FOTOGRAFÍA. OCIO Y CULTURA

El Centro de la Imagen de Zaragoza intenta afianzar un ambicioso proyecto cultural en su segundo año

Rosane Marinho, Ferran Mallol y Eva Soro imparten cursos y quieren “enseñar a mirar para captar la creatividad y la emoción de la fotografía" 

Fachada del Centro de la Imagen en la calle San Miguel con Rosane Marinho, Ferran Mallol y Eva Soro, sus fundadores.
Fachada del Centro de la Imagen en la calle Miguel Servet con Rosane Marinho, Ferran Mallol y Eva Soro, sus fundadores.
A. C./Heraldo.

El Centro de la Imagen de Zaragoza nació en septiembre de 2022 en la calle Miguel Servet, 3, a orillas del río Huerva, en un local de 160 metros cuadrados, dividido en dos plantas que están llenas de reproducciones de fotos icónicas de los grandes maestros: desde Robert Capa a Cartier-Bresson, Eugene W. Smith o Philippe Halsman, entre otros muchos. El ambiente es acogedor y está lleno de detalles. Por ejemplo, en la entrada, en una vitrina de varias estanterías hay una pequeña colección de cámaras fotográficas de varias épocas.

Arriba, entre otras cosas, como una mesa de despacho, está la biblioteca con unos 400 volúmenes muy seleccionados de clásicos y modernos: desde Irving Penn, Arnold Newman, Sebastiao Salgado y Vivian Maier a Cristina García Rodero, Fontcuberta o un buen puñado de artistas aragoneses. Abajo hay dos salas de edición digital, para ocho y doce ordenadores, ambas con mesa elevada del profesor, y un laboratorio analógico, el tradicional cuarto oscuro con sus cubetas y sus luces rojas de protección, con siete reveladoras Durst. La infraestructura se completa con una mesa de trabajo y debate, y un amplio estudio con fondo negro y sus habituales fuentes de iluminación, esos paraguas de luz que parecen transportarte a otra época. En una de las paredes, con cabida para doce fotos de tamaño intermedio, hay como una pequeña galería-pasillo donde exponen los alumnos sus obras.

Desean “enseñar a mirar para captar la creatividad y la emoción de la fotografía. Nos encanta compartir estos momentos y proporcionar experiencias inolvidables. Y las hay. (...)La fotografía también es parar el tiempo y compartirlo con quien más queremos”

Los fundadores de este nuevo espacio, que ha tenido un intenso año de trabajo con actividades y salidas a muchos lugares, y colaboraciones con distintas instituciones, son Rosane Marinho de Souza, natural de Río de Janeiro, fotógrafa de prensa especializada en el reportaje; Ferran Mallol, nacido en Barcelona, pero afincado en Zaragoza desde 1986, que se maneja en muchas disciplinas y suele trabajar con especial mimo y poesía las arquitecturas; y Eva Soro, natural de Tauste, formada en Barcelona. Los tres han sido profesores en Spectrum; Rosane y Ferran por espacio de más de una década, y Eva durante dos años; antes se había formado en el Institut de Estudis Fotográfics de Catalunya (IEFC), en el que impartió clases a lo largo de tres lustros.

Ferran, Rosane y Eva en el estudio fotográfico con sus fuentes de luz.
Ferran, Rosane y Eva en el estudio fotográfico con sus fuentes de luz.
A. C./Heraldo.

“La fotografía es nuestra pasión. Y nos gusta la enseñanza. Nos entregamos a ellas con auténtica vocación y nos gustaría colaborar a que esta disciplina brille aún más en Zaragoza, que es una auténtica ciudad de la imagen: ahí están Goya, Buñuel, los Jimeno, Jalón Ángel, Pedro Avellaned, Rafael Navarro…, que han colaborador y colaboran con nosotros en diversos proyectos”, dice Ferran Mallol, que defiende que el Centro de la Imagen es no solo un lugar donde se dan clases de fotografía (“algo decisivo que nos permite salir a flote, mantener el local, avanzar, etc.”, apunta) sino un proyecto cultural más ambicioso. “Este es nuestro sueño y ya empezamos a ver los primeros frutos. A veces, en las salas de edición, vemos la conexión entre los alumnos, la camaradería, la curiosidad, todos aprenden de todos, todos quieren ver lo que hacen los demás en una salida”.

Rosane Marinho parece que quiere llevarle un poco la contrario. “Yo diría que los cursos y talleres son algo más que nuestro sustento. Yo no había dado clases antes de llegar a España. Me enamoré de un maño, me habló del buen tiempo de aquí, me engañó un poco, y aquí estoy. A veces tengo la sensación de que aprendo más de los alumnos que ellos de mí. Se lo toman muy en serio”. Eva Soro reconoce apuestan por las nuevas tecnologías y nuevos métodos de enseñanza, que buscan su propia personalidad mediante la combinación de la práctica y la amenidad, y le llama la atención el fervor con que está regresando la foto analógica. “La gente en el laboratorio vive una auténtica aventura de placer, lentitud y sosiego. Y si eso sucede con la foto digital, ¡que no sucederá con la analógica!”.

Rosane Marinho: "A veces tengo la sensación de que aprendo más de los alumnos que ellos de mí. Se lo toman muy en serio”

Los tres quieren explicar cómo viven los alumnos en las salas de edición y en el cuarto oscuro o laboratorio. “En las salas hemos colocado las mesas de manera diferente. Todos pueden mirar al profesor y se producen interesantes diálogos e intercambios de puntos de vista”, dice Ferran. Los tres coinciden en un detalle: hay alumnos que llevan cámaras muy profesionales, gente jubilada que se propone aprender a manejar la cámara que tenía en casa (para ellos la matrícula de los cursos tiene una reducción del 50 %); hay alumnos que llevan móviles, “incluso hay gente que no tiene instrumento y que hace su cámara con una caja, con una lata, etc. La clave de todo no es tanto lo buena o mala que sea la cámara, como la capacidad de sacarle el máximo partido a lo que usa”, apunta Ferran.

Una foto de una alumna del Centro de la Imagen: Ana García Torroba.
Una foto de una alumna del Centro de la Imagen: Ana García Torroba.
Ana García Torroba.

Eva Soro dice que en las clases se aprenden muchas cosas: composición, fuentes de luz, contraste, posición del fotógrafo, atmósferas… “Poco a poco se dan cuenta de que hacer fotos no es tan fácil. Bueno, es fácil y a la vez exige conocimiento, curiosidad e intuición. Los que hacen los tres niveles de los cursos, en la versión digital, suelen ya seguir su camino, pero los que se meten en el cuarto oscuro, aprenden a revelar, y disfrutan como enanos. Y siguen y siguen. A veces una foto analógica les cuesta dos horas, pero es un tiempo de relax, de aprendizaje, de convivencia en el laboratorio.”, dice la fotógrafa de Tauste. Cuenta algo que explica el clima de convivencia que se da: “Hace poco fuimos a trabajar un fin de semana a un monasterio en el santuario de Sancho Abarca en las afueras de Tauste. Los alumnos con sus cámaras y sus ordenadores tomaron fotos y las repasaron y las comentaron con su profesor, Rafael Navarro, que inaugura exposición el jueves 28 en el CDAN. Lo pasaron muy bien y aprendieron muchísimo con un maestro así. Y lo más curioso es que luego los invitó a que viesen su espectacular estudio, y él y su mujer Maite los acogieron con inmenso cariño. Fue una vivencia fantástica”, explica.

“El fotógrafo es el ser contemporáneo por excelencia; a través de su mirada, el ahora se vuelve pasado”, dice Berenice Abbott. Y a la vez el pasado se fija con su pátina de memoria irreductible en el presente

Si hubiera que hablar de un afán o de una poética del Centro de la Imagen, sus fundadores dicen que lo que desean es “enseñar a mirar para captar la creatividad y la emoción de la fotografía. Nos encanta compartir estos momentos y proporcionar experiencias inolvidables. Y las hay. En las salidas, en las clases, en el intercambio en las salas de edición digital o en el cuarto oscuro. La fotografía también es parar el tiempo y compartirlo con quien más queremos”, dicen. Y recuerdan que hasta ahora han pasado más de 200 alumnos y que han realizado salidas a las saladas de Sariñena, a Monegrillo, o que habían hecho foto nocturna en el Belchite.

Otra foto de un alumno de los cursos del Centro de la Imagen.
Otra foto de un alumno de los cursos del Centro de la Imagen.
Ernesto Fernando.

Para este curso, el Centro de la Imagen ya tiene 40 alumnos que desarrollan a veces los tres cursos. “Hay jóvenes y gente jubilada cuya máxima podría ser que nunca dejan de aprender”, subraya Rosane. A ella le gusta mucho que su espacio abrace proyectos solidarios -han vendido fotos a cinco euros de los alumnos para Aspanoa, y han recaudado 725 euros-, han recibido el kit digital europeo y colaboran con varias empresas como The Suave Shop, Mooses Bildwerk y Fotosonic. Han trabajado con institutos con el IES Pablo Serrano, con Gozarte, con la Universidad San Jorge a través de Pilar Irala, responsable del Archivo Jalón Ángel, con el CDAN, con diversos pueblos, entre ellos Ejea. Y han participado en un curso del INAEM de fotografía gastronómica.

En su cuidado dossier eligen una frase de Berenice Abbott, la discípula Man Ray y retratista de Nueva York: “El fotógrafo es el ser contemporáneo por excelencia; a través de su mirada, el ahora se vuelve pasado”. Y a la vez el pasado se fija con su pátina de memoria irreductible en el presente.

Un desnudo muy trabajado de Pilar Cardesa.
Un fragmento de desnudo muy trabajado de Pilar Cardesa.
Pilar Cardesa Biesa.
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