¿Quién fue en realidad Fernando el Católico?

Una biografía del historiador José Ángel Sesma revela aspectos desconocidos del monarca aragonés 

Detalle del cuadro conocido como 'La Virgen de los Reyes Católicos' en el que pueden verse a Fernando II de Aragón y el príncipe Juan(y el príncipe Juan) en el cuadro conocido como "la virgen de los Reyes Católicos"
Detalle del cuadro conocido como 'La Virgen de los Reyes Católicos' en el que pueden verse a Fernando II de Aragón y el príncipe Juan(y el príncipe Juan) en el cuadro conocido como "la virgen de los Reyes Católicos"
Museo del Prado

"Fernando el Católico y yo somos ‘amigos’ desde hace años". El historiador José Ángel Sesma (Zaragoza, 1946) acaba de publicar una biografía del monarca aragonés que se presume definitiva. No en vano empezó a estudiarlo, a él y a su época, en 1973. A lo largo de 678 páginas, ‘Fernando II el Católico, Rey de Aragón, príncipe del Renacimiento 1452-1516’ (Tirant Humanidades) reúne todo lo que ha averiguado en los últimos 50 años y recorre la biografía apasionante de una de las figuras españolas más manipuladas. "No me interesa lo que se escribe de un personaje después de su muerte, sino lo que se escribió cuando estaba vivo", subraya. Con ese planteamiento, desnudo de prejuicios, Sesma ha recorrido la vida del monarca y la época que le tocó vivir.

"En toda biografía histórica hay que tener en cuenta tres factores –señala–. En primer lugar la vocación, que en el caso de Fernando fue la de ser rey, ya desde su nacimiento. En segundo lugar están las circunstancias que le rodearon y la forma en la que reaccionó a los acontecimientos. Y en tercer lugar está el azar".

La suerte, el tener buena o mala estrella, no parece en principio un argumento científico de peso. Pero el caso es que la suerte interviene decisivamente en los entresijos de la historia. De hecho, el azar intervino incluso en que Fernando e Isabel se casaran. La biografía de ‘el Católico’ sería muy distinta si su yerno, Felipe el Hermoso, dos meses después de ser coronado rey, no se hubiera empeñado en beber agua fría tras un partido de pelota. Ello le hizo enfermar y morir a los pocos días. O si el hijo del monarca, Juan, no hubiera contraído tuberculosis y fallecido a los pocos meses de casarse. O si la cuchillada que recibió en diciembre de 1492 al salir del palacio real de Barcelona hubiera sido más certera.

"Ahí el rey Fernando tuvo suerte, porque si el golpe le hubiera dado en la cabeza se la hubiera partido en dos. Pero le dio entre la clavícula y el cuello y no le afectó a ninguna arteria o vena importante –relata Sesma–. Este episodio es un poco como la muerte de Kennedy, que ha favorecido todo tipo de teorías. En Cataluña se difundió desde el primer momento una según la cual el agresor era un loco con visiones". ¿Fue, por el contrario, una conspiración de franceses? ¿De catalanes? "Resulta esclarecedor que el rey gritara “¡traición, traición!”, nada más ser agredido, o que la reina Isabel dispusiera barcos castellanos en el mar para proteger al heredero y huir. O que, siendo ese 1492 el año de la expulsión de los judíos y de la toma de Granada, no se achacara el atentado ni a unos ni a otros. O que la reina Isabel no consintiera durante su convalecencia que le alimentara una mano que no fuera la suya".

De la relación entre Isabel y Fernando se ha escrito y especulado mucho, y a veces sin fundamento. José Ángel Sesma destaca que "Isabel era muy lista y se llevaba muy bien con Fernando. En muchos momentos de sus vidas podemos decir que hubo una gran complicidad entre ellos. Lo que ocurre es que al final de su época ya se empezó a ensalzar la figura de Isabel a costa de la de Fernando, y la historiografía castellana empezó a reducir el papel de este al de mero marido de Isabel la Católica. Es cierto que fue rey consorte, y que fue el dinero de Castilla el que lo hizo grande. Pero Fernando fue mucho más que todo eso".

En su época, y en los siglos que le siguieron, fue modelo de mandatarios. Maquiavelo se inspiró en él para escribir ‘El príncipe’, Baltasar Gracián lo elogió en ‘El político’, su figura deslumbró a Saavedra Fajardo...

"Fernando el Católico fue un rey impresionante, un hombre de estado sin igual. Hay que pensar que Felipe II, cuando enseñaba el retrato de su bisabuelo, aseguraba que “se lo debemos todo a este”. Al analizar lo que hizo a lo largo de su vida se descubre que estuvo permanentemente en movimiento para atender todos los problemas que surgían en la Corona: hizo miles de kilómetros. Fue un hombre negociador, de buen talante, pero al que no le temblaba el pulso a la hora de iniciar una guerra si veía que esta era el único camino para defender los intereses de la Corona. Y era el primero en montarse en el caballo para la batalla. Iba por delante del resto de los reyes: eligió el mejor momento para ir al norte de África, para hacerse con las islas Canarias o para buscar un paso marino para conectar con la ruta de las especias. Tuvo una visión geopolítica impresionante y siempre estuvo bien respaldado por su mujer, con la que tuvo dos o tres peleas al principio, hasta el punto de que tuvieron que intervenir su padre, Juan II, y el arzobispo de Toledo. Pero muy pronto la pareja llegó al acuerdo tácito de fortalecer la monarquía castellana, y la única manera de hacerlo era terminar la Reconquista. Y, cuando tomaron Granada, empezaron a reorganizar el reino".

De Fernando el Católico se ha escrito que era un hombre inculto, que no llegó a dominar el latín. ¿Qué retrato personal se ha hecho de él José Ángel Sesma después de varias décadas de estudio? "A Fernando no lo prepararon para ser culto sino para ser rey, y de ello se encargó personalmente su padre. Siendo un niño ya le acompañó a hacerse cargo de los líos de Cataluña, y a los 15 dirigió un ejército en contra de los sublevados catalanes, ayudado por los nobles aragoneses. Su formación fue muy militar, muy de aprender a gobernar y de conocer a fondo las triquiñuelas de la diplomacia de la época. Le costó tiempo adquirir una cierta cultura humanística y, de hecho, no lo logró hasta que estuvo en Castilla. Pero decir que no tenía formación no es justo. A él le debemos el salón del trono de la Aljafería, Santa Engracia o la Capilla Real de Granada, él fue quien las encargó. Tenía un espíritu religioso muy marcado: hizo el Camino de Santiago y fue dos veces en peregrinación a Daroca porque fue, como su padre, un gran devoto de los Corporales...".

Devoto pero mujeriego. No murió por intoxicación de afrodisiacos, como se ha llegado a escribir, pero sí los usó en el último tramo de su vida. Se los facilitó su esposa y él, al menos en una ocasión, los tomó. "Jugó en las grandes ligas europeas, estuvo detrás de todos los acuerdos de paz y diplomacia que se firmaron en su época –concluye Sesma–. Toda la política exterior de los Reyes Católicos siguió la línea principal que había marcado Aragón".  

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