cultura

Zaragoza, 15 años fuera del circuito de las estrellas de la música internacional

Las giras de primer nivel pasan de largo por la ciudad desde que Madonna actuó en la Feria de Muestras en 2009.

Romeo Santos, en la Feria de Muestras, el pasado julio.
Romeo Santos, en la Feria de Muestras, el pasado julio.
Francisco Jiménez

Es fácil hacer sangre con las comparaciones con los vecinos, sobre todo si son más pequeños. En Pamplona, con 200.000 habitantes, capital de una comunidad de 650.000, acaba de tocar Sting y esperan antes del verano a Luis Miguel y a los también acaparadores de premios Grammy Tigres del Norte, además de a la terna de ases históricos del heavy metal que forman Judas Priest, Saxon y Uriah Heep.

Son estrellas internacionales que actuarán en el Navarra Arena, un edificio con cinco años de actividad verdaderamente polivalente, que se adapta para aforos de hasta 14.000 personas y se dedica sobre todo a los espectáculos. En Zaragoza (acercándose a las 700.000 almas, cabeza de Aragón, donde viven 500.000 más), más allá del Vive Latino -que debe su excepcionalidad no tanto al fulgor de los nombres de su cartel como a su concentración en un fin de semana- y a algunas otras excepciones -la Romareda se abrirá a la música otra vez en julio, dos años después de Alejandro Sanz, para alguien de casa, Bunbury-, hace tres lustros ya que las mayores giras pasan de largo; sobre todo las de artistas extranjeros, pero también las de algunos nacionales de primera fila: el ‘Motomami World Tour’ de Rosalía, no visto aquí, sería el ejemplo cercano más lacerante.

Esta situación alejada del primer circuito de la música vino forzada por la crisis económica y los recortes presupuestarios en la etapa final del PSOE en el Ayuntamiento, partido que había alentado los últimos superfestivales y macroconciertos en la ciudad, entre estos los de Madonna (2009) y los Rolling Stones (2003); fue una decisión consciente cuando Zaragoza en Común ocupó luego la alcaldía, explicando que así concentraría los recursos en el entramado cultural local, y es indeseable para un PP que gobierna desde 2019 y presume de atraer "grandes eventos".

El propio concepto de macroconcierto está en crisis y los grupos de estadio, aquellos con capacidad para atraer grandes multitudes, hijos de la época dorada del rock y el pop, se van extinguiendo poco a poco, sin una tasa de reposición suficiente para mantener esa escena. Además, limitan cada vez más las fechas de sus giras. Su público, que aún tiene medios, y ganas, para costearse las por otra parte cada vez más caras entradas, envejece a la par.

Pero sí hay oferta creciente en una división inmediatamente inferior, la de los nuevos solistas y bandas que ya llenan pabellones, sobre todo gracias a las músicas urbanas a las que España ha sucumbido en buena parte por contagio de Latinoamérica, y que son una cantera de artistas con tirón popular entre audiencias jóvenes. Estos comparecen en directo más a menudo, pero tampoco suelen hacer escala en la capital aragonesa, más allá de las Fiestas del Pilar y otras ocasiones raras.

Algunos promotores locales alertan de que, con una población envejecida como la zaragozana, no está claro que haya público suficiente. Y también se quejan de que las ventajas de situación geográfica y comunicaciones de la ciudad resultan insuficientes para atraer espectadores de fuera cuando se compite con ciudades donde empresas como las suyas cuentan con mucho más respaldo público para afrontar unas producciones y unos cachés de costes crecientes.

Carencia de infraestructuras

Las dificultades para encontrar acomodo físico para estos espectáculos, más durante la temporada de competiciones deportivas, serían otro gran motivo que explica por qué no llegan las principales giras a Zaragoza. La Expo de 2008, con todo su empuje transformador y de creación de infraestructuras culturales, no resolvió tres viejos déficits que arrastra la ciudad: la ausencia de un edificio con la caja escénica suficiente como para programar los montajes de ópera más ambiciosos y las de sendos recintos al aire libre y bajo techo disponibles para públicos multitudinarios.

A cubierto, el mayor espacio disponible sigue siendo el del pabellón Príncipe Felipe, donde se pueden acomodar sentados 10.700 espectadores, que nació para el baloncesto y a este deporte sigue consagrado, pero que con alguna frecuencia se emplea también para la música; entonces, la instalación de un escenario limita notablemente aquella capacidad, pero se gana el espacio disponible en la pista y su aforo llega a aproximarse a las 9.000 plazas. También recibe ocasionalmente otro tipo de espectáculos: el Circo del Sol ofrece hoy la última de las siete funciones de su obra ‘Ovo’, con la que ha vuelto a la ciudad (y desplazado el pasado miércoles al pabellón Siglo XXI el partido en el que el Casademont femenino se jugaba el pase a cuartos de final de la Euroliga). En meses venideros de invierno y primavera actuarán Bad Gyal, Manolo García, Natos y Waor, Isabel Pantoja y Robe Iniesta.

En otra instalación de propiedad municipal de dimensiones considerables, la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza, fallida para lo que pregona su nombre en cuanto a la música por su deficiente acústica, entran un máximo de 6.500 personas. Sentadas, caben 2.000 en la vecina sala Mozart, concebida para la clásica pero abierta a otros sonidos, y 1.400 en el Palacio de Congresos de la Expo, donde van recalando algunos musicales (estos días una adaptación de ‘El rey león’) y espectáculos de danza. El Teatro de las Esquinas ofrece mil plazas de pie, y ya por debajo de esta barrera numérica, pero cerca todavía, quedan la sala Oasis y el Principal, y, a bastante más distancia, la rotonda del Centro Cívico Delicias, Las Armas, La Casa del Loco, la sala López…

Jugar y jugársela al aire libre

Si se quiere programar para públicos masivos, fuera de los días del Pilar y del Espacio Zity que entonces se habilita, la única alternativa en Zaragoza sigue implicando el jugar al aire libre y jugársela con el tiempo. En el céntrico estadio de la Romareda, Michael Jackson llegó a reunir a 45.000 seguidores y ha habido registros apabullantes también con Gloria Estefan, Bruce Springsteen, Metallica, Héroes del Silencio, Dire Straits, Miguel Ríos, Tina Turner, Mecano, Sting...

En la Feria de Muestras (recuperada para la música el pasado verano con el neoyorquino Romeo Santos, en lo más parecido a un gran concierto internacional de 2023), Madonna ofreció el 25 de julio de 2009 el último de los conciertos estelares registrados en la ciudad. No fue su mejor noche sobre un escenario y actuó ante cerca de 30.000 personas, muchas quejosas por los atascos en los accesos. En este recinto, el mayor taquillazo registrado fue el de los Stones, con casi 40.000 asistentes a su concierto de 2003.

Detrás de este último espectáculo, y de otros pretéritos de parecido nivel, estaba el más cosmopolita de los promotores zaragozanos, Nacho Royo, de larga carrera desde sus tiempos al frente de la sala En Bruto. Con el apoyo del Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento, los dos últimos años ha dirigido el Vive Latino en lo que fue la Expo, un lugar ocupado habitualmente por juzgados y oficinas, pero que, cuando se transforma con tres escenarios para este festival de músicas iberoamericanas (un fin de semana de septiembre), da servicio diario a más de 20.000 personas.

Nacho Royo fue durante muchos años mánager de Bunbury y es el responsable también de que este vaya a comparecer en el estadio de fútbol de la Romareda el próximo 6 de julio, antes de su derribo para levantar uno nuevo. Su intención -asegura- es, además de mantener el Vive Latino, "seguir haciendo cosas por la ciudad" y programar "dos o tres eventos grandes anualmente".

El factor campo

Se dice consciente de que Zaragoza se ha borrado del mapa en cuanto a los macroconciertos, pero cree que ahora se dan todas las condiciones para revertir la situación, excepto una. "La razón principal de lo que ocurre es la falta de un recinto. Todo ha sido Romareda y Feria de Muestras, pero este último es muy difícil de producir porque hay que hacerlo desde cero y está muy a las afueras. Los Stones se pudieron hacer allí porque entonces había una relación muy estrecha con los agentes de los artistas ya que Zaragoza estaba en el circuito... Yo lo dejé para vivir fuera y sí que ha habido luego un bajón".

Según confía Royo, la nueva Romareda cambiará las cosas. "Cuando esté acabada, va a ser un espaldarazo. Todo es cuestión de que haya promotores con ganas de comprometerse y arriesgar y de que la ciudad apueste por los grandes eventos y haya apoyo institucional, y ambas cosas se dan ahora. Solo falta el lugar".

El Vive Latino se conforma con tres escenarios. Donde se situará el principal de ellos, ante el Palacio de Congresos, este año va a haber antes tres noches consecutivas de directos, las del 21, 22 y 23 de junio, que atraerán hasta 17.000 personas cada jornada. Se ha anunciado quién oficiará el segundo día: Melendi. El organizador de estos espectáculos es el otro gran promotor de la ciudad cuando de citas multitudinarias se trata: Michel Pérez, fundador de Eventos MPH y, entre otras cosas, programador estos años pasados del Espacio Zity, responsable del FIZ y de muchos de los conciertos que llegan al pabellón Príncipe Felipe, y quien trajo a Alejandro Sanz a la Romareda para cantar ante 24.000 personas el 25 de junio de 2022.

Competencia imposible

Michel Pérez añade otros ingredientes al diagnóstico del momento actual: "Cuando venían a Zaragoza giras internacionales como las de Dire Straits o Gloria Estefan, estos artistas hacían bastantes ciudades más en España; ahora los grandes festivales pagan por la exclusividad y han roto el mercado, es muy difícil competir.

Además, está la cuestión del aforo: Zaragoza pierde claramente respecto a Madrid, Barcelona, Bilbao o Sevilla y sus grandes estadios de fútbol. Y otra causa es que en otras ciudades hay un apoyo institucional decidido a los grandes eventos, como pasó con los Latin Grammy en Sevilla o los premios MTV en Bilbao, o está pasando en Pamplona, donde hay ayudas económicas».

"Yo, como empresario privado, tengo que buscar la rentabilidad de mi negocio. La gente no es consciente de los precios que han alcanzado los cachés de esos artistas, que son una barbaridad. No voy a meterme en aventuras a ese nivel que puedan salir mal sin un respaldo", dice Pérez, quien también confía en que "el nuevo estadio de la Romareda puede marcar la diferencia y permitirte plantear según qué cosas".

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