciosas, debemos saber que el cáncer son más de 200 enfermedades diferentes. Eso simplemente mirando los tumores al microscopio. Ahora que podemos leer su naufragio genómico, sus alteraciones, sus mutaciones genéticas, comenzamos a entender por qué algunos tumores iguales al microscopio responden de manera tan diferente a los mismos tratamientos. Y lo contrario, tumores muy distintos responden a una misma terapia. A veces combinando fármacos que ya existen. Algunos tumores raros o poco frecuentes (y estos representan 1 de cada 5), nos desvelan al descifrar sus alteraciones que pueden tratarse de un modo que no esperábamos con fármacos que existen para otros tumores. De hecho, ese ha sido uno reconocido como uno de los grandes avances del año pasado.

Los progresos en el diagnóstico molecular, en comprender las alteraciones que tienen los tumores se siguen dando y nos aproximan a la promesa de detectar muchos cánceres en fases tempranas en análisis de sangre. Detectarlos cuanto antes es importante. Adelantar el diágnostico en algunos cánceres mejoraría la supervivencia mucho más que muchos tratamientos.

Durante el pasado año se han dado grandes avances en la comprensión de las metástasis gracias a investigadores como Joan Massagué o el zaragozano Manuel Valiente. Si entendemos qué son exactamente podremos atacarlas mejor y comenzamos a vislumbrar sus secretos. Se ha avanzado en la investigación del cáncer de páncreas, uno de los más letales, gracias al laboratorio de Mariano Barbacid donde la calamochina Teresa Blasco ha encontrado vulnerabilidades en modelos experimentales que podrán ser atacadas gracias a estrategias como los degradadores, una novedosa terapia que permite atacar dianas intocables y para la que la aragonesa Cristina Mayor ha aportado mucho conocimiento.

Seguimos aprendiendo el papel que juega nuestra microbiota, los microorganismos que viven en nosotros, en muchos aspectos del cáncer. Comenzamos a entender, entre muchas otras cosas, cómo influyen en la formación de tumores y en la respuesta a tratamientos.

Las inmunoterapias siguen avanzando, y poco a poco las más novedosas se incorporan a la sanidad española. Tal vez parezca demasiado despacio, pero 6 pacientes tratados con novedosas terapias CAR-T, unos linfocitos tuneados para atacar tumores, han sido dados de alta recientemente en la sanidad pública.

No todo son buenas noticias. El consumo del tabaco aumenta entre los jóvenes. Pese a que vivimos en un momento decisivo en la investigación oncológica, España no cuenta con un plan específico de investigación en cáncer. Actualmente se invierte menos anualmente de lo que cuesta construir 6 Km de AVE, unos 155 millones. La ciencia o se cuida o se muere. Deberíamos actuar para evitar su colapso y sin embargo separan y se encolan Ciencia y Universidad en dos ministerios.

Quedan retos y no podrán hacerse si no se apoya la investigación. Debemos encontrar estrategias que permitan predecir la respuesta a tratamientos. Trasladar más rápido la investigación del laboratorio al paciente, conseguir un mejor acceso a los ensayos clínicos, reducir las consecuencias a largo plazo de los tratamientos oncológicos, combatir la obesidad y promover buenos hábitos. Y debemos avanzar más en cáncer infantil. Estos cánceres no son cánceres de mayores en personas pequeñas. En Aragón, gracias a ASPANOA y a la AECC apoyando la investigación en cáncer infantil, unidos a algunas instituciones, están generando un ecosistema que va a darnos muchas alegrías.

Gracias a la investigación, diagnósticos tempranos, prevención y nuevos tratamientos se espera que para 2030, antes de que pisemos Marte, la curación del cáncer pase del 53% al 70% y empezaremos a entenderla no como supervivencia a 5 años, sino, en muchos casos, como una nueva vida libre de tumor. Pero hace falta más investigación, creernos de verdad, con dinero, que ¡investigar funciona!

Alberto Jiménez Schuhmacher es investigador ARAID en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión