Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

La cura de muchos cánceres está en la nube

La cura de muchos cánceres está en la nube
La cura de muchos cánceres está en la nube
Pixabay

El cáncer, en esencia, es una enfermedad de nuestros genes. Con el tiempo, y ayudados por factores externos como el tabaco, se alteran algunos genes que hacen que se produzca un secesionismo celular. Las células se vuelven egoístas, enloquecen y acaban creciendo indefinidamente. Rompen el pacto social y se vuelven tumorales.

El cáncer es algo natural, consecuencia de ser organismos pluricelulares y de vivir. Evolución Darwiniana en modo turbo, llevada al extremo. Durante un tratamiento las células tumorales se rigen por la selección natural y solo las más adaptadas, las más resistentes a ese tratamiento, aguantan y crecen. Las células tumorales evolucionan para emigrar y colonizar a otros tejidos, las temidas metástasis, que evolucionan tanto que pueden terminar siendo muy diferentes al tumor del que partieron. Por eso es difícil tratarlas. Cuanto antes podamos poner tratamientos mejores respuestas, supervivencias y curaciones tendremos.

Decía Sun Tzu, en su libro milenario 'El Arte de la Guerra' que la mejor defensa es un buen ataque. ¿Y si pudiéramos anticipar cómo va a responder un tumor a un tratamiento? La tecnología para secuenciar, para leer, los 3.000.0000.000 de letras químicas que componen nuestro genoma se está abaratando y haciendo más sensible. El primer genoma vino con el siglo XXI, tardamos casi 15 años y costó 3.000.000.000$. Hoy podemos leer genomas en unas horas y el precio baja, hay quien lo ofrece por menos 300$. Con los consorcios de los genomas del cáncer, como el liderado por Carlos López Otín, comenzamos a descifrar el paisaje del naufragio genómico de muchos tumores. Y desde hace apenas un lustro empezamos secuenciar muchos tumores y sus metástasis. Empezamos a ver cómo evolucionan, cómo se alteran, cómo se adaptan los tumores. Hay consorcios que están estudiando algunos tumores células a célula. Otra revolución se viene con el estudio del epigenoma, la gramática que regula al lenguaje escrito en el genoma.

Despertamos al cáncer de su sueño de inmortalidad y nos acercamos al sueño de los oncólogos, el empujado por José Baselga, de tener modelos predictivos que les permitan calcular cuál es el mejor tratamiento. Hace unos años los científicos empezamos a sentir que llegábamos a un punto de inflexión en la investigación, que ganábamos batallas a algunos tumores. Nos adentrábamos en la “década D” de la Guerra contra el Cáncer. Desde entonces leer el ADN liberado por un tumor en una muestra de sangre, la biopsia líquida, es cada vez más sensible y barato. Mediante análisis de sangre vamos a poder leer alteraciones genéticas y detectar tumores antes. Sabremos qué tratamiento poner. También podremos monitorizar los tumores, ver si funciona o no ese tratamiento. Pararlo y poner otro. Pero lo más importante será la detección temprana. Desplazando el diagnóstico a las etapas iniciales en algunos tumores aumentaríamos las curaciones en un 25%, más que cualquier nuevo tratamiento nuevo aparecido.

Estamos generando muchos datos genómicos y subiéndolos a la nube, la de los ordenadores, la de la bioinformática y el Big data con el objetivo de que los devuelva en forma de lluvia novedosos tratamientos y diagnósticos cada vez tempranos.

España debe subir datos a la nube global y protagonizar más avances. Tenemos talento para ello. El primer Informe sobre la Investigación e Innovación en Cáncer en España, promovido por la Asociación Española Contra el Cáncer, indica que los investigadores españoles hacemos mucho con poco. Aragón avanza con una Ley de la Ciencia y gracias a iniciativas como la de ASPANOA, que ha financiado las primeras investigaciones contra el cáncer infantil en Aragón. La investigación de hoy es la medicina de mañana. Este año habrá elecciones, valoren votar a quien de verdad se comprometa con la Ciencia. Exijamos que la CIENCIA esté en el debate político.

Este año hemos tenido unos avances increíbles. Por primera vez desde que trabajo en cáncer hace más de 15, y he estado en los mejores centros del mundo, he escuchado la palabra curación en un congreso. Curación, no entendida como una supervivencia a 5 años, sino como una curación. Fue en boca de Jim Allison quien semanas más tarde recibiría el Premio Nobel por el desarrollo de una inmunoterapia. Todavía estamos intentado entender por qué algunos pacientes responden y otros no. Ya estamos más cerca, empezamos a calarnos con la lluvia genómica. Se están desarrollando nuevas inmunoterapias y tratamientos, vendrán pronto, pero primero debemos generar conocimiento, nutrir la nube. Como dijo Alejo Efeyan al recoger su beca Fero este año: “Sabemos que la necesidad de curar es más urgente que la necesidad de entender, pero solo vamos a poder curar cuando hayamos entendido”.

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