Colonia Celsa: la ciudad romana que revela ya los enigmas de su pasado

Miguel Beltrán y Antonio Mostalac presentan este jueves un libro que saca a la luz nuevos datos sobre el yacimiento

El yacimiento de Velilla de Ebro está parcialmente cubierto.
El yacimiento de Velilla de Ebro está parcialmente cubierto.
Laura Uranga

El año 69 después de Cristo es conocido, en el ámbito de la cultura romana, como ‘el de los cuatro emperadores’. Ocuparon el trono Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano. Uno de ellos, Galba, pudo tener una importancia capital en lo que fue la Colonia Celsa, un núcleo de población creado, en lo que sabíamos hasta ahora, por Marco Emilio Lépido en torno al año 44 antes de Cristo y abandonado a su suerte apenas 120 años después.

De todo ello se hablará hoy, a partir de las 19.30, en el salón de actos del Museo de Zaragoza. Allí se presentará el número 88 de la revista ‘Caesaraugusta’, dedicado íntegramente a la insula II de la Colonia Victrix Iulia Lepida Celsa y que han escrito Miguel Beltrán y Antonio Mostalac, con la colaboración de Juan Paz y Esperanza Ortiz. En la presentación participarán, además, Carlos Forcadell, director de la Institución Fernando el Católico, que publica la revista, e Isidro Aguilera, director del Museo de Zaragoza.

En la ínsula II de Celsa se realizaron excavaciones arqueológicas entre 1982 y 1984, dirigidas desde el Museo de Zaragoza por Miguel Beltrán. Esta ínsula II se incorporó a lo ya conocido de Celsa, desde 1976, sobre todo la Casa de los Delfines, excavada en los años anteriores (protegida por un techado) y ya publicada en detalle.

La última entrega de la revista de la Institución Fernando el Católico (en realidad un libro de gran formato y de 347 páginas con abundancia de fotos, dibujos y planos) pretende desentrañar todas las claves de uno de los principales yacimientos de época romana de Aragón, y lo hace a través de todas las novedades que ha puesto de relieve la investigación de la ínsula II.

"Siempre he pensado que no publicar las memorias de una excavación es lo mismo que una excavación que no se ha realizado nunca –señala Miguel Beltrán, director de los trabajos en el yacimiento de Celsa y exdirector del Museo de Zaragoza–. El problema es que, contrariamente a lo que habitualmente se piensa, los museos no son centros de investigación sino de gestión del patrimonio, que se enfrentan a un montón de tareas burocráticas. Este volumen dedicado a Celsa se ha dilatado mucho en el tiempo, más de lo que yo quería, pero hasta mi jubilación no he podido acometer las tareas pendientes".

De Celsa se han realizado hasta ahora diversas publicaciones (monografías de la ínsula de los Delfines: 1984, 1992 y 1998) y guías generales del yacimiento, pero ahora se renueva su conocimiento gracias a las novedades de la ínsula II.

"La primera fase de ocupación –añade Miguel Beltrán– remite a una ínsula al modo itálico, estructurada, parcelada... sigue al detalle los cánones de Roma. Y el cliché que teníamos hasta ahora era que la primera presencia de Roma correspondía a Marco Emilio Lepido, cuando fundó la colonia en el 44 a. de C. y que se abandonó en torno al 70 después de Cristo. Pero, al estudiar los niveles en profundidad, ves que el nivel más bajo te lleva a 100-90-80 años antes de Cristo. Eso quiere decir que Lepido, cuando llegó allí, no se instaló en un terreno virgen, sino en una ciudad preexistente, que emitía moneda, la Kelse ibérica, construida siguiendo estrictamente los patrones de Roma. Y esto da un vuelco a todo lo que dábamos por cierto de Celsa, aumentando en 40 años la presencia de Roma y sus modos arquitectónicos».

Después de esa primera fase se renovaron drásticamente las estructuras preexistentes, cuyo cambio puede relacionarse entre los años 60/50-44 a. de C. con diversos acontecimientos relevantes, entre ellos la emisión de monedas bilingües (en torno al 49 a. de C.) que significan un importante acontecimiento ciudadano o bien la fundación de la Colonia Lepida (44 a. de C.).

El estudio de Miguel Beltrán y Antonio Mostalac se detiene pormenorizadamente en todo lo aflorado en las excavaciones, desde los muros hasta elementos como las cornisas, y especialmente pinturas, campo en el que aportan novedades y hallazgos. Pero lo más novedoso viene al final. "¿Por qué se abandonó la colonia? –se pregunta Beltrán–. ¿Problemas agrícolas? ¿Una peste? ¿Una guerra? No aparecen muertos ni cenizas. Habitualmente se cree que se abandonó por la preeminencia de Caesaragusta. Pero esa respuesta no lo resuelve todo. En las excavaciones de Celsa se han descubierto cerca de 379.000 objetos y apenas una veintena de ellos son tégulas (tejas). ¿Qué significa eso? Que se las llevaron ordenadamente junto con todo aquello reutilizable y valioso arquitectónicamente. Que en algún momento se forzó el abandono de la ciudad y el reaprovechamiento de todo lo que se pudiera de ella. Este expolio sistemático, que se puede comprobar también en la llamada ‘Casa de Hércules’, según las cerámicas, se produjo en torno al año 69 y en los años iniciales de Vespasiano. ¿Cuál fue el detonante de esta situación? Con gran probabilidad de acierto, la sublevación de Galba, en el año 68 y desde la Tarraconense, contra Nerón. Mi hipótesis es que Celsa continuó fiel a Nerón y fue castigada por Galba en su corto mandato. El expolio y reaprovechamiento de materiales se consumó durante los primeros años de reinado de Vespasiano y la cercana Caesaraugusta se benefició de ello".

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